Creció rodeado de maquetas y planos. Es hijo de Pascuala Campos y César Portela (Premio Nacional de Arquitectura 1999), arquitectos los dos. Lo lleva en la sangre y en la crianza, pero hay en él también un ímpetu de cambio, una voluntad por no repetir el trabajo materno-paterno. Estudió la misma carrera que ellos, después de abandonar Bellas Artes y de viajar por el mundo, mientras seguía practicando todo lo que le gustaba y que también formaría parte de su impronta profesional: la fotografía, la escultura, los largos paseos por la naturaleza poderosa que le rodeaba.
En algún momento de su vida Sergio Portela (Madrid, 1970) convirtió el espacio en el que tenía su taller en vivienda. Pasó de alquilar a comprar la conservera abandonada en la que trabajaba y que parece surgir del mar de la ría de Pontevedra. No es un sitio en el que pueda vivir cualquiera, “cuando hay tempestades, incluso tengo que cambiar de habitación y mover el colchón a otro sitio”. Pero a cambio se mueve entre “la luz que emerge del reflejo del mar, de abajo a arriba, y la que viene del cielo, de arriba a abajo. Eso genera un ambiente muy especial”.

Todos los espacios de la casa estudio de Sergio Portela (derecha) están intervenidos por su creatividad:
El trabajo de Portela, también conocido como paisajista, se caracteriza por buscar la mimesis con el entorno. No concibe realizar construcciones que no estén adaptadas a la naturaleza que las acoge. Por eso comprar la conservera significaba amoldarse a su pasado histórico, a todo lo que la rodeaba y rodea, a su frágil posición sobre el agua. “Decidí dejar grandes espacios abiertos para mantener dentro de lo posible la esencia de la construcción”. Y además era perfecto para su trabajo como escultor.
De hecho al recorrer la casa de Sergio es inevitable sentir que son esas mujeres y esos hombres desnudos, a veces con alas o cuernos, labrados con precisión sobre la piedra, quienes realmente la habitan. El taller de escultura es a la vez salón y cualquier otra estancia como el comedor, es también sala con obra expuesta. ¿No dará un poco de miedo por las noches estar tan acompañado?
El trabajo de Portela, también conocido como paisajista, se caracteriza por buscar la mimesis con el entorno
¿Cómo es vivir en un sitio como este?
Vivo entre el mar, la tierra y el cielo. En un espacio orientado al sur, lo que supone una gran ventaja estando en el norte, tengo sol todo el día. Pero la casa tiene otra cara: estoy en primera línea, con el mar ahí. Cuando hay temporales, la naturaleza hace una fuerte presencia. Cuando hay rayos, truenos y relámpagos y coincide con marea alta, esto es otro mundo.

La luz, las vistas y la naturaleza entran a raudales por las cristaleras del edificio
¿Es más importante el lugar en el que se sitúa la casa, o la casa en sí?
El lugar es tan o más importante que la casa. Se dice que al final una casa es muy parecida a otra, y en parte es cierto. Lo que importa es si está en el cielo o en el infierno. También son muy importantes los vecinos. Decía mi abuelo que un vecino es media propiedad.
¿Cómo se protege a la naturaleza de la gente, del turismo y de la actividad humana en general?
Con cabeza y corazón. Hay que encontrar el equilibrio. Se puede habitar sin destruir. Hay sitio para todos. Se debe cuidar el lugar donde se vive como un tesoro.Hay que darse cuenta de que ni somos los únicos en este planeta ni este está a nuestro servicio. Su bienestar es el nuestro. Estamos ligados.

Taller, museo y casa es una antigua conservera
Cuando trabaja, ¿qué límites se pone, dónde están las líneas rojas?
El lenguaje de la naturaleza es una partitura musical coherente. Hay que saber oír, ver y sentir. Procuro observar, entender y comprender antes de hacer. Una vez metido el clavo la madera ya no es la misma. Hay que cuidar el patrimonio natural, la flora y la fauna pero también la singularidad de las edificaciones del lugar en que se trabaja. Y hay que respetar el patrimonio inmaterial: las leyendas, la historia… Todo eso condiciona mi actuación como arquitecto.
¿Cómo es el paraíso?
Se dice que el paraíso es un jardín bello, agradable, lleno de árboles, plantas, flores, y de animales, todo en armonía. Pues para mí también.Como metáfora es un estado del ser. Si eres capaz de vivir con una sonrisa, estás cerca de él. Si te sientes libre y ves que todo allí también, estás en él. Vivir en el paraíso depende de ti mismo, de tu capacidad para ser feliz y sentir la belleza del mundo. La vida es muy bonita y también muy cruel. No podemos permitirnos el lujo de no amar apasionadamente
My favourite things
Un libro que le ha marcado: Dáodé jing, de Lao Tse
Un/a artista: Camille Claudel
Un restaurante: Gonzaba, en Madrid
Su rincón en el mundo: La Gran Sabana venezolana
Su mantra: Verdad, belleza y amor
Una serie: No tengo televisión
Cree que está sobrevalorado... :El dinero
Un personaje de ficción: Corto Maltés