Jorge Martín, 27 años: “Topuria me salvó ese día en Japón porque pasé de no poder ni respirar y de tener taquicardia del miedo, a salir creyendo que podía ganar”

MOTOGP

El piloto de MotoGP y campeón del mundo ha desarrollado un ritual propio para calmar los nervios y reenfocarse antes de cada carrera

Jorge Martín

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Ser campeón del mundo de MotoGP no es solo una cuestión de velocidad. No basta con frenar más tarde, trazar mejor o tener la moto más rápida. Ser campeón es aguantar cuando el cuerpo tiembla, cuando la cabeza no calla, cuando el miedo te grita más fuerte que el motor. Ser campeón, como lo ha sido Jorge Martín, es creer incluso cuando las dudas parecen más reales que los sueños.

Hubo una carrera en Japón que pudo cambiarlo todo. Salía desde el puesto 11, venía de una caída, y sentía unos nervios que apenas le dejaban sentarse. Estaba al límite. Y justo ahí, en medio del caos mental, buscó ayuda. No fue un técnico, ni una estrategia. Fue un vídeo de Ilia Topuria, alguien que cree con una convicción tan brutal que contagia. “Tienes que creer para crear”. Le bastó eso. Y salió a pista enchufado. 

“Me había caído en el quali, muchos nervios, fatal. Antes de la carrera no me podía ni sentar, como con taquicardia, y no sabía qué hacer. Y dije, va, voy a ver algún vídeo de Topuria. Me puse a ver a Ilia ahí hablando, típico de vídeo de motivación, highlights, donde decía que todo es posible, que tienes que creer para crear. Y salí diferente. En la primera vuelta ya iba tercero, enchufadísimo. Creo que me ha ayudado mucho, me ha ayudado después a confiar en mí mismo”, explicaba Martín en el podcast para Nude Project. 

Antes de la carrera intento ver cómo estoy, hablar un poco conmigo y tranquilizarme

Jorge Martín
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Jorge Martín

KARIM JAAFAR / AFP

Topuria no fue solo inspiración a distancia. Cuando se conocieron, el campeón de la UFC le agarró los brazos con fuerza y le lanzó una pregunta sencilla pero potente: “¿Cómo lo estás viviendo, Jorge?”. Y en esa mirada, intensa y directa, Jorge entendió que su vida ya no sería la misma. “Me tiembla hasta la voz ¿sabes?”, confesaba al hablar de lo que significa ser campeón del mundo de MotoGP. “Muchos años de sacrificio, mucho tiempo peleando para esto... a partir de ahora todo lo que venga va a ser un regalo”. Pero en el fondo, Martín no quiere que el título lo cambie: “A nivel personal no me ha cambiado nada y espero que no me cambie nada porque quiero ser el mismo. Al final creo que hay que ser humilde y estar muy conectado con tus raíces”.

Quien mejor conoce esas raíces es Aleix Espargaró, su “hermano elegido”. Jorge lo tiene claro: “Yo vengo bastante de abajo, no teníamos tantos recursos para tener motos para entrenar... y Aleix desde muy pequeño me dejaba sus motos, me acogía en su casa. Me pegaba dos semanas en Andorra cuando aún tenía 16 años, entrenando con él a tope”. Años más tarde, cuando Aleix se retiró, Jorge sintió que perdía algo más que un compañero de paddock: “Le voy a echar de menos. Todos los fines por la tarde, después de cenar, me iba a su motorhome a tomarme el yogur y hablar con él del día, de las gomas, de la estrategia... Era rival, pero también era mi hermano”. 

Me puse a ver a Ilia ahí hablando, típico de vídeo de motivación, highlights, donde decía que todo es posible, que tienes que creer para crear

Jorge Martín

Pero más allá del apoyo externo, Jorge también ha desarrollado un ritual propio para calmar los nervios y reenfocarse antes de cada carrera. Es su momento de conexión personal. “Yo siempre hago lo mismo, tengo mi rutina muy establecida. Y antes de la carrera final hago siempre lo mismo: tengo que comer, tengo que hacer mi fisio, y luego tengo ahí mi media hora solo, que ahí pues intento, no meditar, pero estar tranquilo, ver cómo estoy, hablar un poco conmigo y tranquilizarme”. ¿Y qué se dice a sí mismo?

“Primero intento ver qué pienso, y de lo que pasa por mi cabeza, ¿qué puedo controlar de esto? Vale, pues esto lo puedo controlar. ¿Esto no? Pues fuera. ¿Y luego cómo estoy? Pues estoy de puta madre. Estoy bien, físicamente bien, estoy fuerte, he comido guay, tengo energía, lo voy a reventar. Así que tranquilo, me intento tranquilizar para quitarme esos nervios. Y luego voy al box, y luego sí que cuando salimos a pista vuelvo al box antes de salir a carrera, y ahí visualizo yo pilotando, intentando pilotar lo mejor que puedo. Y luego ya pues lo hago en la realidad. Visualizar es muy importante”.

Y ese cambio de chip, de sufrir a disfrutar, ha sido clave. “El año pasado no estaba disfrutando, no dormía… y vi que había un margen grande en mi cabeza. Y funcionó”. Ahora Jorge lo vive de otra manera: con más calma, más alegría. “Es que pasándotelo bien, disfrutando del momento, puedes ser campeón. Nunca he sido campeón cuando me he estado desviviendo o pasándolo mal sin dormir. Pero pasándolo bien, lo he conseguido”.

El luchador hispano-georgiano Ilia Topuria

El luchador hispano-georgiano Ilia Topuria

EFE/Juanjo Martín

Esa evolución mental, de sufrir para rendir, a disfrutar para ganar, es quizás su mayor victoria. “Yo era muy de esa parte, de tener que hacer para creer. Y luego está gente como Topuria, que cree antes de hacerlo. Estoy intentando convertirme en eso: creer en mí a muerte, y luego hacerlo”. Hoy, Jorge Martín ya no es solo piloto. Es campeón del mundo de MotoGP. Pero no se conforma con eso. “Quiero hacer historia en este deporte. Dejar un legado. Y cuando me retire, decir joder... tienes que estar orgulloso de todo lo que has hecho”. Y lo estará. No solo por lo que ha ganado en pista, sino por todo lo que ha conquistado dentro de sí mismo.

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