Lorenza Luti: “El mundo no podría vivir sin plástico; es para toda la vida”
Entrevista
Nieta de los fundadores de Kartell, Lorenza Luti lidera el marketing de una de las firmas italianas más influyentes del diseño
El plástico que cambió para siempre el diseño moderno
Lorenza Luti, tercera generación de la empresa de diseño italiano Kartell
El plástico forma parte de nuestro día a día en el hogar: sillas, mesas, lámparas… Pero hace siete décadas, su entrada en los hogares italianos fue un pequeño milagro moderno. En 1951, Kartell desafió la tradición y llenó casas acostumbradas al mueble clásico con objetos ligeros, coloridos y revolucionarios, cambiando para siempre la manera de habitar. En Italia y en el mundo entero.
Hoy, el plástico facilita nuestra vida cotidiana, aunque también enfrenta importantes desafíos en sostenibilidad. Conversamos en Noviglio, a las afueras de Milán, sede de la compañía Kartell, con Lorenza Luti, nieta de los fundadores visionarios, Giulio Castelli, ingeniero químico formado por el Nobel Giulio Natta, y su esposa Anna Castelli Ferrieri, una de las primeras arquitectas del Politécnico de Milán. Lorenza dirige el área de marketing y retail de la empresa, mientras su hermano Federico se encarga de la dirección comercial global.
¿Siente el peso de la herencia de Kartell? ¿Lo vive como una responsabilidad o como una motivación?
Ya el hecho de ser dos y tener un hermano es bueno porque confrontas y compartes la responsabilidad. Por un lado es una gran oportunidad porque no todos tienen la suerte de tener una empresa familiar que continuar, y sobre todo al principio te permite ver todos los lados de la empresa. Me ha ayudado mucho el éxito que tuvo mi abuelo, que, nos trajo muchísimas novedades, y el de mi padre y por eso tienes que mantener los estándares. Es difícil, especialmente ahora que hay algunos problemas en el mundo, pero lo bueno es que somos muy flexibles como empresa familiar, así que si hay una crisis nos contraemos, reducimos los costos, y somos más flexibles.
¿Cómo recuerda a su abuelo?
Lo disfruté al menos 25 años de mi vida. Era supercurioso, hacía un montón de preguntas, experimentaba mucho, era simpatiquísimo y estaba muy ligado al mundo del diseño. Él me hizo conocer a mucha gente, como Magistretti. Una vez hicimos un tour por la Triennale con Magistretti y todos me decían: “Acuérdate de que eres muy afortunada de tener un maestro que te explica”. En ese momento no me daba cuenta, para mí era normal, pero conocí a muchas personas gracias a él. Porque además, el padre de mi abuela era una persona muy importante a nivel cultural, conocía a todos los escritores, por eso ella vivió en una familia donde no importaba si eras mujer u hombre, podías hacer cualquier cosa, y eso siempre nos lo transmitió: que basta con esforzarse y se puede hacer todo.
Lorenza Luti es una enamorada de Milán, pero también de los viajes
Tengo la impresión es de que su abuela Anna Castelli era el alma de Kartell con su visión del diseño.
Sí, fue durante muchos años la persona que diseñó toda la colección, era su creativa. Diseñó el Componibili y aún nos asombra el éxito que tiene todavía, es un super longseller increíble. Es realmente impresionante porque cambió la función, creó un cilindro que podía ir a cualquier parte. En esos años cambiaba la forma de vivir la casa, que se hacían más pequeñas, más versátiles, la gente iba a vivir sola. Y esos objetos podían ir realmente a todos lados: al baño, a la sala, a la mesita de noche… Ahora lo hacemos mil colores y experimentamos con materiales diferentes.
¿Su abuela era cariñosa?
Mucho, sí, pero muy fuerte. No era la abuela típica. Ella te llevaba por ahí, te enseñaba. Cuando aún íbamos a la escuela, íbamos un día a la semana a comer con ella. Porque ella quería hablar, quería debatir. Era como una esponja, siempre buscando feedback, especialmente para la creatividad. Además escribía muchísimo, se quedaba hasta las tres de la mañana siempre escribiendo, y sabía un montón de idiomas para su época, inglés, francés y alemán. Era muy culta.
Entrada al museo Kartell, en Noviglio, a las afueras de Milán
Usted está a cargo de la estrategia de marketing de Kartell desde hace más de 20 años. ¿Cómo ha evolucionado su rol dentro de empresa?
Empecé a trabajar en Kartell en el 2003 con mi padre y mi hermano. De la parte del trabajo más bonita se ocupa mi padre, que está en contacto con todos los diseñadores. Y luego con mi hermano y mi padre hacemos también la parte más financiera. Estudié Economía y así que en realidad es bueno porque cada uno tiene un rol, pero al final hacemos también mucho trabajo juntos.
Su padre, Claudio Luti, sigue al pie del cañón, entonces…
Mi padre viene algunas veces y hacemos muchas reuniones juntos. Siempre que hay diseñadores es muy divertido, creativo y entretenido. Decidimos la colección, los proyectos, y hacia dónde queremos llevar el catálogo de Kartell en los próximos diez años. Cada día es una evolución, buscando hacer más y mejor, también en la comunicación: toda la parte digital, los contenidos, las fotos, las imágenes y los vídeos los producimos internamente.
Kartell siempre ha cuidado mucho también su imagen grafica.
Desde el inicio, la imagen y la marca han sido muy importantes. Hemos cuidado mucho la parte del producto, pero también la imagen y el contacto con el público. Siempre intentamos que el branding y la manera en que se presenta la marca, los catálogos y las fotos sean algo diferente acercando nuestro mundo a la moda, el arte, porque Kartell no es un negocio tradicional.
¿Qué ha aprendido de su padre?
Yo he trabajado siempre, desde que empecé, siempre cerca de él, así que he aprendido mucho. Una cosa que he aprendido es a no conformarse con hacer algo igual que antes, sino intentar hacerlo mejor, o también entender cómo hacerlo diferente para mejorar o encontrar un camino para el futuro, no aferrarse demasiado a lo que ya hiciste antes. Él nunca está contento, siempre es exigente, siempre quiere hacer un producto más innovador, una mejor tecnología, encontrar un material que aún no hayamos explorado. Nuestra divisa es la innovación. Innovación en la colección, en la distribución y en todo lo que se hace, incluso en la comunicación.
Lorenza y Federico Luti, con su padre, Claudio Luti
Su padre venía del mundo de la moda. ¿Esto ha influenciado a Kartell?
En mi opinión, un poco sí, porque sobre todo las tiendas las hemos trabajado como lo hacen en la moda, con tiendas monomarca y atención al escaparatismo, para atraer al cliente final y mostrale el producto. Una vez hicimos uno con todos los productos en negro. También colaboramos con empresas de moda y con otras que no lo son. Por ejemplo, usamos los residuos de las cápsulas de Illy para hacer las sillas. Eso también es una manera italiana típica de trabajar, esta vez alrededor del café. Ah, sí, me das tu material que tiras para hacer la silla.
Kartell es sinónimo de diseño italiano, pero también de innovación. ¿Cómo mantiene el equilibrio entre forma, función e innovación?
Los diseñadores no reciben un briefing, pueden expresar su creatividad. Tenemos un equipo en el que confiamos, muy bueno, pero producimos solo el 10% de lo que diseñan, porque tienes que estar muy convencido de que no sirve nada más, no basta con decir que lo ha diseñado Philippe Starck para hacerlo. Así que cuando añades un producto a la colección es porque tú y el diseñador crees mucho en él. Por eso es un trabajo realmente a cuatro manos, con máxima creatividad de su parte y de la nuestra, con know-how, tecnología, inversión, y siempre buscando hacer algo mejor en lo que todos estamos muy convencidos. Cada cosa está muy bien pensada.
¿Cómo eligen a los diseñadores con los que trabajan?
Casi siempre es una cuestión de relación. A veces hablamos durante mucho tiempo antes de diseñar y luego entran a formar parte de la familia. Así que nos conocemos muy bien, ellos entienden cómo trabajamos y producimos. Porque algunas formas no se pueden hacer o son más desafiantes. Se parte realmente de un conocimiento para luego hacer un diseño y trabajar juntos. Y nos gusta trabajar de forma continua, aunque no haya un proyecto, al menos cada mes nos reunimos. No es “ok, con este hago uno y ya está”.
¿Cuál cree que es el producto más icónico de Kartell?
Muchos, el Componibili seguro, las sillas transparentes Louis Ghost y Victoria, la lámpara Bourgi, también la Masters, y ahora la familia AI. Lo bonito es que no somos nosotros quienes decidimos qué es icónico, sino el público. Y eso es bellísimo. Y nuestras tiendas alrededor del mundo han ayudado mucho a que estos productos se vuelvan importantes.
¿Cuántas tiendas tienen en el mundo?
Tenemos alrededor de 650 espacios Kartell y 75 tiendas monomarca. Este año tenemos la meta de abrir entre 15 y 29. Ya hemos abierto cinco, ahora hay otras siete que abrirán entre aquí y septiembre, así que muchas. Para nosotros es muy importante, porque es como trabajar en la colección por un lado y por otro lado hacer que la colección se vea en los escaparates.
El plástico no tiene buena reputación. ¿Cómo lo defendería?
El mundo no podría vivir sin plástico, piensa en los hospitales. Por nuestra parte tenemos un producto que dura toda la vida, en nuestro manifiesto explicamos que una silla debería ir a un museo y no a la basura. Esa es la primera cosa fundamental. Luego trabajamos en innovación y materiales. Y cada vez más, en la sostenibilidad del packaging y el transporte. El plástico es muy ligero, lo que reduce mucho el CO2 en transporte, así que hay muchas formas de trabajar con él. Creo que la gente ya ha entendido un poco los valores de este material. Es importante contarlo bien.
¿En qué consiste la colección Kartell of the Planet, enfocada en materiales sostenibles?
En los materiales plásticos hay muchísimas opciones y cada año tenemos nuevos biomateriales. Creo que es muy importante trabajar con reciclado, tomar materiales que ya se desechan y usarlos para hacer algo bonito y estético. Trabajamos muchísimo con materiales reciclados del mundo del automóvil, electrodomésticos o también con cápsulas de café. En cuanto a la transparencia, la hacemos con policarbonato, lo llamamos 2.0, donde el 65, casi 70% del material es renovable.
¿Es difícil conseguir transparencia?
Sí, ahora hemos logrado hacer transparencia con material reciclado en pequeños objetos. Esto es una gran novedad. El material viene del waste.
Sí, si no hubiera estudiado economía, ¿qué habría hecho?
Tal vez arquitectura. Estaba indecisa entre economía y arquitectura, pero luego pensé que no era tan buena dibujando. En realidad, mi abuela me dijo que no es necesario dibujar bien. Puedes ser arquitecta sin... porque dibujar a mano es diferente, porque dibujar con tablas aprendes. Ahora también hay ordenador, antes estaba el Tecnigrafo. Pero no sé por qué decidí economía. Tal vez tenía miedo de no ser lo suficientemente buena.
¿Y qué enseñanza o valor le gustaría transmitir a sus hijas?
Primero que hagan lo que les gusta, porque si tienes que hacer un trabajo, también debe gustarte, porque si no no es bueno. También que encuentren también su propio camino. Yo siempre estoy ahí para ayudar, porque si quieren apoyo, siempre estamos ahí como familia. Pero que prueben a hacer cosas que les gustan. Y que no se rindan. Si quieres hacer algo, al final lo consigues.
Espero que a ellas les guste tal vez hacer algo en diseño.
A una de mis hijas parece que le atrae el diseño de interiores. Tal vez se incline por la arquitectura, no sé.
¿Y en su casa? ¿Tiene muchos muebles de Kartell?
Me gusta mezclar, de Kartell, pero también de otras marcas, un poco de familia. He comprado dos sillones que eran de la abuela. Luego otras cosas, no he hecho todo de golpe. Es decir, incluso este año he encontrado cuadros que me gustaban y he pintado una pared que estaba blanca desde hace 15 años porque no encontraba lo que me gustaba. Entonces, tal vez tomar las cosas poco a poco y traerlas a casa, también de los viajes, siempre traer algo de los viajes. Y a mí, me gusta mucho Kartell mezclado con otros materiales. Por ejemplo, mi mesa de comedor me la regaló mi madre. Antes tenía la mesa de casa, de hierro, es francesa, pero con las sillas, y luego en la cabecera tal vez dos sillones más tapizados, un banco, y realmente mezclar todo. Tal vez un sofá viejo, pero luego tengo los sillones de Stark y dos de la abuela, y hacer una mezcla.
¿Su pieza favorita?
Ahora me gusta mucho esa lámpara Kabuki. La tengo grande y pequeña en casa. La encuentro como una pieza de arte. Sí, es como un capricho, está hecha con un molde que parece un diamante. Es impresionante ese molde. Es un típico objeto Kartell porque está diseñada con mucha tecnología. Es uno de los productos nuevos que ha tenido más éxito en los últimos diez años.
Es muy compleja.
En realidad fue complicado al principio pensar cómo hacerla, pero luego no es complicado fabricarla. Fue difícil al principio pensar en el molde..
Si tuviera que definir Kartell con una palabra, ¿cuál sería?
Innovación. Nosotros siempre miramos hacia delante. Intentamos cambiar y avanzar.
¿Qué legado quisiera dejar en el mundo del diseño?
Lo más bonito sería tener un escaparate en todo el mundo, en todas las ciudades más importantes con piezas reconocidas, icónicas, obviamente no pueden ser todas, pero ya tenemos muchas y eso es fantástico. Y sin duda quisiera que la pieza de mi abuela permanezca durante muchos años en museos y en el mundo del diseño.
¿Cuántas piezas tienen en el catálogo?
50 colecciones, luego cada pieza tiene varios colores y formas, según yo al menos 5.000. La colección es enorme, ahora es algo que ha evolucionado mucho porque hace veinte años eran muchas sillas, bueno, la iluminación siempre fue importante, ahora tenemos de todo: autores, mesas, tapizados, luces, también alfombras, cualquier cosa para la casa excepto cocina y armarios.
¿Una frase o lema que le guíe?
Nada es imposible. Eso me lo decía mi abuela, que tienes que intentar hacer todo, no debes detenerte, si no puedes, lo vuelves a intentar.
Es muy difícil hacer siempre algo nuevo”
¿El tiempo siempre ayuda?
Hemos hecho productos que antes no se podían hacer por la tecnología, como los de Ettore Sottsass. Teníamos dibujos de Sottsass que cuando los presentó mi padre no se podían hacer por la tecnología y los hicimos en 2000 porque se podían hacer esas formas cerradas y las creamos. También el famoso sillón de Gio Colombo, el sillón, antes sólo se podía hacer en madera y luego lo hicimos en material plástico transparente, entonces hay cosas que tengo muchos dibujos, incluso de mi abuela, muchísimos que no hemos realizado y tal vez en el futuro se puedan hacer.
Tecnología siempre.
Trabajamos mucho y nos gusta experimentar mucho. Intentamos no quedarnos en la zona de confort sino intentar hacer siempre algo nuevo que no hayamos hecho, avanzar. Eso lo hacemos siempre en producto y colección. Esa es también la fuerza de Kartell. Y no debe perderse porque es muy difícil hacer siempre algo nuevo. Todos dicen, no, así está seguro, sí, pero yo quiero probar, luego vemos cómo se hace
¿Kartell tiene un departamento anticopias?
Tenemos un departamento legal que trabaja mucho en eso, pero también hemos tenido algunas satisfacciones, especialmente en Europa. Ahora las aduanas reconocen un poco las copias y hemos destruido, en realidad, más de 20.000 lámparas copiadas de China. Las instituciones nos están ayudando un poco. Hace algunos años destruyeron dos moldes en China. Recuerdo que hace muchos años conocí a una señora que era de marketing de Louis Vuitton y cuando le decías que vendían bolsos en la playa o en la calle, ella decía que si venden copias es que tienes éxito. Por eso intentamos siempre hacer algo nuevo porque así es difícil copiar y hacer esas inversiones, tanto inversión como tecnología. Porque cuando hacen cosas nuestras, a veces usan materiales de menor calidad, con cosas que tecnológicamente no cubrimos o no se ven, entonces la copia es un problema porque disminuye el producto.
¿Hay un perfume especial que le evoque un recuerdo o emoción?
Recuerdo cuando iba a casa de mis abuelos y subía en el ascensor y sentía el perfume de la abuela. Sabía que estaba llegando. Eso lo recuerdo y ahora me pasa con mi madre. Ella usa Mitsouko, de Gerlain, es buenísimo. Cuando lo huelo me acuerdo de inmediato.
¿Y la abuela, cuál era su perfume?
Creo que era Chanel. Pero tengo que preguntarle a mi madre. Porque era justo... Sabías que entrabas en esa casa por el ascensor.
¿Qué le hace feliz?
Lo bonito de nuestro trabajo es que siempre estamos rodeados de creatividad. Trabajar con producto, con diseño, es realmente estimulante. Disfruto mucho lo que hago, y también valoro profundamente el tiempo en familia. Pasamos muchos momentos juntos; mis padres están muy presentes y les encanta estar con sus nietos, así que solemos compartir también las vacaciones. A veces bromeamos, porque mi madre dice —con un punto de celos— que veo más a mi padre que a ella. Y tiene razón: con él comparto no solo la vida familiar, sino también la profesional.
¿Qué le gusta hacer para relajarse?
Viajar.
¿Su lugar favorito?
En Italia tenemos una casa junto al mar. Cuando salgo al jardín me parece como un paraíso porque te relajas, es paz total. Cada fin de semana nos vamos porque salir de Milán el fin de semana realmente te da tranquilidad. Y con mi familia viajamos por el mundo. Cada año elegimos un destino. Hago mucha investigación sobre lugares bonitos, viajes, hoteles donde me gustaría ir y lo anoto todo. Me gusta mucho investigar.
Un lugar con encanto
El Magna Pars l' Hotel à Parfum de Milán. Los dueños son amigos de la familia y el año pasado les renovamos la terraza. Es una vieja fábrica de perfumes transformada en hotel donde come muy bien.
¿Su lugar favorito en Milán?
Amo profundamente Milán. Toda mi familia tiene un vínculo muy fuerte con esta ciudad: nacimos aquí y, al ser una ciudad relativamente pequeña, se vive intensamente, día a día. Es hermosa, especialmente desde la Expo 2015; se siente más viva, más abierta. En esta época del año, con el buen tiempo, la gente sale mucho, y por las noches la ciudad tiene una energía encantadora. Uno de mis rincones preferidos es la zona de Santa Maria delle Grazie. Mis hijos van al colegio allí, y cada mañana aprovecho para tomarme un café en la plaza. Siempre les digo: “Son muy afortunados de ver esto todos los días”. Hay personas que viajan una sola vez en la vida para conocer esta iglesia, esta plaza, y vosotros la cruzáis cada mañana. Lo que me fascina de esa zona es que está llena de jardines secretos y es maravilloso poder entrar y descubrirlos
¿Existe un objeto, otro diseño que le hubiera gustado que firmara Kartell?
Algunas lámparas de Flos me gustan mucho. También la Caboche de Patricia Urquiola para Foscarini es perfecta para Kartell y me gusta mucho la mesa Tulip de Knoll. Piero Lissoni me regaló una Superleggera cuando me casé. Es de Cassina, pero también es muy Kartell.