El mundo de la medicina avanza a pasos agigantados a cada año que pasa. Las investigaciones se multiplican en distintos países, al mismo tiempo que lugares como el Hospital Clínic de Barcelona innovan constantemente sobre sus tratamientos y métodos de operación. Sin embargo, con frecuencia es el propio cuerpo el que sigue sorprendiéndonos, con capacidades más allá de nuestra comprensión.
Un hecho que Inés Moreno, más conocida como Traumatóloga Geek en redes sociales, ha añadido a su miniserie de crónicas médicas. La divulgadora suele indagar en distintos puntos de la línea temporada para rescatar personajes y ocurrencias de profesión, desde Florence Nightingale hasta el rey Sancho I de León. En esta ocasión, se ha centrado en una enfermedad que puede deteriorar el cuerpo drásticamente, de forma gradual.
“Imagina que tu cuerpo se llena de tumores, que tu espalda se curva hasta que no puedes caminar, que un día sin previo aviso te dejas de oír. Y no es un castigo divino, es una enfermedad genética real. El jorobado de Notre Dame no es solo ficción. Su joroba, su rostro asimétrico, su sordera... Todo encaja con una enfermedad, neurofibromatosis tipo 1. Una mutación que afecta a una de cada 3000 personas. No tiene cura”, exponía.
“Solo deja tumores que crecen en los nervios, deforman el cuerpo y pueden quitarte la audición. La neurofibromatosis tipo 1 provoca fibromas en la piel y en la columna. A veces son pequeños, otras son monstruosos. pueden presionar la médula, torcer huesos, borrar un rostro... Y sí, también afecta al nervio auditivo. Quasimodo no solo tenía una joroba, también era sordo. En la Edad Media no lo entendían. Los llamaban monstruos, los ocultaban, los exhibían...”, añadía.
Una historia real y dura
“Víctor Hugo escribió su novela en 1831. Pero esta enfermedad ya existía. No fue hasta 1882 cuando el doctor Von Recklinghausen la describió. ¿Cuántos Cuasimodos vivieron sin diagnóstico? ¿Cuántos siguen hoy sin tratamiento? El problema no es la enfermedad, es la ignorancia y la invisibilidad”, concluía. Recientemente, Moreno quiso centrarse en la capacidad del cuerpo para detectar personas más compatibles con nosotros.
“Sí, según la hipótesis del HLA, nos sentimos atraídos por personas con un sistema inmune muy diferente al nuestro. ¿Por qué? Porque si tienes hijos con esa persona, tus hijos heredan una mezcla más completa de esas defensas. Más filtros, menos enfermedades. Y lo peor no es lo que esperas: las parejas con sistemas inmunes muy parecidos tienen más riesgos de infertilidad y cero química sexual”, indagaba.