La bióloga Mónica Pérez ha explicado los beneficios del llamado almidón resistente, un tipo especial de carbohidrato que, pese a proceder de alimentos ricos en almidón, se transforma durante el enfriado en un compuesto con propiedades muy distintas.
“Cuando cocinamos alimentos ricos en almidón y después los dejamos enfriar, una parte se reorganiza y se hace indigerible para nosotros, pero es un perfecto para nuestra microbiota intestinal”, señaló.
Este proceso convierte lo que normalmente funciona como un polisacárido —es decir, azúcar— en una fibra con efecto prebiótico.
Mónica destacó que este almidón “es el alimento favorito de nuestras bacterias y muy beneficioso para nosotros”, ya que nutre la microbiota, favorece la producción de butirato, protege la barrera intestinal, mejora el control de la glucosa y aumenta la sensación de saciedad.
Maíz en lata
Para obtener estos beneficios, la bióloga recomienda un método sencillo: cocinar el alimento (ya sea hervido, al horno o cocido), dejarlo enfriar en la nevera al menos 12 horas o incluso congelarlo, y consumirlo frío, a temperatura ambiente o recalentado de manera suave.
Pan integral
Este cambio estructural, conocido como retrogradación, impide que nuestras enzimas lo digieran y permite que llegue intacto al colon.
Entre los alimentos con mayor potencial para generar almidón resistente, Mónica destacó que se encuentran la patata, el boniato, el arroz, el trigo (en pan y pasta), el maíz y el plátano macho.



