Conectado por videollamada al programa Y ahora Sonsoles, a raíz de la polémica generada por Maluma al reprender a una asistente que acudió con un bebé a su concierto en Ciudad de México, el pediatra José Miguel Seguí fue tajante: “Totalmente merecido. Realmente es una cosa que todo el mundo hace mal, pero el ruido es una plaga de nuestro tiempo”.
En la infancia, subrayó, hay dos ideas clave: “la maduración del sistema auditivo se produce a lo largo de años” —por eso “cuanto más pequeño es el niño, más sensible es a agresiones de cualquier tipo, incluido el ruido”— y “la lesión por ruido es acumulativa, es similar a lo que pasa con el sol y la piel”.
“El ruido es acumulativo”
Cómo el oído infantil sufre daños irreversibles antes de tiempo
A propósito del caso, Seguí explicó que los conciertos superan con frecuencia los 100 dB y que por encima de 85 dB el sonido ejerce “toxicidad sobre la cóclea”. En un menor tan pequeño, añadió, el impacto es real aunque no se vea al instante: “Con 100 seguro que ese niño ha tenido alguna repercusión. Lo que pasa es que no va a ser muy visible inicialmente. Es como si tú te vas lesionando un poco”.
Un síntoma común tras la exposición es el zumbido: “Que nos piten los oídos es un mecanismo de lesión del oído. El oído está defendiéndose y está expresando que te has pasado”.

Maluma detuvo su concierto en Ciudad de México para reprender a una fan que asistió con un bebé de menos de un año
Interpelado sobre qué edad sería segura para asistir a un concierto, no dejó margen: “A ninguna. O sea, el problema es que los conciertos están con unos decibelios que nos afectan absolutamente, no solamente a los niños, sino también a nosotros”. En tono irónico, cuando le pidieron una cifra, bromeó: “A los 56 ya no importa porque está medio sordo”.
Más allá de prohibiciones, el pediatra insistió en medidas de protección y pausas: “Está bien que al oído tú le pongas intervalos de menos presión […] si tú estás 4 horas a 100 decibelios, vamos a ir seguro que te has lesionado células ciliadas”. Y recordó una pauta divulgada por la OMS para dispositivos personales: “Tenemos que oír la música […] al 60% del volumen máximo, y durante un máximo de 60 minutos. No lo cumplo yo jamás”. En el plano regulatorio, avanzó que se está elaborando un documento de recomendaciones sobre protección frente al ruido porque “lo que falta es sensibilización. Y falta de legislación”.
Seguí distinguió entre la libertad del adulto y la protección debida al menor: “Está bien que tú te expongas al ruido que te dé la gana, porque al final eres tú responsable de lo que te va a pasar en un futuro, pero que expongas a un niño a lo mismo que te va a pasar a ti, yo eso no lo tengo”.
Su conclusión encaja con la imagen que dio pie al debate: un bebé no debería estar en un entorno sostenido de 100 dB y, si no hay más remedio, toca reducir exposición y usar protección auditiva. Porque, como recordó al inicio, con el ruido el daño se acumula y acelera la pérdida: “Si te tocaba estar sordo a los 80 años, pues a base de ruido tú te vas a quedar sordo a los 50”.