Buscar trabajo es una de las etapas más frustrantes después de terminar los estudios correspondientes, sobre todo cuando recién se está empezando en el sector. Por eso, muchos, cuando consiguen un oficio, deciden quedarse durante mucho tiempo; por un lado, para cumplir con la experiencia mínima que se exige en muchos sectores, y, por otro lado, por el miedo de no encontrar algo mejor.
Cuando un trabajador lleva demasiado tiempo en una empresa, la decisión de irse suele hacerle cuestionar el valor que ha aportado.
La coach laboral, Andrea Franco, ha compartido a través de sus redes sociales su reflexión sobre el miedo a abandonar un trabajo en el que ya no se está a gusto y cuáles son las excusas más frecuentes para no abandonar ese puesto de trabajo.
La primera excusa común es pensar: “Mi sueldo y mis condiciones son demasiado buenos para renunciar”. Esta excusa, sin embargo, “es una jaula de oro”, que no compensa un entorno tóxico ni una falta de realización personal”. La solución, en este caso, es reflexionar de manera racional sobre lo que realmente se necesita para vivir cómodamente. Tras esta reflexiona, se podrá valorar si lo que se está sacrificando es demasiado alto en comparación con el ingreso actual.
Mejor pregúntate cuánto tiempo llevas aguantando sin que nada cambie”, no sacrifiques un 'quizás' que no depende de ti
Otra de las grandes formas de autoengaño es pensar que “este trabajo es parte de quién soy y dejarlo sería como perder mi identidad y estatus”. En realidad, es una idea totalmente errónea, ya que la identidad no está ligada a los estudios, ni mucho menos a un cargo o una empresa. “No puedes condicionar tu valor a factores externos”, añade. Para solventar esto, un método sencillo es cuestionarse “¿Quién soy?” sin mencionar el trabajo, la posición o cualquier cosa material.
Cuando un trabajador lleva demasiado tiempo en una empresa, la decisión de irse suele hacerle cuestionar el valor que ha aportado, creyendo que, automáticamente, en un futuro recibirá una recompensa. “He invertido demasiado tiempo y esfuerzo, sería como tirar todo por la borda”, piensan muchos empleados. “El tiempo invertido no se recupera, pero quedarte solo porque llevas mucho tiempo, puede salirte muy caro”, señala Franco refiriéndose a la salud mental.
El Síndrome del Impostor es muy común entre los trabajadores.
El miedo al cambio hace normalizar lo que no está bien, pero conformarte no te protege, te apaga
“El miedo al cambio hace que se normalice lo que no está bien, pero conformarse no te protege, te apaga”, recalca. De ahí, surge otra excusa muy frecuente y es la creencia de que, si se decide renunciar, justo en ese momento todo mejorará en la empresa. “Mejor pregúntate cuánto tiempo llevas aguantando sin que nada cambie”, no sacrifiques un 'quizás' que no depende de ti”, añade.
Todas estas excusas llevan al trabajador a padecer el síndrome del impostor, un fenómeno psicológico en el que, a pesar de los logros obtenidos, la persona siente que no merece su éxito, atribuyéndolo a la suerte, temiendo ser descubierta en cualquier momento.
Este fenómeno es mucho más común de lo que parece. De hecho, un estudio de HAYS España, el Síndrome del Impostor: un desafío que afecta a 8 de cada 10 profesionales, publicado en 2024, afirmó que el 81% de los profesionales españoles reconoce haber sufrido este síndrome en algún momento de su trayectoria laboral. Se observó que es muy frecuente en sectores altamente competitivos y en puestos de gran responsabilidad. También se presenta con frecuencia tras la maternidad, cuando muchas mujeres se enfrentan al reto de la conciliación, preguntándose si podrán cumplir con las expectativas.
