Catalunya es uno de los destinos turísticos más destacados de la zona sur de Europa. Solo en el primer trimestre de 2024, más de 9 millones de visitantes extranjeros se acercaron al noreste de la Península Ibérica, descubriendo algunos de sus puntos de visita más llamativos. Un atractivo más reciente para los más aventureros son los pueblos pequeños, una categoría en la que se encuentra la localidad de Castellfollit de la Roca.
Situada en la comarca de la Garrotxa, en plena provincia de Girona, se trata de una ubicación con una característica muy particular: su altura. El núcleo principal del municipio se sitúa en lo alto de un risco basáltico, a unos 50 metros de altura, lo que se traduce en una gran cantidad de fotografías de la localidad a vista de pájaro. Las columnas de piedra volcánica son una de las principales muestras de la actividad histórica de la zona.

Casas sobre un acantilado rocoso en Castellfollit de la Roca
Esta elevación hace que Castellfollit de la Roca esté a 296 metros sobre el nivel del mar. Los orígenes de esta acumulación de piedra se deben a la erosión de los ríos Fluvià y Toronell. El risco consiste en dos coladas de lava solidificada: la primera está formada por losas 217.000 años de antigüedad, provenientes de Batet de la Serra, en Olot. La segunda, de 192.000 años, procede de los restos volcánicos de Beguedà, en Sant Joan de les Fonts.
La creación del pueblo como tal se remonta al siglo XI, así se desprende de los documentos de 1006 donde se cita un primer nombre del lugar: Kastro Follit, en referencia a su creación con piedra laminada. Su historia está dividida en dos etapas diferenciadas a lo largo de los siglos, la primera de ellas hasta 1427, cuando Castellfollit contaba con una muralla. Esta fue destruida por una serie de terremotos junto al resto del lugar.

Castellfollit de la Roca
Una historia singular
Otro evento destacado tuvo lugar en 1691, cuando el ejercito francés tumbó su castillo. A día de hoy, el principal atractivo de la localidad -más allá de las paredes volcánicas- es la iglesia de Sant Salvador, también conocida como “l’Església Vella”. Sus primeros documentos datan del siglo XIV, aunque los habitantes concuerdan que podría ser tan antigua como Castellfollit, del siglo XI. El edificio actual se ubica sobre el lugar de la original, quemada en 1936.
Otra localización llamativa se encuentra en la isla de Tenerife, en las Canarias. Se trata del caserío de Masca, una de las entidades de población que forman el municipio de Buenavista del Norte. Con tan solo 90 habitantes registrados en 2023, no es solo una de las zonas menos pobladas de España, sino también una de las más elevadas: se encuentra enclavada en el macizo de Teno, una de las tres formaciones rocosas que dieron origen a la isla.