Nuestro cerebro está a toda máquina, funcionando en todo momento. Pensamos mucho, pero sobrepensamos más. Estamos trabajando y saltan las alarmas al pensar en qué sucedería si no guardamos el trabajo realizado en nuestro ordenador. Cocinando, pensamos que nos hemos dejado el horno encendido y nuestra casa se va a incendiar. Cogemos un cuchillo y nuestra mente nos advierte del peligro del utensilio. Estos son solo algunos ejemplos de pensamientos intrusivos, los que aparecen cuando nadie les ha invitado, por sí solos y sin avisar.
Esos pensamientos que, idealmente, los reconocemos para echarlos a un lado tras asimilarlos, para poder seguir adelante. Sin embargo, para algunas personas, suponen un auténtico peligro en muchos momentos de su vida, pues las dudas y el pánico provocan que descartarlos se vuelva mucho más complicado.

Los pensamientos intrusivos aparecen de forma repentina en la mente y suelen generar malestar.
La psicóloga Júlia Pascual, especialista en terapia breve estratégica, habla de estas “trampas” que nos juega la mente para atraparnos en un bucle sin fin que consume nuestra energía y que termina convirtiéndonos en nuestro peor enemigo.
“No podemos ser lógicos siempre. La mente te lleva a conductas ilógicas cuando te esfuerzas demasiado. Pensar es inevitable, pero sobrepensar es opcional y nos hace daño”, explica la especialista a Carlos Roca en su podcast, Roca Project. “Estos pensamientos intrusivos también pueden llegar por miedo a perder el control en uno mismo. Las personas que sufren esto buscan el por qué, lo cual hace que sufran más”.
Júlia Pascual: ”“Hay gente que tiene miedo a las alturas porque le viene la imagen de que va, corre y se tira al vacío”
Para Pascual, buscar el origen de estos pensamientos intrusivos sólo genera un mayor sufrimiento. “Se abre una posibilidad y tú no has pedido que venga este pensamiento. Ese por qué responsabiliza aún más, no soluciona el problema y aumenta el sobrepensar. La persona piensa que el pensamiento se irá cuando encuentre la causa, pero no”.

La psicóloga Júlia Pascual, con Carlos Roca.
“El error es pensar que no vamos a tener problemas, pero no por tener estos pensamientos quiere decir que vayan a hacerlo”, señala Pascual. “El miedo de estas personas con pensamientos intrusivos es si serán capaces de hacerlo, pero no. Dudar es la salvación, pero están en el campo del miedo: es señal de cordura. Quien hace el mal disfruta con ello, no tiene miedo”, asegura.
La psicóloga insiste: “Las personas que vienen a consulta no son narcisistas ni psicópatas, pues estos están mejor que nunca cuando generan sufrimiento a los demás. Si otros sufren por ellos, disfrutan. Creen que deben de sufrir para demostrar que son el centro de atención, aunque no sean conscientes de ello”.

Para eliminar este tipo de pensamientos intrusivos existen diferentes técnicas. La especialista recomienda tres técnicas muy efectivas: hacer deporte, descansar adecuadamente y escribir, que como señala la psicóloga, “baja la fiebre del sentir y es una acción liberadora”, sobre todo para aquellas mentes que van a toda velocidad, pudiendo descargarse y generar una distancia emocional.
“Pensar puede ser agotador. Pensar agota mucho”, admite. “Los pensamientos rumiantes hay que callarlos para silenciarlos. Si el problema que trata de hacernos daño persiste, hay que evitar escucharlo. Por último, hay que mirar hacia nuestro interior. Cierra los ojos y quizá descubras que lo esencial es invisible a la mirada”.