Marta González-Corró, médica: “La fruta no solo no provoca hígado graso, sino que puede tener un efecto protector”

Salud

También experta en nutrición, microbiota y salud intestinal, habló sobre la relación entre fructosa y hígado graso, un problema que no radica en la fruta

Marta González-Corró

Marta González-Corró

La médica y experta en nutrición y salud intestinal Marta González-Corró habló sobre la creciente incidencia del hígado graso no alcohólico (HGNA), una enfermedad metabólica que afecta a millones de personas en el mundo y que, según explicó, está vinculada al consumo excesivo de fructosa añadida.

“El hígado graso no alcohólico es hoy una de las enfermedades metabólicas más frecuentes en el mundo. Se asocia con obesidad, diabetes tipo 2 y síndrome metabólico, y afecta ya a millones de personas incluso jóvenes y delgadas”, señaló en su post de Instagram.

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Marta explicó que la fructosa es un tipo de azúcar simple presente de forma natural en frutas, verduras y miel, pero advirtió que “la que genera problemas es la fructosa añadida en alimentos ultraprocesados: jarabe de maíz de alta fructosa, bebidas azucaradas, bollería industrial, salsas y productos procesados”.

En estos productos, la fructosa se consume en grandes cantidades, sin fibra ni nutrientes protectores, lo que sobrecarga el hígado y contribuye al desarrollo de grasa hepática.

El hígado graso es una acumulación anómala de grasa en este órgano

El hígado graso es una acumulación anómala de grasa en este órgano

Getty Images/iStockphoto

A diferencia de la glucosa, que se distribuye a muchas células del cuerpo, la fructosa se metaboliza casi exclusivamente en el hígado, donde puede desencadenar varios mecanismos dañinos.

Entre esos mecanismos, la experta destacó tres procesos principales: la lipogénesis de novo, mediante la cual el hígado transforma la fructosa en ácidos grasos que se acumulan como triglicéridos; el estrés oxidativo e inflamación, por la producción de radicales libres y citocinas inflamatorias; y la resistencia a la insulina, que perpetúa el daño hepático.

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“Estudios científicos confirman que un consumo elevado de bebidas azucaradas y jarabes ricos en fructosa está asociado a mayor riesgo de HGNA y progresión hacia esteatosis avanzada”, apuntó Marta.

Para concluir, subrayó que la fructosa natural de la fruta no tiene el mismo efecto y, de hecho, puede ser protectora frente al daño hepático. “La fruta entera contiene fibra, agua, vitaminas, minerales y polifenoles. La fibra retrasa la absorción de azúcares y reduce el pico de fructosa en sangre, mientras que sus antioxidantes protegen frente al estrés oxidativo”, explicó.

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