Uno de los grandes problemas derivados de la alimentación empieza mirándose al espejo: creyendo que cierta comida “engorda” y se debería evitar como si fuera una plaga. De ahí que surjan una gran multitud de dietas y prácticas “milagrosas” para perder peso en poco tiempo. Una tendencia que aumenta de forma considerable en los últimos meses del año. Nochebuena y Nochevieja proporcionan excusas perfectas para comer sin control y después promover estos tratamientos, que sin base científica pueden hacer mucho daño al cuerpo.
Y es que reducir el número que muestra la báscula no es tan sencillo como dejar de comer, tomar un alimento que nadie conoce o practicar un ejercicio concreto durante un determinado número de días. Todo se reduce a una combinación de hábitos saludables y actividad física constante, de forma extendida en el tiempo. Así de claro lo dejaba el epidemiólogo Franco Berrino, en una entrevista con el periódico italiano Corriere della Sera. Desde su punto de vista, las dietas fallan de forma puntual y se deben seguir una serie de pautas precisas.
Una dieta equilibrada es fundamental para una microbiota equilibrada
“Ponerse a dieta no funciona, sobre todo si lo haces por tu cuenta y en épocas concretas del año, como al volver de las vacaciones. Lo que hay que hacer, en todo caso, es generar una cultura a largo plazo y adoptar hábitos saludables. Liberémonos, pues, de la esclavitud de pesar los alimentos y calcular las calorías”, explicaba a la publicación. El investigador recalcó la importancia de cuatro puntos clave para empezar a comer mejor y obtener un peso más estable.
“La primera regla es masticar. Numerosos estudios han descubierto que las personas con sobrepeso no mastican bien. Un estudio experimental que comparó a personas que mastican 15 veces con personas que mastican 40 veces cada bocado encontró un efecto diferente en las hormonas producidas por el tubo digestivo: al masticar durante más tiempo, el estómago produce menos grelina, la hormona que estimula el apetito. Varios estudios han descubierto que masticar mucho reduce el apetito y el deseo de comer”, comentaba.
Las frutas y verduras son esenciales para mejorar nuestro estado
Nada de alargarse
“La segunda regla es cenar temprano por la noche. Los estudios demuestran que dejar pasar al menos 14 horas entre la última comida del día y el desayuno de la mañana ayuda a perder peso. Además, es importante cenar ligero. Aún mejor sería saltársela. Es bueno comer durante el día y no por la noche. Con la invención de la luz eléctrica, la humanidad ha perdido la costumbre de armonizarse con el ritmo del sol. Quienes trabajan por la noche y también quienes duermen poco y mal tienen un mayor riesgo de engordar. Armonicémonos con los ritmos de la naturaleza”, añadía.
“La tercera regla es comer alimentos que ayuden a no engordar: equeñas dosis de kéfir, yogur y verduras fermentadas, también son recomendables para tener una microbiota eficiente”, apuntaba. Y por último, en cuarto lugar, comentaba la importancia de cortar con todo aquello que engorda: “En particular, los alimentos ultraprocesados por la industria como las patatas fritas, las bebidas azucaradas, las carnes procesadas, las carnes rojas, los zumos de fruta sin azúcar, las harinas refinadas, los dulces comerciales y la mantequilla”.


