Gruesas, estrechas, rectas, arqueadas, espesas, finas, existen muchos tipos de cejas, aunque estas tienden a ser más o menos modificadas por cuestiones estéticas, como consecuencia de las modas y tendencias. Sin embargo, la función de las cejas es clara y cumplen con una tarea fundamental, ya que se trata de una protección, un complemento a las pestañas, según señala la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). El papel de estas consiste en mantener a raya al sudor que cae por la frente, al polvo e incluso a la radiación solar y otras potenciales agresiones del medio ambiente, explican desde la AEDV. No obstante, la importancia de las cejas no solo se queda ahí, sino que también tienen un cometido destacado en lo que respecta a la expresividad facial de las personas.
Un equipo de investigadores de la Universidad de York, en Reino Unido, reveló cómo la frente y las cejas de los seres humanos fueron evolucionando conforme estos profundizaron en su desarrollo social. Las conclusiones del estudio, publicado en el medio especializado ‘Nature Ecology & Evolution’, explican que la frente se fue aplanando, lo que permitió que las cejas se volvieran más visibles y adquirieran una mayor movilidad. De esta forma fue posible mejorar la expresividad facial, transmitiendo “emociones afiliativas sutiles”. Las cejas pasaron a desempeñar “un papel clave en la señalización social y la comunicación”, aseguran los investigadores. Esto supuso un factor relevante para facilitar la cooperación y la creación de sistemas sociales. Cada movimiento de las cejas cumple una función comunicativa.
¿Por qué las personas tienden a fruncir el ceño al hacer una pregunta?
Naomi Nota, investigadora de la Universidad de Radboud, en los Países Bajos, emprendió un estudio, junto a un equipo de especialistas, con el objetivo de indagar en las expresiones faciales de las personas. Con el objetivo de averiguar cómo se emplea el rostro durante el habla, analizaron 1.000 horas de grabaciones en vídeo de personas manteniendo una conversación entre ellas. Tras revisar cada fotograma, los análisis evidenciaron que las cejas desempeñan un papel fundamental cuando las personas hablan. De hecho, uno de los aspectos más llamativos para Naomi Nota tenía que ver con fruncir el ceño al hacer una pregunta.
“Observé que, al hacer una pregunta informativa, como '¿Qué harás mañana?' o '¿Dónde está la estación de tren?', la gente solía fruncir el ceño. Sobre todo, al principio de la pregunta. Sucede de forma inconsciente”, explica la investigadora. Los resultados del estudio apuntan a que se trata de un mecanismo que ayuda a identificar una pregunta con una mayor rapidez y precisión. Además, se observó que levantar las cejas al hacer una pregunta, en lugar de fruncirlas, también hacía más fácil la tarea de distinguirla de una afirmación. Esto facilita y agiliza la comunicación entre individuos.


