Nuestro bienestar es clave para poder afrontar el día a día con relativa normalidad. En una sociedad cada vez más revolucionada en múltiples ámbitos, tanto el cuerpo como la mente deben estar preparados ante los distintos rompecabezas de la jornada. Sin embargo, la mente es un elemento que se tiene poco en cuenta. Tan pronto como nos despistamos, podemos encontrarnos sintiendo dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones.
Sobre esta cuestión, una de las figuras más conocidas por sus declaraciones es Mario Alonso Puig, doctor y fellow en cirugía por la Harvard University Medical School. El madrileño comparte sus conocimientos en entrevistas, conferencias y redes sociales, donde cuenta con millones de seguidores. Una de sus últimas reflexiones se centra en dos elementos que se han manifestado con mayor frecuencia desde la pandemia: el aislamiento y la soledad.
“¿Cuál es la diferencia entre aislamiento y soledad? Aislamiento es algo que se puede ver de una forma objetiva. Una persona no tiene amigos, no tiene conocidos, no tiene familia con la que relacionarse. Soledad es algo mucho más subjetivo. Es la percepción de que estás solo, te sientes solo, te sientes sola aunque estés rodeado de muchas personas”, expresaba, compartiendo un estudio realizado hace cuatro años en uno de los países más restrictivos durante el confinamiento.
“En el año 2021, Japón fue el primer país en el mundo que reconoció la gravedad de la situación de soledad y los efectos tan negativos que tenía no sólo en las personas, sino en la sociedad en su conjunto. Y decidió ponerle freno a través de una serie de prácticas, a través de una serie de abordajes que de alguna manera redujeran no sólo el aislamiento social, sino la sensación de soledad”, exponía, respondiendo a varias cuestiones clave.
Saber diferenciar
“La pregunta es: ¿por qué nos afecta tanto ese aislamiento, esa soledad? Y es muy fácil de explicar. Cuando éramos seres que vivíamos en cavernas, no tener un grupo que te acogiera, no tener un grupo que te recibiera, implicaba la muerte. Por eso, núcleos cerebrales destinados a reconocer el peligro se activan cuando una persona se siente sola. ¿Cuál es uno de los problemas? Que la conducta que pone en marcha lejos de favorecer la conexión, lo que favorece el aislamiento”, decía.
“Por eso se llama comunicación suicida. La persona que se siente sola muchas veces es una persona irritable, irascible y huraña. Aprendamos, por tanto, de esta sociedad milenaria, ¿Qué cosas podemos hacer para combatir la soledad y el aislamiento?”, concluía.