Laura Camps, escritora: “Por mucho dinero que te paguen, no vale la pena dedicar tantas horas al trabajo, porque la vida se mide en tiempo”
Entrevista
La escritora creativa y activista digital cuestiona el tiempo que pasamos en el trabajo y la idea de que deba ocupar el centro de nuestras vidas

Laura Camps de Agorreta

Para muchas personas, el trabajo es el lugar donde pasan la mayor parte de su día y al que acaban entregando no solo horas, sino también energía, salud y tiempo personal. En ese espacio de tensión constante entre productividad y vida privada, Laura Camps de Agorreta —activista digital y redactora creativa— se pregunta hasta qué punto vale la pena gastar tanta energía en el trabajo. Lo hace en su último libro No nos da la vid a (Bruguera), un ensayo sobre el tiempo que ha escrito “sin tiempo”, compaginándolo con la maternidad y su trabajo.
Defensora de la reducción de la jornada laboral, Camps analiza cómo se ha normalizado trabajar cada vez más sin que eso se traduzca en una mejora real de las condiciones de vida. Cuestiona el cansancio crónico y la idea de que el trabajo deba ocupar el centro de nuestras vidas, e invita a reflexionar sobre cómo hemos llegado hasta aquí y, sobre todo, qué futuro queremos construir. Porque, como ella misma señala, “el tiempo, una vez lo ganas, ya no lo quieres soltar”.
¿Cuáles cree que son las principales razones que llevan a muchas personas a permanecer en un trabajo con el que no se sienten satisfechas?
La ilusión por prosperar y el miedo a perder lo poco que tienes: el sueldo y, con él, la posibilidad de pagar la vivienda. Y aunque esa vivienda sea carísima, aunque te hayan subido el alquiler, compartas piso o arrastres mil problemas —como humedades que nunca se arreglan—, la perspectiva de vivir todavía peor resulta aterradora. Ese miedo, creo, inmoviliza bastante, sobre todo cuando tienes cargas familiares o personas dependientes, cuando no hay un colchón económico o no tienes a la familia cerca. Hay muchas casuísticas, claro, pero creo que el grueso de la población trabajadora se encuentra en alguna de estas situaciones, especialmente las personas de más edad.

¿Alguna vez ha sentido miedo a renunciar a su trabajo?
Por suerte, no. En mi caso ha influido mucho el hecho de tener a mis padres cerca y haber sentido siempre que, si me pasaba algo grave, podrían rescatarme. Y eso, desde luego, no es la realidad de todo el mundo. Además, en mis trabajos anteriores no tenía personas a cargo, lo que me daba cierta libertad para pensar: “No dependo de nadie, quizá me lo puedo permitir”. Ahora la situación es distinta: sí tengo personas a cargo y todo es más complejo.
No deberíamos dedicar tantas horas al trabajo; no vale la pena, porque la vida se mide en tiempo
Usted plantea que, si el trabajo no nos permite vivir mejor, no vale la pena dedicarle tantas horas...
Exacto. No deberíamos dedicar tantas horas al trabajo; no vale la pena. Incluso aunque nos permitiera vivir muy bien y ganar mucho dinero, no tendría sentido, porque la vida se mide en tiempo. Y si no tienes tiempo para ti, para hacer con él lo que te dé la gana, al final no estás viviendo: estás vendiendo tu vida a cambio de un dinero que nunca podrás gastar porque no tendrás tiempo. Además, la gran mayoría de la población trabajadora tiene sueldos absolutamente insuficientes para vivir; es decir, malvivimos. Así que la conclusión es clara: si no puedo llegar a fin de mes con este salario, al menos quiero tener tiempo. Porque, si no, no tengo nada.
¿Cree que la reducción de la jornada laboral es aplicable a todos los trabajos?
Es cierto que hay sectores en los que el presencialismo es importante, pero hay otros en los que no lo es. Pasamos muchas horas presencialmente en el trabajo sin estar realmente trabajando y, en esos casos, la reducción de jornada es perfectamente viable. Siempre digo que todas las madres trabajadoras somos la prueba de que se puede sacar el mismo trabajo en menos horas. Todas nos pedimos una reducción de jornada y seguimos teniendo la misma carga laboral, solo que tenemos que hacerla en menos tiempo y, encima, cobrando menos dinero.
Para mí, vivir es disponer del máximo de mi tiempo y poder hacer con él lo que quiera
¿Cree que el cansancio crónico y la falta de tiempo se han normalizado hasta convertirse en una forma de vida inevitable?
Estamos todas y todos muy cansados, y nuestra salud mental en el trabajo dista mucho de ser la ideal. Hay muchos pequeños síntomas que evidencian el nivel de estrés: dormir mal, despertarte siempre a la misma hora —por ejemplo, a las cuatro de la mañana— y ponerte a darle vueltas a las cosas.
Que esto ocurra a diario son microsíntomas claros de que algo no va bien en tu salud mental y que, probablemente, tiene que ver con el trabajo. El problema es que no tenemos ni formación ni información suficientes. Pero cuanto más hablemos de ello, más nos daremos cuenta de que no es normal, de que hay que solucionarlo, de que se puede solucionar y de que podemos estar mejor.

¿Qué opina del lema “si quieres, puedes”?
El “si quieres, puedes” implica que, si no puedes, es que no has querido lo suficiente, que no te has esforzado lo bastante o que no lo has hecho bien. Es decir: la culpa es tuya. Pero las cosas no se solucionan individualmente a base de esfuerzo, sino colectivamente.
Solo mejorando las condiciones materiales de vida de todo el mundo es como realmente mejoramos. Si garantizamos, por ejemplo, el acceso a la vivienda, esto lo cambia todo: la gente deja de vivir angustiada por el alquiler, reduce su ansiedad y deja de soportar condiciones laborales horrorosas por miedo a no poder pagar un techo.
En su libro explica que hoy en día existe una gran confusión en torno a las clases sociales. ¿A qué cree que se debe?
Poca gente admite ser de clase baja o trabajadora. Lo que ocurre es que la gente quiere estar en el grupo donde parece que está todo el mundo. La clase media funciona como ese gran cajón donde cabe casi cualquiera. Identificarse como clase baja implicaría hacerse preguntas incómodas sobre las propias condiciones de vida, así que resulta más cómodo quedarse ahí y sentir que no se está tan mal.
Sin embargo, cuando miramos los datos, vemos que mucha gente sabe, en el fondo, que no está en la clase media o, como mucho, en una clase media-baja. Y eso se nota en las pequeñas renuncias cotidianas: no poder poner la calefacción, no usar el aire acondicionado o no poder irse de vacaciones.
¿Qué significa para usted vivir?
Para mí, vivir es disponer del máximo de mi tiempo y poder hacer con él lo que quiera. Saber que, si tengo ocho horas al día para mí, cada día cuento con ocho horas para vivir como yo decida. Si solo trabajamos, dormimos y repetimos ese ciclo una y otra vez, en realidad nunca vivimos. La idea es romper ese bucle y poder vivir de verdad: trabajar menos, dormir más y tener más tiempo libre. Al final, todo se reduce al tiempo.

