La edición 2025 del Mad Cool ha vuelto a demostrar que los festivales son mucho más que música en directo. Los conciertos son el corazón del evento —y vaya si han latido fuerte este año con actuaciones memorables como la de Olivia Rodrigo, Nine Inch Nails o Gracie Abrams—, pero lo que hace que un festival se quede en la memoria son los detalles que lo rodean, esas experiencias que no esperas y que terminan marcando tu paso por el recinto, algo en lo que, un año más, Mahou ha dado de qué hablar.
Efectivamente, una de esas sorpresas fue la aparición estelar del espacio Mahou y su colaboración con El juego del calamar. Sí, la cervecera líder ha colaborado con la plataforma y el fenómeno coreano que revoluciona el mundo para, no solo deleitarnos con dos ediciones limitadas de sus ya icónicas latas -Mahou Clásica y Mahou Cinco Estrellas- sino, que ha traspasado pantallas para instalarse, por unos días, en medio del calor madrileño, como un escenario más de uno de los festivales más emblemáticos de la ciudad.

Interior del festival en su edición 2025
La cervecera madrileña, que acostumbra a volcarse con el festival, este 2025 ha sorprendido convirtiendo a los festivaleros en jugadores reales del juego coreano del que todo el mundo habla y ha logrado arrancar sonrisas, gritos de emoción y muchas fotos.
Esta activación tiene como sede, como en anteriores ediciones del festival, la zona Vibra Mahou: un punto de referencia en el Mad Cool para los amantes de la diversión y las experiencias cinco estrellas. Esta vez el sitio de encuentro se convirtió, no una sino tres veces al día, en un terreno de juego en toda regla.

Trabajadores vestidos bajo los atuendos de la serie coreana
El pistoletazo de salida se dio con el reclutamiento de 200 afortunados elegidos al azar en cada una de las activaciones, que fueron conducidos por los famosos pink guardians de El juego del calamar hasta sus puestos a la vez que el espacio Mahou cerraba sus cortinas al resto del recinto. Tras la toma de una foto al más puro estilo del juego, para tener a todos los jugadores controlados, era momento de comenzar las pruebas, en las que, progresivamente se les iban eliminando.
Mahou Roja, Mahou Verde fue el primer juego al que enfrentarse, una nueva versión del juego de la música: cuando esta para tienes que quedarte quieto. Este fue seguido de otras dos pruebas eliminatorias: Las anillas del calamar y el Hula Hoop. La última prueba, la decisiva, fue únicamente para aquellos cinco finalistas que quedaran en pie: una batalla de baile acompañados de la mejor música del festival.
La última prueba, la decisiva, fue únicamente para aquellos cinco finalistas que quedaran en pie: una batalla de baile acompañados de la mejor música del festival
Más allá de los regalos, a los que optaron los afortunados que pudieron jugar, lo que realmente se ganó fue el entusiasmo colectivo dentro y fuera del espacio. Mientras los participantes trataban de eclipsar a sus rivales con sus mejores pasos de baile, el resto del público animaba desde fuera.
Esta activación se integró de forma orgánica en la dinámica del festival. Una opción que añadía algo diferente a su recorrido entre escenarios. Al final, entre concierto y concierto, no viene mal parar, refrescarse con una Mahou bien fría, y, por qué no, participar o ver cómo otros se meten de lleno en una especie de reality show.
Más allá de los regalos, lo que realmente ganó, fue el entusiasmo colectivo dentro y fuera del espacio
Además, Dj Nano fue el encargado de poner el broche final a este punto de encuentro una vez las activaciones de la serie llegaron a su punto final por ese día. Una propuesta de música que, sin duda, añade aún más valor a la escena festivalera del fin de semana.
Y es que si algo ha definido esta edición del Mad Cool ha sido precisamente eso: la mezcla de estímulos. Por un lado, un cartel musical potente y equilibrado, con nombres que abarcaban distintos géneros y generaciones. Por otro, una serie de experiencias paralelas de la mano de Vibra Mahou que permitían vivir el festival desde otros ángulos.