Muchos adultos han vuelto a sus puestos de trabajo ahora que justo arranca septiembre, pero quienes tienen hijos saben que todavía les faltan días antes de volver a la rutina. Es una situación anómala si se compara con la organización de las clases y vacaciones escolares en otros países europeos. De hecho, en España los estudiantes van a clase 175 días, mientras que en otros países como Alemania los días lectivos ascienden a 184. Estas diferencias abren la pregunta: ¿hay que acortar las vacaciones escolares?
“Es un debate cíclico”, apunta Miquel Àngel Alegre, doctor en Sociología y jefe de proyectos de la Fundación Bofill. “En los últimos dos o tres años, a raíz de los malos resultados educativos en Catalunya, esta propuesta vuelve a tomar relevancia y no es una conexión errónea pensar que más días de clase pueden ser una ayuda”, añade. Alegre señala que más allá de la conciliación que puede ofrecer esta reforma, el principal beneficio es que reduciría la desigualdad.

Alegre asegura que reducir las vacaciones de verano es una forma de atenuar las desigualdades
“Todo lo que no se aprende en un espacio regulado, igualador y democrático como es la escuela se aprende de forma desigual más allá de la escuela”, detalla el jefe de proyectos de la Fundación Bofill, que añade: “Reducir las vacaciones es una manera de atenuar las desigualdades. Cuanto más días no se asista a las actividades ya las clases más diferencias en la educativas”.
Lo que no se aprende en un espacio regulado como es la escuela se aprende de forma desigual más allá del centro”
Escuelas abiertas en un sistema complejo
Alegre apunta que un cambio del calendario de vacaciones no debe dejar necesariamente la imagen de los niños pegados al pupitre en julio. ”Si el calendario se estirara debería ser por la parte educativa, no lectiva”, explica, matizando el aspecto lectivo (las clases) de la jornada escolar, de las actividades educativas. “Hablamos de actividades educativas reguladas, es decir, que no fueran ocio informal, sino que los mismos centros ofrecieran actividades reguladas para que todos los alumnos participen y no sólo los que se puedan permitir un casal”, ejemplifica. De hecho, remarca que la educación 0-3 sigue abierta en julio.
Replantear el calendario de vacaciones escolares va más allá de dar clases en julio o volver antes. “Tenemos once semanas de vacaciones en verano, algo que es bastante excepcional. Tenemos tres cortes de vacaciones en el curso, en otros países son cuatro o cinco. Es decir, menos días de vacaciones y más distribuidos”, explica y considera que ” desde el punto de vista de luchar contra las desigualdades es positivo ”.
A pesar de considerar que es una buena opción para reducir el desigual acceso a la educación de los colectivos más vulnerables, afirma que es una tarea muy difícil de implementar hoy por hoy. “Si ahora se plantea dar clases en julio o empezar antes el país explota. No estamos preparados, hay que acompañarlo de políticas docentes ”, asegura y señala que uno de los principales es el propio sistema actual.
“El mismo calendario de adjudicación de plazas de profesor no lo permitiría, en los mejores de casos a mediados de julio saben cuál será su plantilla obviamente con estos calendarios y movilidad no se puede plantear”, ejemplifica.
Todo lo que sea hacer cambios en el calendario escolar desde un despacho y en una plantilla de Excel mal, hace falta mucho debate”
El experto se muestra a favor de recortar sus vacaciones, pero subraya que sería un cambio complejo y necesariamente consensuado con todos los actores implicados. “Todo lo que sea hacer cambios en el calendario escolar desde un despacho y en una plantilla de Excel, mal, hace falta mucho debate ”, sentencia.

El experto señala que alargar el calendario es una medida que reduce la desigualdad educativa
¿Más escuela en veranos más calientes?
Cerrando un verano que ha batido muchos récords de calor, la previsión de que los niños y jóvenes puedan encontrarse en un aula en plena ola de calor puede preocupar. ”El cambio climático no debe ser un contraargumento para no reducir las vacaciones”, afirma Alegre, que comprende la preocupación, pero señala: “Hay muchas escuelas que son refugios climáticos”. Aunque también reconoce que muchos centros tienen “mucho margen para mejorar la climatización”.
Este artículo fue publicado originalmente por RAC1.