Nuestro bienestar es esencial para proseguir en el día a día. En una sociedad cada vez más difícil de gestionar, tanto el cuerpo como la mente deben estar preparados para afrontar cualquier ocurrencia, de día y de noche. Sin embargo, la cabeza es a menudo un elemento olvidado. Tan pronto como nos despistamos, podemos encontrarnos sintiendo dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones.
Esta también puede provocar que le tengamos miedo a distintos aspectos de la vida, bloqueándonos e impidiéndonos cumplir nuestros sueños u objetivos. Sobre esta cuestión se pronunció recientemente Eva Bach, pedagoga manresana y autora de distintos libros sobre la materia. Durante una intervención en Aprendemos Juntos 2030, ciclo de conferencias del BBVA, la conferenciante expresaba la preocupación humana sobre el hecho de sentirse vulnerables.
“Nuestra capacidad de resiliencia, si es real, si no es fachada, nace de la vulnerabilidad. ¿Y qué es la vulnerabilidad? Significa etimológicamente capacidad de ser heridos. Todas las personas podemos ser heridas, y más los niños, niñas y adolescentes que no Han podido desarrollar los mecanismos de defensa que se supone que sí que deberíamos poder desarrollar los adultos. Pero también, aunque tengamos mecanismos de protección, también nosotros podemos ser heridos”, comentaba.
“Entonces, la vulnerabilidad es una cualidad humana inevitable, que hay que poder abrazar y poder aceptar, porque no siempre vamos a poder sentir lo que queremos sentir. No siempre vamos a poder escoger lo que queremos sentir. No siempre que la vida nos da limones vamos a poder hacer limonada. A veces no nos va a quedar más remedio que decir sí a aquello que sentimos, aunque nos resulte ingrato, aunque no queramos sentirlo”, añadía.
Cruzar el umbral
“Cuando somos capaces de este acto de humildad y de honestidad, algo se calma, algo profundo se calma”, concluía. Álvaro Bilbao, neuropsicólogo formado en el Hospital Johns Hopkins y el Kennedy Krieger Institute, también realizó una intervención en el ciclo de BBVA, centrándose en la necesidad de experimentar el fracaso para poder salir del paso en situaciones complicadas. La clave está en asumirlo para superarlo.
“Las cosas no siempre van a salir como las tienes planeadas. Y en esos momentos en los que experimentes fracaso, lo primero que tienes que saber es que el fracaso es algo natural. Es una parte natural del proceso de aprendizaje y tu cerebro cuenta con ello. Lo segundo es que esa energía que te dio la motivación y esa rabia que te da el fracaso lo puedes transformar en persistencia, que es la capacidad de seguir luchando por tus objetivos cuando te encuentras un obstáculo”, expresaba.


