Sentirse agotado una o dos horas después de comer es más común de lo que parece, incluso tras una noche de descanso reparador. El cuerpo, en apariencia, debería mantenerse activo y alerta, pero a menudo aparece “la somnolencia, la niebla mental o un apetito inesperado” que parece surgir de la nada.
Alexandre Olmos, médico internista, señala que la causa suele estar en lo que se ha ingerido minutos antes. “Hay comidas que roban energía en vez de dártela. Crees que estás comiendo bien, pero a las dos horas te sientes cansado, con niebla mental o con hambre de nuevo”, explica. Según Olmos, prestar atención a cómo responde el cuerpo tras cada comida puede ser la clave para recuperar vitalidad y concentración a lo largo del día.
El bajón después de comer: una realidad cotidiana
La culpa puede estar en lo que comes
“No es normal sentirse agotado tras cada comida, y probablemente la culpa no sea de tu cuerpo, sino de lo que estás comiendo”, afirma Olmos. Algunos alimentos, lejos de aportar energía, generan inflamación y picos de glucosa que terminan agotando al organismo. “Incluso comidas que parecen saludables pueden tener efectos que comprometen tu vitalidad”, añade.
Por eso, prestar atención a cómo responde tu cuerpo después de cada ingesta permite detectar patrones y ajustar la alimentación de forma más consciente, eligiendo lo que realmente nutre y mantiene alerta durante todo el día.
“No es normal sentirse agotado tras cada comida, y probablemente la culpa no sea de tu cuerpo, sino de lo que estás comiendo”
Picos rápidos, bajones inmediatos
1. Pan blanco y bollería
Alexandre Olmos advierte que el pan blanco y la bollería industrial provocan un aumento muy rápido de la glucosa en sangre, lo que a primera vista da la sensación de energía inmediata. Sin embargo, esta subida va seguida de una caída igual de rápida, dejando al cuerpo con fatiga, dificultad para concentrarse y un apetito renovado.
Según Olmos, estos alimentos generan una especie de montaña rusa metabólica que agota al organismo. Además, el efecto es aún más evidente si se consumen con frecuencia, ya que el cuerpo termina acostumbrándose a este ciclo de subidas y bajadas, afectando también al estado de ánimo y al rendimiento mental. Por eso, aunque sean alimentos cómodos y apetecibles, su consumo habitual puede socavar la energía que necesitamos para el resto del día.
Pan blanco y bollería: picos rápidos, bajones inmediatos
Energía pasajera
2. Zumos naturales
Los zumos naturales pueden parecer una opción saludable, pero según Olmos, tienen un efecto engañoso sobre la energía. Contienen gran cantidad de azúcares y muy poca fibra, lo que provoca un subidón rápido que desaparece con la misma velocidad.
Beber un vaso de zumo natural puede hacer que te sientas despierto durante unos minutos, pero a la hora o poco más vuelve la somnolencia y el apetito aumenta, lo que puede llevar a picar de nuevo y caer en un ciclo de fatiga constante. Por eso, Olmos recomienda combinar siempre estos zumos con alimentos que aporten fibra o proteína, para frenar los picos de glucosa y mantener la energía de forma estable.
Zumos naturales: energía pasajera
Inflamación silenciosa
3. Snacks light y ultraprocesados
Aunque los snacks light o ultraprocesados parezcan inocuos, Olmos advierte que su consumo frecuente puede tener efectos más profundos sobre la energía diaria. “Están cargados de aditivos, conservantes y azúcares ocultos que inflaman el intestino y afectan a las mitocondrias, las centrales energéticas de las células”, señala.
Al principio, este efecto es casi imperceptible, pero con el tiempo compromete la capacidad de mantener energía constante a lo largo del día, según explica Olmos. Además, estas alteraciones metabólicas interfieren con la absorción de nutrientes, lo que significa que el cuerpo no obtiene todo lo que necesita para funcionar correctamente, perpetuando la sensación de agotamiento.
Más allá de lo que parece saludable
Aunque muchos alimentos parezcan sanos a simple vista, Alexandre Olmos advierte que no todos actúan igual en nuestro organismo. “Puede que estés comiendo cosas que parecen sanas, pero que también están dañando tu cuerpo”, afirma. Según el internista, cada persona responde de manera distinta a los mismos alimentos, y lo que aporta energía a uno puede generar inflamación o fatiga en otro.
Para entender con precisión cómo reacciona tu cuerpo, Olmos recomienda los estudios epigenéticos, que permiten analizar la interacción entre la alimentación y la biología individual. Estos estudios, además de identificar qué alimentos favorecen tu energía y concentración, también generan un plan personalizado para ajustar la dieta y recuperar vitalidad de manera sostenible.
Además, acudir a profesionales de la salud y realizar pruebas específicas resulta fundamental cuando los episodios de cansancio se repiten. Observar cómo responde tu cuerpo frente a diferentes comidas permite tomar decisiones informadas, adaptando la alimentación a tus necesidades y optimizando la energía diaria sin recurrir a soluciones rápidas o genéricas.
En resumen, recuperar la energía después de comer es posible cuando prestamos atención a cómo reacciona nuestro cuerpo y elegimos alimentos que realmente lo nutran. Cada decisión alimentaria puede convertirse en un pequeño gesto que influye en la claridad mental, la concentración y la vitalidad diaria.


