Nuestro bienestar es clave para poder afrontar el día a día con relativa normalidad. En una sociedad cada vez más revolucionada en múltiples ámbitos, tanto el cuerpo como la mente deben estar preparados ante los distintos rompecabezas de la jornada. Sin embargo, la mente es un elemento que se tiene poco en cuenta. Tan pronto como nos despistamos, podemos encontrarnos sintiendo dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones.
Sobre esta cuestión, una de las figuras más conocidas por sus declaraciones es Mario Alonso Puig, doctor y fellow en cirugía por la Harvard University Medical School. El madrileño comparte sus conocimientos en entrevistas, conferencias y redes sociales, donde cuenta con millones de seguidores. Una de sus últimas reflexiones se centra en el amor y la confianza, que pueden ayudar a sanar las heridas más difíciles de una u otra persona.
“Hay dos elementos que sabemos que pueden curar heridas muy profundas. Una es el amor. El amor sin condiciones, el amor gratuito. Es decir, yo te amo no por cómo eres, no por cómo piensas, no por cómo te comportas, sino por quién eres, porque eres un ser humano. Primero es el amor, y el segundo es la autonomía. Favorecer esa autonomía. Pequeñas cosas que vayan dando confianza, confianza de que claro que puede avanzar poquito a poco cosas que tienen habilidades”, comentaba.
Recientemente, Alonso Puig también se centró en dos elementos que se han manifestado con mayor frecuencia desde la pandemia: el aislamiento y la soledad. “¿Cuál es la diferencia entre aislamiento y soledad? Aislamiento es algo que se puede ver de una forma objetiva. Una persona no tiene amigos, no tiene conocidos, no tiene familia con la que relacionarse. Soledad es algo mucho más subjetivo”, comentaba en una entrevista.
Estableciendo vínculos
“Es la percepción de que estás solo, te sientes solo, te sientes sola aunque estés rodeado de muchas personas. En el año 2021, Japón fue el primer país en el mundo que reconoció la gravedad de la situación de soledad y los efectos tan negativos que tenía no sólo en las personas, sino en la sociedad en su conjunto. Y decidió ponerle freno a través de una serie de prácticas, a través de una serie de abordajes que de alguna manera redujeran no sólo el aislamiento social, sino la sensación de soledad”, añadía.
“La pregunta es: ¿por qué nos afecta tanto ese aislamiento, esa soledad? Y es muy fácil de explicar. Cuando éramos seres que vivíamos en cavernas, no tener un grupo que te acogiera, no tener un grupo que te recibiera, implicaba la muerte. Por eso, núcleos cerebrales destinados a reconocer el peligro se activan cuando una persona se siente sola. ¿Cuál es uno de los problemas? Que la conducta que pone en marcha lejos de favorecer la conexión, lo que favorece el aislamiento”, sumaba.