“Cada verano veo cómo cientos de mujeres llegan a la farmacia con los mismos síntomas: escozor al orinar, urgencia, dolor en la parte baja del abdomen. Lo llaman “molestia de verano”, pero en realidad es una infección urinaria provocada, en la mayoría de los casos, por Escherichia coli, una bacteria intestinal que puede migrar hasta la uretra y la vejiga. Lo más preocupante es que muchas repiten este patrón sin saber que podrían evitarlo con cambios sencillos y efectivos”, apunta Piluca Barrau, farmacéutica, optometrista, audioprotesista y especialista en dermocosmética, formulación, menopausia y salud integrativa, para La Vanguardia.
Y es que durante los meses de calor, la incidencia de cistitis puede aumentar hasta un 30-40% debido a factores como el uso prolongado de bañadores húmedos, por el cloro y productos que alteran la flora íntima, la ausencia de una rutina íntima adecuada o el aumento de relaciones sexuales sin micción posterior. También factores que alteran nuestra rutina, como la menor ingesta de agua y una mayor frecuencia urinaria, que aumenta la “proliferación de bacterias”, o el hecho de dejar de lado la rutina de entrenamiento.
“Un estudio en mujeres postmenopáusicas encontró que pasar más de 6 horas al día sentadas se asocia con un mayor riesgo de infecciones urinarias recurrentes, ya que se reduce el tono de la musculatura abdominal y del suelo pélvico, y como consecuencia tenemos un peor vaciado completo de la vejiga”. Normalmente, las bacterias aprovechan estas condiciones para adherirse a la vejiga gracias a sus fimbrias tipo 1 y tipo P, iniciando la infección.
Mujer con dolor
Los síntomas que debemos tener en cuenta son: orina con olor fuerte o fétido, fiebre baja (aunque es un síntoma que no está presente en la mayoría de personas), dolor o ardor al orinar, presión o calambres en la parte baja del abdomen o espalda, necesidad imperiosa de orinar con frecuencia, “incluso inmediatamente después de haber vaciado la vejiga”, aumento de micciones o presencia de sangre en la orina.
En mujeres con diabetes, prevenir la cistitis requiere un enfoque más riguroso: hidratación, control glucémico, higiene íntima adaptada, probióticos específicos y un abordaje preventivo integral desde la farmacia
“Cuando se presentan 2 o más infecciones en 6 meses, o 3 o más en un año, hablamos de una cistitis recurrente. En estos casos, no basta con tratar la infección, sino que es imprescindible revisar el estado de la microbiota intestinal, la salud vaginal, la inmunidad local y los hábitos de vida”, apunta la farmacéutica.
Para prevenir las infecciones de manera natural, Piluca Barrau integra herramientas naturales, eficaces y avaladas por la evidencia científica. Entre estas se encuentran la D-manosa, que impide la adhesión de E.coli a la vejiga; el arándano rojo PAC-A, con efecto antiadherente sobre cepas uropatógenas; y probióticos específicos como Lactobacillus rhamnosus GR-1 y L. reuteri RC-14, que ayudan a restaurar la flora vaginal y reducir las recurrencias. La vitamina C también desempeña un papel importante, sobre todo en casos de infecciones recurrentes, al acidificar la orina y dificultar el crecimiento bacteriano.
Este enfoque se complementa con hábitos de autocuidado íntimo: higiene suave con productos específicos según la edad, hidratación vulvar en caso de sequedad, micción tras las relaciones sexuales (una medida clave para prevenir la cistitis), y el cuidado del microbioma vaginal, especialmente a partir de los 40–45 años. “Al hacerlo, ayudamos a eliminar posibles bacterias que hayan podido acceder a la uretra durante el acto sexual, reduciendo así el riesgo de que asciendan hasta la vejiga y provoquen una infección”.
Verano mujer
Además, es importante llevar ropa interior de algodón, una alimentación natural rica en antioxidantes y compuestos antiinflamatorios, y cuidar el manejo del estrés. “El estrés sostenido altera la inmunidad y la microbiota. Dormir bien es una de las premisas más importantes para modular hacia el equilibrio nuestro bienestar, practicar ejercicio moderado casi a diario y técnicas como meditación o yoga, así como rodearte de personas que te hagan sentir bien y te regalen serotonina u oxitocina, son fundamentales para mantener tu cuerpo en buen estado de salud”.
Cuando se presentan 2 o más infecciones en 6 meses, o 3 o más en un año, hablamos de una cistitis recurrente. En estos casos, no basta con tratar la infección
Otro aspecto clave, y muchas veces olvidado, es el impacto de la menopausia en la salud íntima. Durante esta etapa, la disminución de estrógenos provoca el adelgazamiento y la sequedad de la mucosa vaginal y ocular, el aumento del pH y la pérdida de lactobacilos protectores. Todo ello favorece la irritación, la inflamación y facilita la entrada de bacterias desde el recto o la zona perineal. “Muchas mujeres no saben que existe una hidratación vulvar específica, tan necesaria como una crema facial”, señala Piluca. Usar un gel íntimo con el pH adecuado (que no es el neutro), aplicar una crema hidratante vaginal, apoyar con suplementación oral para mejorar la sequedad o la inflamación y reforzar la flora con probióticos no es un lujo.
Verano mujer
Además, es importante tener en cuenta situaciones especiales que aumentan el riesgo de infecciones, como ocurre en mujeres con diabetes tipo 2, que presentan hasta un 60 % más de probabilidad de sufrir infecciones urinarias en comparación con la población general. La presencia de glucosa en la orina actúa como alimento para las bacterias, facilitando su proliferación, especialmente de E. coli. A esto se suma que, en muchos casos, la diabetes puede provocar daño en los nervios que controlan la vejiga, lo que dificulta el vaciado completo de la orina y favorece su estancamiento, creando un entorno ideal para la colonización bacteriana. Además, tanto la microbiota urinaria como la vaginal suelen estar alteradas, con menor presencia de bacterias protectoras, y el riesgo de complicaciones graves como pielonefritis, abscesos renales o incluso urosepsis es más elevado.
A pesar de todo esto, Piluca deja claro que el uso indiscriminado de antibióticos no solo no soluciona el problema, sino que en muchos casos “contribuye a cronificarlo, debilitando la microbiota y dificultando futuras recuperaciones”. Por eso, es fundamental que se utilicen únicamente cuando son realmente necesarios, siempre con prescripción médica y un seguimiento adecuado. Una gran parte de las mujeres que padecen infecciones urinarias recurrentes podrían experimentar una mejora significativa simplemente incorporando cambios en sus hábitos diarios. Tal como señala la farmacéutica Piluca: “No es magia ni casualidad. Las mujeres que logran cortar el ciclo de infecciones urinarias recurrentes son las que entienden que el autocuidado es diario y empieza mucho antes de que aparezca el escozor”.
