Enrico Castroflorio, neurocientífico de la Universitat de les Illes Balears, desvela un nuevo beneficio de hacer deporte: “Estamos ayudando a nuestro cerebro a renovarse”
Conexión
El encéfalo recibe componentes químicos que ayudan a desarrollar nuevas células
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Haciendo ejercicio en la playa de Castelldefels
Según detalla la Encuesta de Condiciones de Vida, realizada por el Instituto Nacional de Estadística en 2022, solo un 37,7% de ciudadanos de 16 años o más practican algún tipo de actividad física al aire libre. Aunque la cifra es superior a la de la Encuesta Europea de Salud llevada a cabo en 2020 (26,5%), la realidad es que sigue habiendo un gran porcentaje de población española que practica el sedentarismo. Los factores que explican estas condiciones son varios, desde la dieta hasta la incidencia de las redes sociales.
En los últimos años, las figuras que divulgan su rutina se han multiplicado, elevando unos estándares para la población media que, a día de hoy, los considera inalcanzables. Sin embargo, al no mantener nuestros músculos entrenados, de rebote le estamos haciendo un flaco favor a nuestro cerebro. Enrico Castroflorio, neurocientífico especializado en función sináptica y lípidos de la Universitat de les Illes Balears, detallaba en The Conversation las claves de esta conexión. Un vínculo que se ha contado al mundo mediante un estudio publicado en Brain Research.

La investigación ha identificado el mecanismo por el cual la actividad física estimula la creación de nuevas neuronas en el encéfalo. “La clave está en unas diminutas partículas llamadas vesículas extracelulares, que viajan por la sangre y llevan mensajes desde los músculos hasta el cerebro (…) Al inyectar en ratones sedentarios vesículas extracelulares obtenidas de ejemplares que habían hecho ejercicio, el cerebro de los primeros empezó a generar más neuronas nuevas, como si ellos también hubieran llevado a cabo una intensa actividad”.
Castroflorio comparaba el funcionamiento de estas vesículas como el de paquetes de mensajería: “Las células las envían al exterior cargadas con proteínas y fragmentos de ARN, entre otras moléculas. Entonces viajan a través de la sangre hasta otras células y les entregan sus ‘instrucciones químicas’”. El ejercicio físico las genera en una gran cantidad dentro de nuestro sistema, y el estudio de Brain Research ha constatado que algunas de estas son capaces de llegar a nuestro cerebro, activando procesos de renovación neuronal.

Dudas por delante
“El trabajo también mostró que el efecto no se debía a una mayor irrigación cerebral ni a cambios en los vasos sanguíneos, sino a un mecanismo más sofisticado. Este descubrimiento revela que el cuerpo ‘habla’ todo el tiempo con el cerebro, que no es el único que manda en esta relación. Al movernos, nuestro cuerpo quema calorías y, además, libera señales químicas que influyen directamente en el funcionamiento del centro del sistema nervioso”, explicaba Castroflorio. Sin embargo, todavía quedan cuestiones por resolver.
Por ejemplo, todavía no se sabe con exactitud cómo llegan estas vesículas al cerebro, ni tampoco que clase de moléculas transportan. Lo único que los científicos llegaron a averiguar era que contenían proteínas “que ayudan al cerebro a adaptarse, protegerse y formar nuevas conexiones”. También queda la duda de si las vesículas “actúan directamente sobre el cerebro o si antes desencadenan respuestas en otros órganos, como el hígado o el sistema inmunitario, que luego repercuten en el sistema nervioso”.

