Desde el Tío Gilito y Cruella de Vil de Disney hasta Lex Luthor de DC Comics y el Sr. Burns de Los Simpson, hay muchos ejemplos de personas ricas que usan su dinero y poder de formas malvadas. Pero, ¿hay algo de verdad en el estereotipo de que los ricos son malos?
Existen muchas personas adineradas que actúan de manera benevolente, incluidos filántropos que donan gran parte de su dinero. Sin embargo, la investigación en psicología ha encontrado un vínculo claro entre la riqueza y el comportamiento poco ético, incluyendo una mayor tendencia a hacer trampa y robar.
Un estudio encontró que las personas ricas de clase alta tenían más probabilidades de centrarse egoístamente en sus propios intereses. Por el contrario, otro estudio halló que las personas de clases sociales bajas tendían a sentir más compasión por el sufrimiento de los demás.
Los investigadores también han comprobado que los conductores de coches caros son menos propensos a comportarse de manera altruista que otros conductores. Son menos propensos a reducir la velocidad para dejar pasar a los peatones o permitir que otros conductores se incorporen a la carretera.
También es más probable que conduzcan de manera agresiva y desobedezcan las normas de tráfico. Un estudio encontró que la probabilidad de que los conductores redujeran la velocidad para dejar pasar a los peatones disminuía un 3% por cada 1.000 dólares estadounidenses que valiera su coche.
Coche modelo Maserati en tricolor
Pero no se trata solo de que sean malos conductores. Un estudio de psicólogos finlandeses encontró que los propietarios de coches de lujo presentaban una mayor prevalencia de rasgos de personalidad negativos, como ser poco agradables, testarudos y carentes de empatía. En términos simples, parece que las personas ricas son menos propensas a ser altruistas.
¿Qué podría explicar este vínculo?
Tal vez la riqueza convierte a las personas en malas, aislándolas de los demás y haciéndolas más egoístas. O quizá las personas que ya son despiadadas y egoístas tienen más probabilidades de volverse extremadamente ricas.
Una forma de entenderlo es pensar en lo que los psicólogos llaman personalidades de la “tríada oscura”. Son personas que combinan rasgos de psicopatía, narcisismo y maquiavelismo (actuar de forma inmoral para obtener poder). Estos rasgos —que implican egoísmo y poca empatía— casi siempre se superponen y pueden ser difíciles de distinguir entre sí. Existen en un continuo dentro de la población.
La investigación muestra que las personas con rasgos de la tríada oscura tienden a poseer mayores niveles de estatus y riqueza. Un estudio que siguió a los participantes durante 15 años encontró que las personas con estos rasgos gravitaron hacia la cima de la jerarquía organizativa y eran más ricas.
De acuerdo con algunas estimaciones, la tasa de psicopatía clínica es tres veces mayor entre los miembros de juntas corporativas que en la población general. Además, los jóvenes con rasgos de la tríada oscura están sobrerrepresentados en cursos universitarios de negocios.
¿Por qué las personas malas buscan riqueza?
Sus límites psicológicos son tan fuertes que se sienten desconectados de los demás y del mundo, lo que puede ir acompañado de falta de empatía o conexión emocional.
Un efecto de este estado de desconexión es un sentido de carencia psicológica. Las personas se sienten incompletas, como si les faltara algo. Esto genera un impulso de acumular riqueza, estatus y poder como forma de compensación.
Por el contrario, las personas que sienten conexión con otros y con el mundo no sienten esa incompletitud y, por lo tanto, no tienden a desear poder o riqueza de manera intensa.
Negocios
Al mismo tiempo, la falta de empatía puede facilitar el éxito. Significa que puedes ser despiadado en la búsqueda de riqueza y estatus, manipulando y explotando a otros. Si otras personas sufren como resultado de tus acciones, eso no te afecta tanto. Sin empatía, no puedes percibir el sufrimiento que causas.
Así, la desconexión psicológica tiene dos efectos desastrosos: genera un fuerte deseo de riqueza y estatus, junto con la frialdad necesaria para conseguirlo fácilmente.
Riqueza y bienestar
Algunas personas se enriquecen por accidente, por tener ideas brillantes o incluso porque quieren usar su riqueza para beneficiar a otros. Pero dados los factores descritos, no es sorprendente que exista una alta incidencia de egoísmo entre los adinerados.
Los estudios citados implican que el vínculo parece ser proporcional: cuanto más rico es alguien, más probable es que posea rasgos de la tríada oscura. Y sabemos que la mayoría de estos rasgos, como la psicopatía, se asocian con niveles de felicidad similares o inferiores a los de otras personas. Una excepción es un tipo de narcisismo llamado narcisismo grandioso, que se vincula con mayor felicidad.
Numerosas investigaciones en psicología han mostrado solo una débil correlación entre riqueza y bienestar. Un estudio de 2010 de los premios Nobel Daniel Kahneman y Angus Deaton encontró que la felicidad aumentaba con los ingresos hasta unos 75.000 dólares al año (equivalente a 110.000 dólares en 2025), pero a partir de ese punto, hacerse más rico no aumenta la felicidad.
Investigaciones más recientes muestran resultados ligeramente distintos. Un estudio reciente de Kahneman y colegas indicó que la felicidad sigue aumentando con los ingresos para algunos ricos, pero no para una minoría infeliz. Otro estudio de 2022 encontró que el umbral en el que la felicidad se estabiliza depende del país: en sociedades con mayor desigualdad, el umbral era más alto.
Además, otro estudio de Kahneman y colaboradores mostró que para quienes estaban obsesionados con alcanzar éxito financiero, la satisfacción vital disminuía a medida que aumentaban sus ingresos.
En general, la evidencia sugiere que las personas ricas probablemente no logran la satisfacción que buscan solo con dinero. Su riqueza y estatus no eliminan su sensación de incompletitud.
Esto podría ser otra razón por la que los extremadamente ricos tienden a actuar de manera poco ética: su sensación de desconexión se hace más fuerte. En cambio, la investigación muestra un vínculo fuerte entre altruismo y bienestar. Quizá ahí sea donde deberíamos centrar nuestra atención: no en hacernos ricos, sino en ser amables.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.



