La necesidad agudiza el ingenio y en el 2020 Madrid necesitaba más EPP (equipo de protección personal). En plena pandemia, Ana Córdoba, entonces todavía estudiante de moda, recaudó dinero junto a sus hermanos para comprar impresoras 3D y crear mascarillas. Consiguieron trece y se pusieron manos a la obra, suministrando más de 3.000 mascarillas a hospitales locales. “Me di cuenta de cómo podías generar, modelar e imprimir cualquier cosa que tuvieras en la cabeza”, describe la diseñadora, que comenzó a dedicarse a lo digital.
El alcance de la experimentación de Córdoba fue aún mayor tras ganar un concurso en Central Saint Martins—cuyo premio fue una beca de seis meses en Lemarié (Grupo Chanel)— con la propuesta de “reemplazar las camelias, las plumas y todos los elementos animales que la marca usa con réplicas que se impriman en 3D”. La diseñadora se sintió apoyada durante las prácticas, pero sus diseños no llegaron a la pasarela. “Decían: la señora de 60 años que comprará un bolso de 10.000 euros quiere la misma cosa de siempre, no algo loco en 3D”, cuenta.
Aunque las grandes del lujo sean todavía reticentes, muchas empresas de moda ya ven los beneficios
“Les gusta apostar por la nueva tecnología, pero todavía les da miedo que no encaje en el mercado”. Aunque las grandes del lujo sean todavía reticentes, muchas empresas de moda ya ven los beneficios. Según el Fashion & Technology Report 2025 de Informa, el 89% de los profesionales del sector encuestados considera que las herramientas digitales y la creación 3D ayudan a optimizar los flujos de trabajo y a transformar las operaciones de diseño y desarrollo.
Esta interacción de apoyo virtual en el sector es algo que la diseñadora Soledad Gallardo ha vivido de primera mano. Como autónoma, Gallardo creaba maquetas 3D para que marcas como Zara, Stradivarius y Timberland pudieran visualizar las prendas antes de darles luz verde. Ahora forma parte de la marca gallega El Pulpo, donde todos los tejidos, estampados e incluso la disposición de los gráficos se realizan únicamente en 3D, y los cambios se implementan en tiempo real. “Es una forma de comunicarte con los proveedores más efectiva, porque ven el volumen y los detalles de la prenda como si ya estuviese producida”, afirma.
La IA diseña mucho más rápido y permite modificar en tiempo real
El atractivo para todos está en la inmediatez. Resulta más sostenible y rentable para las empresas el proceso de modificar en tiempo real, lo que deja menos stock muerto en almacenes. Representantes de H&M, que sorprendió en el 2018 cuando la marca informó de un excedente de stock valorado en 4.300 millones de dólares, anunciaron en el CLO Summit de Múnich 2025 que hay más de 200 empleados que utilizan CLO3D, el popular programa de diseño de moda virtual, en la empresa a diario. Es solo una de las formas en que la compañía ha optimizado sus operaciones de manera que beneficia tanto al medioambiente como a sus resultados económicos.
Por muy rápido que el 3D haya transformado la industria, la rápida incorporación de la IA a la moda digital parece destinada a acelerar aún más esta transición. Según el dossier de Informa, el 57% de las empresas de moda ya contaban al menos un proyecto de IA activo o en desarrollo a diciembre del 2024, y se preveía que en el 2025 la cifra ascendería al 80%.
Dossier de Informa
El 57% de las empresas de moda ya contaban al menos un proyecto de IA activo
Para Ana Córdoba, las ventajas de la IA parecen superar los inconvenientes. El principal atractivo está en recibir una base generada por la IA, como las que proporciona la IA integrada en el software de CLO3D, sobre la que construir: “Un diseñador digital crea dos al día, con la IA, puedes crear diez”.
Soledad Gallardo también reflexiona sobre los posibles obstáculos para la creatividad. “Tengo sentimientos encontrados sobre la creatividad y que diseñe una máquina a la que tienes que guiar. En este momento, si quieres generar una determinada cosa, creo que se pierde un poco de control cuando utilizas una IA.” Ana Córdoba señala que otro posible peligro podría residir en el hecho de que la IA copie de internet: “Puede que estés generando cosas que ya han salido en las colecciones de otros diseñadores. La IA puede llegar a crear copias y réplicas”.
Modelo con un vestido diseñado en 3D
Pese al mar de posibilidades virtuales disponibles para ambas diseñadoras a través de sus portátiles, ellas, como muchos otros miembros de la industria, no quieren desprenderse totalmente de las prendas físicas. Cuando se trata de temas más cercanos a la alta costura, Gallardo mantiene elementos de la práctica manual. Explica que realizó su colección Limited Feelings “al revés”, ya que trabajó las formas complejas sobre el maniquí antes de pasarlas a 3D, donde creó un showroom digital e interactivo. “Cuando hago algo físico, disfruto buscando la forma de integrar el 3D como parte del proceso”.
Las interacciones entre los ámbitos virtual y físico de la moda aún no están completamente fusionadas. Hay un arte en transformar uno en el otro, como vivió Ana Córdoba al enviar varias piezas al concurso BIIAF en Bilbao, donde finalmente ganaría el premio de diseño de accesorios en CLO3D. Entre las prendas se encontraba una réplica de un vestido que había hecho completamente a partir de piezas impresas y que resultó imposible enviar desde Londres. Córdoba volvió a imprimir las piezas individuales, las envió y luego volvió a ensamblar todo una vez allí. “Al principio dije, ‘vaya lío’. Me llevó muchísimas horas, pero quise corregir cómo tuve que pegar el primer vestido porque las piezas se separaban. En cambio, en el segundo vestido hice las piezas perfectas. Encajaban como un puzle”.
