Hay un edificio que no se deja ver a simple vista. Se esconde entre la vegetación espesa que cubre la ladera del monte Igeldo, en San Sebastián. Pero, si uno se fija bien, allí está: el único Relais & Châteaux de la ciudad, premiado con el A+ by Daikin en 2021. Su nombre es Akelarre; se trata de un edificio singular en una ubicación inmejorable, pensado para crear una experiencia completa, de esas que se recuerdan mucho después de haber terminado.
Pero vamos al principio. Todo comenzó un 31 de julio de 1970, cuando abrió sus puertas el restaurante Akelarre, justo al lado de la legendaria discoteca KU. En aquellos años, por allí desfilaban lo mejor de la época. No sería hasta 1975 cuando el chef Pedro Subijana se sumó al proyecto, tomó las riendas de la cocina y, con el tiempo, llegaron los reconocimientos.
Akelarre
El único Relais & Châteaux de San Sebastián
En 1978 les otorgaron su primera estrella Michelin. Y, apenas dos años más tarde, Pedro y su mujer compraron el restaurante. Apostaron por un sueño. Siguieron creciendo y, en 1982, llegó la segunda estrella. Poco a poco fueron ampliando el lugar, incorporando edificios y terrenos cercanos. Abrieron también un comedor para eventos, el Oteiza, en homenaje al escultor Jorge Oteiza.
Pasaron 25 años y llegó la tercera estrella Michelin. Fue entonces cuando surgió una idea que llevaba tiempo rondando: construir un hotel. Un lugar que completara la experiencia Akelarre. El proyecto tardó en materializarse, pero finalmente vio la luz en 2017.

Una de las habitaciones con grandes ventanales y vistas al mar Cantábrico
Desde el primer momento, lo tuvieron claro: querían un edificio que se integrara en el paisaje. Utilizaron piedra, madera y metal —materiales nobles, resistentes— para construir una estructura que emerge de la ladera en forma de cuatro cubículos, en cuyo interior se encuentran las habitaciones de grandes ventanales, orientados al mar, por donde entra la luz de sol. En total, hay 22 habitaciones distribuidas en dos niveles. Todas con terraza desde donde ver cómo los acantilados de Bizkaia se dibujan a lo lejos. El interior es un homenaje a la calma: maderas nobles, tejidos suaves, detalles que invitan al descanso, en tres categorías: Doble Horizonte (45 m²); Deluxe Panorámica (65 m²) y Akelarre Suite Océano (100 m²).
Encima de estos cubos, hay un conjunto de terrazas, con jardines de plantas aromáticas que conducen al restaurante Espazio Oteiza, que ofrece una propuesta gastronómica insuperable.

Sobre los cubículos se ubican las terrazas con jardines de plantas aromáticas
Aunque Akelarre es, sin duda, un templo de la alta gastronomía, también es un lugar en el que hacer una pausa, un refugio de bienestar y calma absoluta (también para clientes no alojados). Han dedicado 800 m² a un espacio wellness concebido para restaurar el equilibrio físico y mental. Y es que, solo con cruzar sus puertas, ya se percibe esa atmósfera de calma envolvente. La piscina interior, con circuito de hidromasaje para soltar tensiones; sauna seca y hammam para una limpieza profunda; y zona de relax, con vistas espectaculares del Cantábrico, para olvidar el estrés.
En sus cabinas de tratamiento se ofrecen desde masajes relajantes y terapéuticos hasta tratamientos ayurvédicos. La piel también recibe su dosis de mimo: faciales con la cosmética exquisita de Sisley Paris y Valmont, envolturas sensoriales, peelings pensados para renovar, purificar e hidratar la piel en profundidad.

En el spa hay una zona de relax con vistas fantásticas
Algunas experiencias tienen un toque especial, como El Mar en su Piel, una exfoliación revitalizante con barros costeros y sales del mar Muerto que despierta la energía dormida. O la Sagardoa Experience, que rinde homenaje a la tradición sidrera vasca con un masaje a base de manzanas autóctonas, dejando en el cuerpo una sensación fresca y tonificante. Y Bienestar Profundo, un viaje multisensorial que estimula el olfato, el oído y el tacto, combinando plumas ligeras y pindas de hierbas aromáticas.