Todas las parejas discuten, y las que dicen que no, mienten. Es lo más normal del mundo, pero esta idea, que a menudo se percibe como una señal de alarma, es en realidad una constante en cualquier relación íntima. La diferencia clave no está en la ausencia de conflictos, sino en la forma en la que se gestionan.
Así lo explica Arun Mansukhani, psicólogo y sexólogo, especializado en terapia de pareja, que insiste en desmontar uno de los grandes mitos del amor romántico: que las relaciones sanas son aquellas en las que no hay problemas.
Conflictos siempre va a haber, la clave está en como gestionarlos
Según ArunMansukhani, toda relación tiene conflictos y lo que distingue a las relaciones sanas de las que no lo son es que “resuelven los conflictos de forma constructiva”. Cuando esto ocurre, las personas “se acercan”, mientras que los conflictos mal gestionados generan el efecto contrario: distanciamiento, cierre emocional y desgaste progresivo del vínculo. No es el conflicto el que daña la relación, sino la manera de afrontarlo.
En las relaciones consideradas tóxicas las discusiones acaban mal
En las relaciones consideradas tóxicas, el desacuerdo suele convertirse en una lucha por imponer la propia versión de los hechos sin pensar en el otro. El objetivo deja de ser comprender a tu pareja para pasar a ser el hecho de ganar la discusión y quedar por encima. Y este enfoque, basado en la necesidad de tener razón, activa emociones intensas como la ira, el miedo o la culpa, que bloquean cualquier posibilidad de entendimiento. Mansukhani explica que entrar en un conflicto desde el “yo tengo razón y tú no” conduce casi inevitablemente a un desenlace destructivo.
Por el contrario, en las relaciones sanas el conflicto se entiende como una oportunidad para profundizar en el vínculo. Resolverlo implica aceptar que uno mismo no siempre tiene la razón y que la otra persona también está convencida de su propia versión. Este cambio de perspectiva permite pasar de la confrontación a la colaboración, y fomenta una comunicación más empática y abierta. “Profundizar en una relación es resolver conflictos de forma sana”, deja claro el psicólogo.
La ciencia respalda esta visión. Investigaciones sobre dinámicas de pareja muestran que no es la frecuencia de los conflictos lo que predice la estabilidad de una relación, sino la forma en que se gestionan. Las parejas que utilizan estrategias constructivas, como por ejemplo la validación emocional, la escucha activa o la búsqueda de soluciones compartidas, presentan mayores niveles de satisfacción y compromiso a largo plazo. Por el contrario, patrones como el desprecio, la crítica constante o la actitud defensiva se asocian con mayor probabilidad de ruptura.
El conflicto es inevitable y necesario para poder avanzar
Precisamente por eso Mansukhani insiste en que el conflicto no debe evitarse. “Los conflictos son inevitables y necesarios”, y huir de ellos solo aplaza el problema. Aprender a discutir de forma sana implica elegir el momento adecuado, regular las emociones y recordar que la pareja no es un enemigo, sino un aliado con una vivencia distinta de la misma realidad.
En definitiva, las relaciones sanas y fuertes no son aquellas que no han atravesado conflictos, sino aquellas capaces de afrontarlos y superarlos de la mano, sin destruirse.

