Durante una entrevista en el programa TardeAR, el médico David Céspedes —especialista en medicina preventiva y salud pública— abordó un fenómeno que va más allá de los golpes de calor o las noches sin dormir. Según explicó, la exposición continuada a altas temperaturas no solo perjudica nuestra calidad de vida, sino que podría acortar su duración hasta dos años, según estudios recientes. ¿La razón? El estrés térmico acelera el envejecimiento biológico de nuestro organismo.
“Hay dos edades diferentes. La que nos dice el DNI y otra que es la edad biológica, que realmente nos dice lo bien o mal que hemos vivido hasta ese momento”, señaló Céspedes.
El calor no solo envejece: también enferma
El calor agrava enfermedades y efectos secundarios, sobre todo en mayores
Para ilustrar este envejecimiento biológico, el especialista recurrió a una metáfora: “Si tú te expones mucho a un estrés térmico, igual que el estrés del trabajo, te va a producir algo en el cuerpo que va a hacer que el envejecimiento biológico, es decir, la velocidad a la que envejecen todas y cada una de tus células, sea mayor. Eso es evidente”.
El calor extremo altera el descanso, reduce el rendimiento y afecta a la concentración
Céspedes hizo referencia al test epigenético desarrollado por el bioquímico Steve Horvath, una de las herramientas más reconocidas para medir este tipo de envejecimiento. Según explicó, este test analiza los errores acumulados en la “información” que las células utilizan para funcionar. “Es como escuchar la misma canción en un disco de vinilo. Ocurre que se raya y no obtenemos esa información. Pues eso pasa en el envejecimiento: se van haciendo rayajos y nuestras células no entienden esa información. Se vuelven más viejas de forma más acelerada”.
La metáfora, tan gráfica como reveladora, conecta con investigaciones recientes en el campo de la epigenética, que demuestran cómo el entorno —incluido el clima— puede modificar la expresión de nuestros genes sin alterar el ADN en sí.
Beber sin obsesión, pero con atención
David Céspedes desmonta el mito de los dos litros y anima a escuchar al cuerpo
Pero el calor no solo acelera el envejecimiento: también agrava los efectos de las enfermedades crónicas y potencia los efectos secundarios de algunos medicamentos, especialmente en personas mayores o con patologías previas.
“Dependiendo de las enfermedades que tengamos de base, y estemos tomando determinada medicación, cuanto menos hidratados estemos, más efectos secundarios va a tener esa medicación”, advirtió.
La edad biológica no la marca el DNI, sino la forma en que vivimos y lo que soporta nuestro cuerpo”
El médico insistió en la importancia de hidratarse bien, evitar el alcohol, protegerse del sol y usar el aire acondicionado si es necesario, aunque sin abusar: “Si conseguimos que todo eso se mantenga en orden, nuestro cuerpo va a funcionar mejor”.
Y lanzó una advertencia contra uno de los mitos más repetidos sobre el agua: no hay que beber obligatoriamente dos litros al día. “Eso no viene en ningún libro de medicina. Es lo que necesite nuestro cuerpo. Además, el cuerpo te lo va a pedir de dos maneras”, explicó.
Céspedes citó un dato que pasa desapercibido pero que tiene un gran impacto en la salud nutricional: a partir de los 45 años, muchas personas comienzan a confundir la señal de sed con la de hambre. Por eso, en pacientes con sobrepeso, recomienda beber agua antes de comer para comprobar si la sensación es realmente apetito.
“Muchas veces, cuando lo hacen, no comen. Así que escuchemos a nuestro cuerpo”, concluyó Céspedes, recordando que, en cuestiones de salud, aprender a interpretar bien las señales internas puede marcar la diferencia.

