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¿Fricandó o canelones? Estos son los platos preferidos de los hermanos Torres

Muy personal

Todo empezó con su abuela Catalina, ella les mostró la pasión por cocinar para los demás

Los chefs, sentados en la sala de I+D donde idean sus platos foto: Jordi Play

Jordi Play

Son hermanos, gemelos, cocineros… y, por encima de todo, inseparables. Los hemos visto mil veces compartiendo fogones, cámaras y escenarios. Pero esta vez es distinto. Hoy los encontramos separados, aunque solo físicamente. Cada uno en su casa, pero con algo en común: ambos han elegido vivir en plena naturaleza, con vistas privilegiadas al Tibidabo. Apenas 18 minutos de senderos de tierra separan a Javier y Sergio. En casa de Javier se oyen los ladridos de su perro Nel, que saca la cabeza por la terraza, y en casa de Sergio, tras la puerta, su perro Mochi mueve la cola, inquieto. Nos reciben relajados, sin poses, en ropa deportiva. Listos para subirse a la bici y pedalear rumbo al restaurante. Por el camino cogemos hierbas de todo tipo por la montaña para el restaurante –explica Sergio-, borraja, salvia roja, oxalis, espárragos, …”.

Antes de las fotos, se cambian y, casualmente, aparecen con looks casi idénticos: tejanos, jersey oscuro y zapatillas. La sintonía entre ellos es innegable, incluso cuando están separados. Nos sentamos a charlar juntos en casa de Sergio para rebuscar en la memoria.

Crecieron en El Coll, un barrio con vistas al Park Güell, en un piso pequeño, siete personas bajo el mismo techo

Crecieron en El Coll, un barrio con vistas al Park Güell, en un piso pequeño, siete personas bajo el mismo techo: sus padres, José y Montserrat; ellos dos; sus hermanos mayores, Beatriz y David, y la abuela materna Catalina (se había quedado viuda, era de Linares y no se volvió a casar). En algunos momentos, además, un perro, una tortuga, un canario y, extrañamente, una cabra. Una casa atípica llena de recuerdos. “Lo compraron nuestros padres cuando se casaron. Era un piso pequeño, sí, pero para nosotros era el paraíso”, explica Sergio. Nos cuentan que su madre no sabía que venían gemelos. Estaban de espaldas en la barriga, escondidos. El médico no los vio. Así que la sorpresa fue doble.

Su madre murió cuando eran pequeños.

Sergio: Teníamos 12 años.

¿A quién se parecen más?

S: Difícil pregunta. Quizás a nuestra madre. Era una persona muy fuerte, tenía mucha influencia, aunque ya no está. Una mujer muy inteligente, muy culta. Luego nuestro padre cogió las riendas. Es un crack, un hombre muy listo.

Una foto familiar de los Torres con sus padres y hermanos

L.Bernaus

¿Y cómo es su padre?

J: Muy trabajador, una persona que ha sido siempre nuestro padre, pero cuando hemos necesitado un consejo se lo hemos pedido porque es una persona con una visión muy clara.

S: Ahora ya está jubilado, pero sí que es verdad que es de pocas palabras pero cuando habla es porque tiene razón.

¿De qué trabajaban?

S: Bueno, tuvieron varios negocios.

J: Primero una discoteca en Barcelona, una de las primeras; luego un bar, después tiendas de fruta… nuestro padre era pluriempleado, siempre ha sido muy, muy trabajador.

Así que fue la abuela Catalina quien cuidó de los cuatro. ¿Cómo la recuerdan?

J: Era muy buena mujer, tenía mucha mano izquierda, pero tenía mala leche. Cuando era necesario, nos cuadraba. Inspiraba respeto.

S: Nos pegaba dos gritos y nos ponía a todos firmes. Físicamente no era muy alta, y con cara de buena.

Sergio y Javier con su abuela Catalina

Cedidas por los Torres

¿Cómo pasaban sus veranos?

J: Sobre todo los pasábamos en la casa de Vallirana. Era una torre muy bonita, allí estábamos muy bien.

S: La torre la construyeron nuestros padres con sus manos. Pero era una casa, tenía hasta piscina. Allí pasábamos los veranos, y como nuestros padres conocían a mucha gente, hacían muchas fiestas con los vecinos.

¿Qué recuerdos conservan de la cocina de su infancia?

S: Lo que recuerdo es que siempre había ollas hirviendo y que se olía a bueno desde la escalera.

J: Nuestra abuela cocinaba todo el día, y cuando nos sentábamos a la mesa era todo un buen rollo.

Un plato que les enseñó su abuela y que todavía hoy hacen.

S y J: Canelones.

¿Han reinventado alguna receta de la abuela?

J: Sí, nuestra cocina está basada en los recuerdos de la infancia, del sabor, de la cocina de tiempo, de cuchara.

Sí, nuestra cocina está basada en los recuerdos de la infancia, del sabor, de la cocina de tiempo, de cuchara”

Javier Torres

Si volvieran atrás, a los ocho años, ¿qué plato le pedirían a su abuela?

S: Las torrijas de Santa Teresa. El día que las hacía, que solía ser los viernes, estábamos todos esperando. Las elaboraba con el pan duro que guardaba de toda la semana, pero las hacía de una manera… era brutal.

J: Todo lo que hacía era tan bueno: las torrijas, las rosquillas…

¿En qué momento se dieron cuenta de que querían ser cocineros?

S: Desde muy pequeños. Con diez años ya dijimos a la familia que queríamos ser cocineros. No nos hicieron ni caso.

Antes no estaba de moda ser cocinero.

S: No, pero como veíamos a la abuela cocinar tan bien... Cuando íbamos al terreno, recogíamos caracoles y ella los guisaba picantes, tan buenos. Todo lo hacíamos en familia, teníamos que colaborar. Nos mandaba a buscar espárragos al parque Güell, laurel, eucalipto… todo salía del ecosistema natural, y se lo llevábamos.

J: Todavía hoy recogemos plantas y flores. Llegamos al trabajo con tápers y bolsas de hierbas comestibles.

La cocina de la casa de Javier Torres con su perro Nel

MANÉ ESPINOSA

¿No han pensado nunca en ser otra cosa que no sea cocineros?

S y J: No.

S: Nuestro padre lo intentó con un amigo de la universidad, pero no lo consiguió.

J: La otra abuela nos pagaba la carrera de piloto de avión, pero tampoco. (Hablan de su abuela paterna Carmen, casada en segundas nupcias con un coronel de la Aviación Americana.)

Podríamos decir que eran unos niños prodigio.

J: Esto viene porque veíamos a nuestra abuela Catalina muy feliz cocinando, y pensábamos que eso tenía que ser guay. Lo teníamos claro.

¿Cuál es el primer plato que aprendieron a cocinar?

S: Seguramente cosas muy básicas, como pasta. Empezamos muy jóvenes, con 14 años, en la escuela de cocina Arnadí. Tuvimos que convencer a Josep Lladonosa para que nos diera una oportunidad. 

J: La Escuela Arnadi era una escuela profesional. Nuestra hermana también nos ayudó mucho.

S: Nos cogieron de chiripa y vieron que teníamos talento. Empezamos a trabajar pronto. Estudiábamos y trabajábamos, ambas cosas a la vez. Empezamos fregando en algunos restaurantes de Pedralbes. Como vivíamos con la abuela Carmen, era lo más fácil. De ahí nos dejaron pasar al cuarto frío, hasta ir subiendo.

La cocina de la casa de Sergio Torres

MANÉ ESPINOSA

Ambos se formaron en distintos restaurantes y coincidieron en Niechel, pero su primera incursión juntos fue en el restaurante de Cap Sa Sal.

S: Fue una época muy divertida. Estábamos en la parte del embarcadero donde venían los barcos. Se puso muy de moda, pero fracasamos.

En el 2007, con 36 años, emprendieron una aventura en Brasil. primero Eñe de São Paulo, luego Dos Cielos en Barcelona y después Eñe Río, también en Brasil. ¿Cómo fue la experiencia?

S: Tenemos una amiga que posee una agencia de publicidad y creó un bulo para nosotros: “que vienen los gemelos de oro”. Un bulo que se hizo una pelota muy grande. Incluso fuimos a programas de televisión con Ana María Braga. Lo veían 25 millones de personas. Era la hostia. Nos hicimos superfamosos. Hace poco estuve en São Paulo y todavía me reconocen. Al restaurante vino Ronaldo, el presidente Lula da Silva… todo el mundo estuvo allí.

J: El restaurante lo montamos por Skype. Lo mejor es que llegamos solo una semana antes de inaugurar, y explotó todo.

Empezamos muy jóvenes, con 14 años, en la escuela de cocina Arnadí”

Sergio Torres

¿Supongo que no extrañaban España?

J: Sí, sí. El invierno de aquí lo pasábamos allí y al revés, más o menos.

S: Aquello duró nueve años. Con los carnavales de Río por medio...

¿Supongo que hubo muchas historias y anécdotas?

S: Muchas. Una vez vino don Pablo, de Vega Sicilia, porque quería saber qué pasaba con su vino. Pensaba que había algún tipo de negocio oculto, porque no entendía cómo se podía vender tanto vino en Brasil. Vino personalmente para comprobarlo.

J: Había mucho dinero. Era una época muy buena, muy explosiva.

¿Muchas noches sin dormir?

J: Alguna, alguna. Había muchos fiestones.

Caballa marinada con berberechos, navajas, algas y gazpachuelo de dendé

Cocina Hermanos Torres

Ambos han formado una familia. Sergio, casado con Mariana, tiene dos hijos: Greta y Gael. Javier, casado con Núria, tiene un hijo, Miquel.

¿Compaginan bien el trabajo y la familia?

J: Intentamos que el personal haga su horario y nosotros hacemos algunas horas más.

S: Lo que hacemos es desayunar y cenar juntos, muy pronto, por la tarde, y luego nos vamos a trabajar.

¿A sus hijos les gusta la cocina?

J: Sí, mucho. Y saben comer.

S: Y además cocinan. Si tienen que hacer algo, se lo hacen.

Era la hostia. Nos hicimos superfamosos. Hace poco estuve en São Paulo y todavía me reconocen”

Sergio Torres

¿Puede haber una nueva generación Torres?

J: Nunca les decimos nada.

S: Porque es una profesión muy dura. Si quieren hacer otra cosa, no pasa nada.

¿Son mucho de familia, se reúnen amenudo?

J: Sí, nos reunimos todo lo que podemos.

S: No todo lo que nos gustaría, porque llevamos una agenda y una vida de locos. Pero cuando podemos, pues en casa de alguno de los hermanos.

¿Y en ese caso, quién cocina?

J: Depende de la casa. Normalmente lo hacemos en casa de Sergio o en la mía, y cocinamos nosotros.

S: Pero si lo hacemos en casa de uno de los hermanos, cocinan ellos.

¿Cuál ha sido la lección de vida o el mejor consejo de su padre?

S: Siempre hacia adelante.

Su último proyecto ha sido abrir el restaurante Eldelmar

Hermanos Torres

No han cumplido los 55 —será el próximo 12 de diciembre—. En lo profesional, han conseguido tres estrellas Michelin con el restaurante Cocina Hermanos Torres, abierto en el 2018. Parece que lo tienen todo.

¿Quién les ha hecho más ilusión recibir en uno de sus restaurantes?

S: Lladonosa.

J: A mí también, porque es nuestro maestro.

S: Los maestros. Pedro Subijana también.

J: Los grandes cocineros con los que hemos trabajado desde jóvenes.

S: Los que han visto nuestra evolución, porque llegar es difícil.

¿Hay algún plato que les represente?

J: A mí me gusta mucho, cuando es invierno, la liebre a la Royale.

S: A mí me gusta mucho cocinar la verdura. Hacer un buen plato con verdura es un reto: que sea sabroso, que esté bueno. Me motiva.

Ha habido momentos duros: estar fuera de casa, solos, con un idioma nuevo, en una cocina muy exigente”

Javier Torres

Si miran atrás, ¿hay alguna cosa que se hayan dejado por hacer?

J: Lo único, aprender inglés correctamente. El francés y el portugués lo llevamos bien. Nos falta el inglés.

¿Alguna vez han pensado en tirar la toalla?

J: No, nunca. Ha habido momentos duros: estar fuera de casa, solos, con un idioma nuevo, en una cocina muy exigente. Pero dijimos: hay que seguir adelante.

S: En momentos de no tener nada, porque el negocio se ha ido a pique, hemos pensado: “¿Qué haremos mañana?”. Pero siempre encontramos la manera.

¿Algún negocio que les haya ido muy mal?

J: Muy mal, muy mal, no. Hemos aprendido de los errores.

S: Siempre hemos aprendido de todo lo que hemos hecho, haya salido bien o mal.

Siempre hemos aprendido de todo lo que hemos hecho, haya salido bien o mal”

Sergio Torres

Han conseguido su sueño. ¿Cómo es que se atreven a embarcar en un proyecto nuevo, Eldelmar, en una zona donde arriesgan mucho?

J: El lugar es muy bonito, y está funcionando muy bien. Un 90 % de los clientes son de Barcelona, y eso nos hace muy felices.

S: Era una apuesta por la ciudad, más que una necesidad.

¿Qué nos podremos encontrar en Eldelmar?

S: Esencia mediterránea. La que nos gustaría encontrar en un día de fiesta. Un buen arroz, cocina honesta, una buena fideuà, un suquet, pescado fresco, un buen aperitivo… pero todo informal.

J: Un lugar donde puedas ir con todo el mundo.

El mercado de Belém do Pará, en el Amazonas que tanto impresionó a los hermanos

Cedida por los hermanos Torres

Coincidencias por separado

¿Qué no falta nunca en su nevera?

Javier: Sobre todo verduras, ensalada, carne y pescado.

Sergio: Lechuga, huevos y, una vez a la semana, pescado.


¿Quién cocina en casa?

Javier: Yo (su mujer añade que ella no cocina nada bien).

Sergio: Yo cocino los días de fiesta, y luego por la tarde, cuando vengo de trabajar.


¿Dónde compran?

Javier: Los martes por la tarde voy al mercado de Gràcia (mercado de la Llibertat) o del Carmel.

Sergio: El sábado por la mañana voy al mercado del Carmel o al de Gràcia.


Han viajado mucho, ¿con qué mercado se quedarían?

Javier: Belém do Pará. Es la puerta del Amazonas brasileño, brutal, muy bonito.

Sergio: Belém do Pará, en Guajará, en el Amazonas. Un mercado que te vuelve loco.


¿Un aroma que le transporte a su niñez?

Javier: El de sopa.

Sergio: El de caldo.


¿Un alimento con el que no cocinaría nunca?

Javier: Melón, porque no me gusta; me gustaría que me gustase. Es curioso.

Sergio: Cilantro.


¿Fricandó o canelones?

Javier: Canelones.

Sergio: Fricandó.


¿Su plato favorito para cocinar?

Javier: Becada.

Sergio: Un arroz en el fuego.


¿Quién hace mejores barbacoas?

Javier: Yo.

Sergio: Yo, yo hago más que él, y los domingos hago unas paellas buenísimas.


¿Su viaje pendiente?

Javier: Me gustaría mucho ir a India, me llama la atención.

Sergio: A Japón, pero ya hemos ido, viajamos mucho.


¿Un planazo?

Javier: Comprar buena comida, estar con la familia, ir a comprar... Depende.

Sergio: Levantarte el fin de semana, desayunar en familia, dar una vuelta con el perro; luego, vermut, encender el fuego y música.