Emma Beckett, profesora de la Universidad de Nueva Gales del Sur, recomienda no consumir solo proteínas: “Si no obtenemos suficientes, necesitamos descomponer cosas como los músculos”
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Los yogures es uno de los productos de los que más oferta en alta proteína existe
Uno de los principales estudios que organiza el Instituto Nacional de Estadística (INE) es la Encuesta de Condiciones de Vida. En 2022, su módulo de salud descubrió un interesante dato: el 37,7% de ciudadanos mayores de 16 años practican algún tipo de actividad física con regularidad. Una cifra que se situaba por encima de la media europea encuestada en 2020, con un 26,5%. Parte de esta actividad está acompañada del consumo de proteína, el cual ha incrementado considerablemente en los últimos años.
La palabra se ha asimilado sin complicaciones en nuestro vocabulario, sea en términos de dieta o de compra. Durante este 2025, se han multiplicado los productos alimentarios con extra de proteínas en el supermercado. Sean natillas, embutidos, batidos o hasta turrones, no existe alimento a día de hoy que no cuente con su versión proteica. Aun así, es importante no situarlas en un pedestal y convertirlas en nuestra principal prioridad. Emma Beckett, profesora de Nutrición en la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia), ha decidido analizar la cuestión.

Respondiendo a las preguntas del podcast de Food Chain, programa de la BBC, Beckett destacaba el papel esencial de la proteína ante su auge, promovido también por las dietas ultraprotéicas de TikTok. “Es un macronutriente esencial y su función en el cuerpo se centra en los componentes básicos. Es realmente interesante porque la almacenamos en los elementos que estamos utilizando, así que si no obtenemos suficiente, necesitamos descomponer cosas como los músculos y otras estructuras que cumplen funciones esenciales”, contaba.
Estas palabras buscaban defender el consumo de otros nutrientes para enriquecer nuestro cuerpo, como por ejemplo la fibra. “Una de sus funciones es su efecto laxante, ya que se desplaza por los intestinos y, básicamente, raspa el revestimiento intestinal, actuando como una escoba. Históricamente, e incluso ahora, creo que todavía queda un largo camino por recorrer para que las personas alcancen un nivel adecuado de fibra y lo superen”, aseguraba Karan Rajan, cirujano del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido.

Mejor mezclar
Una dieta rica en fibra está vinculada “con un menor riesgo de enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y diabetes tipo 2”. Sin embargo, la gente sigue sin consumirlas ni tampoco fomentar su consumo. “En el mundo de la nutrición, hablamos mucho sobre la idea del equilibrio. Y la gente se frustra porque no lo percibe como algo práctico, como sí lo es centrarse específicamente en un nutriente”, explicaba Beckett. Aun así, es complicado combatir contra el encanto de la proteína actual, dado que sus resultados son mucho más visibles.
“La proteína con fines estéticos puede ayudar a los hombres a desarrollar la musculatura que desean. En cambio, con la fibra, los hombres no pueden ver su corazón en el espejo. No pueden compararlo con el tamaño del corazón de otros hombres. A nadie en la playa le importa el aspecto de tu corazón. Por eso creo que muchos de estos productos tienen un componente de vanidad”, explicaba Paul Kita, subdirector de la revista Men's Health en Estados Unidos.

