Estrella Ramírez, dietista: “Si comes pan congelado tendrás un menor impacto en la glucosa en sangre, te aportará mayor saciedad y ayudará a alimentar tu microbiota intestinal”

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Cuando algunos panes se cocinan y luego se enfrían o congelan, se produce un cambio en la estructura del almidón

Estrella Ramírez, dietista

Estrella Ramírez, dietista

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El dilema sobre qué tipo de pan comer y cómo prepararlo sigue siendo habitual. Muchas personas se preguntan si congelarlo es bueno o malo. A nivel popular, se suele escuchar: “El pan congelado no sabe igual que fresco”, “pierde nutrientes” o “mejor comer pan recién hecho”. 

Este dilema, junto con la cuestión cuál es mejor, es uno de los más frecuentes, ya que toca directamente la forma en que consumimos un alimento tan cotidiano y si realmente tiene algún efecto en nuestra salud.

Pan congelado

Pan congelado

Getty Images

Antes de analizar si congelar el pan es beneficioso o no, es importante distinguir entre los diferentes tipos de panes que forman parte de nuestra dieta diaria. En primer lugar, el pan blanco está hecho con harina refinada, contiene poca fibra y se digiere rápidamente, lo que significa que provoca un mayor impacto en la glucosa en sangre. 

En segundo lugar, el pan integral tiene más fibra y se digiere de manera más lenta, lo que genera mayor saciedad y beneficia a la microbiota intestinal. Por último, el de centeno, espelta o masa madre se caracteriza por su fermentación y harinas específicas, que reducen el índice glucémico y mejoran la digestión.

¿Es bueno el pan congelado?

La dietista Estrella Ramírez explica a través de redes sociales qué ocurre cuando se congela y se descongela este alimento: “Al congelar el pan, las moléculas se reorganizan y recristalizan, formando almidón resistente tipo R3”, explica. 

Cuando algunos panes se cocinan y luego se enfrían o congelan, se produce un cambio en la estructura del almidón que lo convierte en almidón resistente tipo R3, un carbohidrato que el cuerpo digiere más lentamente. 

Esto provoca que la subida de glucosa en sangre sea más gradual, evitando picos bruscos después de comer. Además, al digerirse de manera más lenta, proporciona mayor sensación de saciedad, lo que ayuda a controlar el apetito y a espaciar las comidas. 

Por si fuera poco, este almidón resistente actúa como fibra fermentable, sirviendo de alimento para la microbiota intestinal y favoreciendo el equilibrio de las bacterias beneficiosas, lo que contribuye a una digestión saludable y al bienestar general.

Pan congelado

Pan congelado

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Un estudio publicado en el “European Journal of Clinical Nutrition” lo confirma, congelar y recalentar el pan aumenta la formación de almidón resistente. Tras la congelación del pan, el índice glucémico disminuye en torno a un 31%. Si además se tuesta después de descongelarlo, el descenso puede alcanzar el 39%.

Sin embargo, congelar este alimento no es un truco mágico que garantice beneficios por sí solo. Se trata de encontrar el pan que mejor se adecúe a nuestras necesidades. Por ejemplo, el beneficio real depende del tipo de pan: un pan integral o de masa madre aprovechará mejor el almidón resistente que un pan blanco industrial. 

Además, no sustituye una alimentación equilibrada; es un pequeño ajuste que puede sumar a la salud si se integra correctamente dentro de la dieta.

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