¿Le otorga a su visera algún significado especial? No lo tiene, la verdad. Forma parte de mi estilo, de mi imagen, como el sombrerito de Thelonious Monk. ¿Son los tiempos de crisis los mejores para la música? Todos lo son. Puede servir de consuelo o transmitir la más firme de las denuncias. A mí me sirve para expresar mis ideas y pensamientos. No voy a cambiar el mundo con mi música, pero si llevo un mensaje de positivismo a quienes me escuchan habrá valido la pena. ¿Cuándo despertó su vocación? En la iglesia. Mi madre era predicadora y yo cantaba con ella allí varios días a la semana. Poco antes de fallecer, me dijo que, hiciera lo que hiciera en la vida, no dejara de cantar. Cuando murió, no lo hice durante un año. Pero ella tenía razón. Al final, la música me sacó de la depresión y de la autocompasión. ¿Sobre qué le interesa componer? Sobre muchas cosas, desde el amor hasta problemas sociales y políticos. Me inspira la gente de Brooklyn, donde resido, y de Harlem. La ciudad suministra la energía que precisa un músico como yo. Tengo en mente la imagen de unos niños saliendo de la escuela entre risas que acabará siendo una canción. Parece que el agua siempre anda enredando en sus pensamientos… Muchos de los sermones de mi madre versaban sobre el poder del agua, la limpieza y la renovación. Estamos constituidos mayoritariamente por agua, fue el motor de la evolución. Para mí representa la libertad; dejar que el espíritu fluya hacia donde quiera. Puedes encauzar un río, pero el alma no la puedes canalizar. También representa la sed que nos impulsa hasta donde queramos llegar. ¿Cómo está viviendo su carrera? Es un tiempo de locura para mí, y sin embargo siento que todo ha fluido de forma muy orgánica.Estoy cómodo en mi piel; he logrado acceder a mis sentimientos y transmitirlos al público y emocionarlo, pues lo que entrego es de verdad. ¿Qué le da miedo? Me gusta tanto vivir un concierto que le tengo pavor a encontrarme una sala vacía. A no ser capaz de conectar. ¿Le desagrada algún tipo de música? Prefiero explicar lo que me gusta del jazz. Creo que es vida, libertad y un reflejo de la condición humana. El músico que es, además, un artista siempre pone algo de sí mismo en cada interpretación. No tengo nada contra el rap, por ejemplo. Admiro a raperos de la vieja escuela, pero no todo lo que se radia debe ser rap o hip hop. Hay otros mundos. ¿Qué le hace sentir feliz? Me gusta mucho cocinar para mis amigos. Alimentar a la gente con música y también con comida. Para mí es un proceso similar. Y me hacen muy feliz otras cosas que no sería apropiado mencionar aquí. ¿QUé le relaja? Me gustan mucho los masajes, tanto darlos como recibirlos. Si no hubiera sido músico... comencé como futbolista, pero me lesioné y tuve que dejarlo.