Rosa López es casi patrimonio emocional de toda una generación y una de las voces más queridas de la música española, que nació artísticamente en la primera edición de Operación Triunfo, en 2001, ahora hará casi 25 años.
Ganó el concurso por la fuerza de su voz y por una personalidad auténtica y transparente que cautivó a medio país… y después a media Europa, cuando representó a Televisión Española en Eurovisión en 2002 con el himno Europe’s living a celebration.
“Hay lugares a los que no quiero volver, ni siquiera recordar, pero no quiero caer en el victimismo”
Dentro de una semana, la mítica “Rosa de España” estará en Barcelona como una de las cabezas de cartel del P-Tardeo Fest, que el 29 de noviembre hará sonar en el Poble Espanyol los grandes éxitos de los 2000. La cantante, de 44 años, ha pasado por Via lliure, con Xavi Bundó, para hablar de su momento actual y también de su pasado.
La cantante ha empezado recordando sus inicios en Barcelona después de ganar OT: “Viví cuatro años en la plaza Francesc Macià, y estaba en la gloria. Fueron unos años terriblemente bonitos”. De hecho, en su tercer álbum incluyó una versión de El cant dels ocells, que interpretó en catalán.
En ese momento, Rosa acababa de entrar en la veintena: “En mi cabeza era una adolescente total”, asegura. Como también lo era cuando quedó en séptima posición en Eurovisión: “¡Pensábamos que ganaríamos! Qué presión fue aquello”, explica.
Un pasado dulce, pero con momentos muy complicados
Recordando su paso por Operación Triunfo, reconoce que en la primera edición ella y sus compañeros estuvieron muy bien cuidados. Por ejemplo, “si hubiera estado en la edición de Risto Mejide me habría muerto”, asegura. En un contexto más actual, “habría tenido ganas de no tener redes sociales o quizá de retirarme; habría sido insoportable”.
La artista pasó por el 'Via lliure' donde hizo un repaso de su trayectoria.
Publicará un libro de memorias
La artista está escribiendo sus memorias, pero no todos los recuerdos son tan dulces: “Estoy somatizando muchas cosas; hay lugares a los que no quiero volver, ni siquiera recordar”, explica. En aquella época, “dejaba que todo el mundo guiara mi vida”, dice. Aunque reconoce que era lo que le tocaba hacer ante un cambio vital tan grande que no sabía gestionar. Eso sí, asegura: “No quiero caer en el victimismo”.
Ahora ha hecho las paces con aquella Rosa de 20 años, pero sigue siendo muy dura consigo misma: “Tengo un látigo y me castigo mucho, y me culpo de cosas que no son mías, pero no se trata de buscar culpables, sino de centrarse en el objetivo”. “Le doy muchas vueltas a todo”, añade. Hubo un momento de su vida en que incluso pensó en la muerte: “Incluso he llegado a pensar en no querer estar en este mundo”.
Su historia de amor con un policía
Una de las personas más importantes para ella en este momento es Iñaki, su pareja, a quien conoció hace seis años en un concierto de Marta Sánchez. Su historia es bastante peculiar: en el concierto hubo una gran aglomeración de gente, tuvo que intervenir la policía… y uno de los agentes era Iñaki.
“Él me sacó con su perro y me salvó”, explica la cantante. Lo mejor de todo es que “aquel día me habían dado un salmorejo y cuando se me acercó le dije que olía a ajo, y él me dijo ‘me encanta el ajo’”. A partir de esa anécdota tan surrealista surgió el amor.
Mostrarse de forma tan natural y vulnerable a lo largo de su carrera no ha sido fácil: “A veces no sé si el ser humano se merece que una sea tan transparente”, lamenta. Y asegura: “Lo que veo en la mirada de mis perros no lo veo en los humanos; se ha perdido, y vamos de mal en peor”.
Este artículo fue publicado originalmente en RAC1.

