A sus 104 años, Manolín sigue moviendo las piezas del tablero con la misma pasión que cuando comenzó a jugar hace más de ocho décadas.
Nacido en 1921, este madrileño es hoy el ajedrecista federado más longevo del mundo, un título que lleva con orgullo y humor. En un reportaje en Onda Cero, recordó sus primeros pasos en el ajedrez: “Yo llevo ya desde los 22, 82 años jugando”, dijo.
El pasado fin de semana participó en un torneo homenaje en el que se enfrentó a Lorenzo Hurtado San José, un niño de nueve años que lleva apenas nueve meses aprendiendo. La experiencia se impuso una vez más con Manolín como vencedor de la partida.
“Ese niño lleva nueve meses jugando, yo 82 años”, comentó con una sonrisa. Su joven rival reconoció con deportividad el error que le costó la derrota: “He movido el rey a un sitio que no tenía que mover y me ha ganado”.
Manuel Álvarez Escudero
Cuando se le preguntó por el número de partidas jugadas en su vida, respondió sin pensárselo: “Miles”. Pero para él, el ajedrez ha sido mucho más que una afición. “Es un entretenimiento muy bueno porque hace muchas amistades. Para pensar también ayuda mucho”, explicó.
Su rutina diaria lo mantiene activo: por las mañanas juega a las cartas y por las tardes se acerca a su club para disputar alguna partida. “Practicando, pero sigo olvidando a pesar de todo”, admite con lucidez y humor, consciente de que la mente, como los músculos, necesita entrenamiento constante.
Manuel Álvarez Escudero
El secreto de su longevidad lo simplificó con un “no morirse antes”. Así, sin recetas milagrosas ni fórmulas mágicas, Manolín resume su filosofía en una idea sencilla: seguir jugando, seguir riendo y seguir viviendo. “Haces amistades y ayuda a pensar, pero lo que más me gusta es ganar”, concluyó.



