Toni García, Mejor Docente de España: “Los niños ya no nacen con un pan debajo del brazo, sino con un ‘título de magisterio’, creen que lo saben todo y cualquier padre se siente capaz de cuestionarte”
Educación
Toni García fue reconocido como el Mejor Profesor de España por Educa Abanca y, en 2023, se convirtió en finalista del prestigioso Global Teacher Prize, considerado el “Nobel” de la enseñanza
Toni García, Mejor Docente de España
Todos guardamos en la memoria a aquel profesor que marcó nuestra vida. A veces por la manera en la que enseñaba, otras por el vínculo humano que supo crear o por los valores que nos transmitió en el aula. Para muchos alumnos, ese nombre será el de Toni García Arias, un docente que ha dejado huella más allá de los libros de texto. Su labor fue reconocida en 2019 con el premio Mejor Profesor de España otorgado por Educa Abanca, y en 2023 alcanzó la final del prestigioso Global Teacher Prize, considerado el “Nobel” de la enseñanza, gracias a su compromiso inquebrantable con la cultura y la educación.
Lo llamativo de su historia es que la vocación docente no apareció en su infancia, sino mucho después. En la escuela, reconoce, no era un buen estudiante y, sin tener claro a qué quería dedicarse, decidió estudiar Económicas atraído por el mundo de las finanzas y la inversión. Sin embargo, pronto descubrió que tampoco era lo que buscaba.
Los niños, en cambio, siempre habían despertado su interés, así que optó por matricularse en Magisterio. “Descubrir el impacto que un docente podía tener en la vida de un niño, cómo podía transformar su futuro y, al mismo tiempo, influir en la sociedad, fue algo fascinante para mí”, explica a este diario. García sintió que quería dedicarse a la docencia desde el primer día que pisó la facultad de Magisterio y, actualmente, han pasado más de 30 años desde que diera su primera clase. Durante este tiempo no solo ha sido testigo de cómo ha cambiado el sistema educativo, sino también de la evolución de las familias, los alumnos y un mundo que ha condicionado la vida en las aulas. Desde La Vanguardia, hablamos con él para conocer su visión sobre la educación y el papel que los maestros pueden desempeñar en la sociedad actual.
Toni García, Mejor Docente de España
¿Qué diferencias percibes entre los alumnos de hace 20 años y los de hoy en día?
En los niños se percibe una mayor falta de concentración y de atención por el uso constante de las redes sociales y del teléfono móvil. Están habituados a un ritmo de vida mucho más frenético, mientras que antes la educación era más pausada y tranquila. Esa transformación ha provocado el nivel educativo haya descendido de forma significativa en algunos casos. No solo lo vemos en los niños, sino también en adultos. Antes, también las familias eran mucho más responsables a la hora de supervisar las tareas y de mantener un vínculo directo con la escuela. Hoy, en cambio, muchos padres han delegado en exceso en la institución educativa aspectos que también les corresponden a ellos, y esa diferencia se nota.
Lo que no es razonable es que un niño se lleve diez fichas para hacer en un día. Eso no es normal ni sano
¿A qué crees que se debe la alta incidencia del acoso escolar en España?
Durante muchos años existió la idea de que la violencia de baja intensidad —los motes, los golpes, las ridiculizaciones— formaba parte normal de la vida escolar y del crecimiento de un niño. Aunque en hoy en día no se acepta, todavía hay docentes que consideran que los enfrentamientos entre alumnos son cuestiones puntuales a las que no hay que dar demasiada importancia. Sin embargo, hay que tener presente que cuando una persona sufre una situación de acoso, el impacto psicológico y emocional es enorme. En el centro educativo que dirijo, el nivel de disciplina es muy alto y prácticamente no tenemos casos de agresión, porque hemos construido un clima de convivencia que nos ha hecho destacar a nivel nacional.
En España, los niños ya no nacen con un pan debajo del brazo, sino con un “título de magisterio”
¿Por qué decidiste escribir tu último libro, Aulas sin bullying, aulas sin miedo?
Mi preocupación creció a raíz de una experiencia personal. Fui a dar una ponencia sobre cómo funcionaba mi colegio y coincidí con los padres de una niña de 14 años que se había suicidado. Ellos me dijeron una frase que me marcó profundamente: “Si mi hija hubiera estado en tu colegio, no se habría suicidado”. Aquello me emocionó, y me generó la responsabilidad de pensar que, si en mi centro hemos logrado construir un modelo reconocido con numerosos premios por fomentar la convivencia pacífica, quizás también podría aportar algo para que otros colegios hicieran lo mismo.
Toni García, Mejor Docente de España
¿Consideras que el respeto hacia la figura del profesor ha cambiado con las nuevas generaciones?
Absolutamente. Sé que a algunos padres no les gusta oírlo, pero ellos también tienen una parte importante de responsabilidad en este tema. La figura del docente se ha ido degradando mucho, al igual que otras profesiones con cierta autoridad, como policías, jueces o médicos. En buena medida, esto ocurre por la escasa valoración social que se nos da. Cuando los niños crecen viendo esa falta de respeto hacia los docentes, es lógico que para ellos la figura del maestro pierda valor. Por eso es clave empezar por las familias: si los padres respetan a los profesores, los hijos también lo harán. Lo más preocupante es que esta falta de respeto llega incluso a la universidad, donde ya hablamos de personas adultas, con más de 18 años y en un entorno académico. Me llegan comentarios de profesores universitarios que cuentan cómo algunos alumnos lanzan pequeños insultos en clase, incluso por lo bajo. Hace poco, uno me relató que una alumna llegó a llamar hijo de puta a un profesor en mitad de una clase de magisterio, algo impensable hace unos años. O casos de alumnos que provocan con gestos como llevar la camiseta del equipo rival solo para molestar. Son ejemplos que reflejan esa falta de respeto generalizada hacia los docentes en todas las etapas.
Los deberes, sobre todo en primaria y secundaria, tienen una única finalidad y es generar hábitos de estudio, que más adelante necesitarán
¿Cómo percibes a los padres que cuestionan de manera continua las calificaciones o decisiones de los docentes?
Hoy en día, en España, los niños ya no nacen con un pan debajo del brazo, sino con un “título de magisterio”: parece que los padres lo saben todo, incluso más que los propios docentes, a pesar de que los profesores hemos estudiado una carrera, acumulamos miles de horas de formación, experiencia y estudios específicos. Sin embargo, cualquier padre sin esa preparación se siente con la capacidad de cuestionar nuestras decisiones y creo que es un error. Por supuesto, los padres tienen derecho a conocer cómo se evalúan las notas de sus hijos, los criterios aplicados e incluso a discrepar en cierta medida. Pero cuando un profesor pone una nota, salvo casos excepcionales, lo hace con objetividad. Además, hoy en día la mayoría de las calificaciones se gestionan a través de plataformas digitales que aplican rúbricas y generan las notas automáticamente, lo que reduce todavía más la subjetividad.
Unos padres me dijeron que si su hija hubiera estado en mi colegio no se habrá suicidado. Allí sentí la responsabilidad de impulsar el cambio en otras escuelas
Conozco un caso en el que un padre llegó a denunciar a un profesor ante la inspección educativa porque consideraba que a su hijo le correspondía un 10 en lugar de un 9. Y lo más grave es que se trataba de un alumno de primero de primaria. Ese tipo de situaciones muestran hasta qué punto el problema se nos está yendo de las manos.
Toni García, Mejor Docente de España
Uno de los temas más controvertidos es la gran carga de deberes que muchos alumnos se llevan a casa, ¿cuál es tu visión sobre ello?
Los deberes, sobre todo en primaria y secundaria, tienen una única finalidad y es generar hábitos de estudio, que más adelante necesitarán. Lo que no se puede hacer es adelantar materia ni sobrecargar con contenidos a través de ejercicios enviados a casa. No es normal que un profesor diga: “Como no me ha dado tiempo en clase, lo mando para casa”. Como mucho, deben ser actividades de refuerzo y siempre ajustadas a la edad del alumno. Lo que no es razonable es que un niño se lleve diez fichas para hacer en un día. Eso no es normal ni sano. Luego nos quejamos de que los niños no tienen vida, pero muchas veces somos los primeros en no darles ese espacio.
¿Fuera de España cuál es tu sistema educativo favorito?
Son pequeños aspectos de cada sistema, pero no existe un modelo educativo perfecto. Por ejemplo, en Suecia me gusta la parte práctica: desde primaria los alumnos aprenden a coser, a utilizar herramientas como martillos o clavos, y esas competencias están mucho más normalizadas. Sin embargo, su atención a la diversidad es un auténtico desastre. En Alemania valoro la rigidez en ciertas asignaturas y, a la vez, la libertad que se concede al alumno para elegir las herramientas que considere oportunas.
Hay padres que dejan a sus hijos en el colegio y les dicen que se ‘lo pasen bien’, cuando el verdadero objetivo es que aprendan
Lo cierto es que no hay un sistema que funcione igual en todos los lugares. El modelo sueco funciona allí, pero aplicado al carácter español no serviría. Hay que tener en cuenta la idiosincrasia de cada sociedad para diseñar un sistema propio. Un ejemplo claro: en Suecia muchos colegios entregan al alumno el manual con las respuestas al final, de manera que, si se equivoca, puede comprobarlo y corregirse. En España, si hiciéramos lo mismo, la mayoría miraría primero la parte de atrás para copiar directamente la solución, igual que hacemos con los crucigramas cuando no nos sale una palabra. Por eso insisto en que cada país debe adaptar la educación a su propia realidad.
Toni García, Mejor Docente de España
¿Qué crees que es lo que peor funciona en España dentro del sistema educativo?
Hay dos cuestiones fundamentales. La primera es la burocracia, que desde la pandemia se ha disparado hasta el punto de triplicarse. Pensábamos que las nuevas tecnologías simplificarían los procesos, pero en muchos casos los han complicado. La segunda es la inestabilidad legislativa. Los sistemas educativos van mucho por modas y, además, las leyes cambian constantemente. Los grandes partidos deberían dejar a un lado sus intereses, ponerse de acuerdo y mantener un sistema educativo estable durante muchos años. No puede ser que cada dos o tres cursos haya una nueva ley que desoriente tanto a docentes como a estudiantes.
Y, por último, creo que hemos confundido prioridades. Es cierto que los alumnos deben venir felices al colegio y que la educación emocional es fundamental, pero no podemos olvidar que el objetivo principal es que aprendan. Si aprenden disfrutando, perfecto. Pero el aprendizaje debe estar siempre en el centro, y lo hemos eliminado totalmente de la ecuación. Incluso he escuchado a padres que dejan a sus hijos en el colegio decir “Pásatelo bien”. He estado en Latinoamérica y allí, cuando los padres dejan a los niños en el colegio, lo habitual es que les digan: “Aprende mucho” o “Hazle caso al profesor”. Eso también se decía aquí hace años, pero cada vez se escucha menos.
¿Qué impacto crees que tiene en el aprendizaje de los alumnos el uso de móviles y de herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT?
No me preocupa tanto en primaria o secundaria, pero en la universidad sí es un tema que nos inquieta más. Allí contamos con sistemas de detección para identificar si los trabajos presentados han sido realizados con inteligencia artificial, aunque cada vez resulta más difícil comprobarlo. Creo que las nuevas tecnologías, y en particular la inteligencia artificial, son herramientas extraordinarias. Lo importante es educar en la ética: una cosa es utilizarla para aprender y otra muy distinta es presentarla como si el trabajo lo hubiera hecho uno mismo cuando en realidad lo ha generado una máquina. Si logramos transmitir ese valor, los alumnos emplearán la tecnología de manera positiva y no negativa. Aun así, siempre habrá quienes intenten engañar, igual que ocurre con el uso del móvil en clase.