Decía Gabriel García Márquez que “el Caribe es una región en la que se da una perfecta simbiosis entre el ser humano, el medio natural y la vida cotidiana”, en referencia a su lugar de origen: un Caribe colombiano, donde cierto pueblo conocido como Aracataca abrazaría la eternidad bajo el nombre de Macondo en su obra magna, Cien años de soledad. Gabo, por supuesto, no se equivocaba.
Desde el encanto colonial de Cartagena de Indias hasta las leyendas entre las dunas de La Guajira, esta región evoca un rastro de mariposas amarillas entre autobuses donde compartir asiento con indígenas wayuús, caballos pastando libremente en playas remotas y océanos de bananos que exhalan ecos de cumbia y vallenato.
¿Quieres conocerla? Acompáñanos, nos sumergimos en los lugares más icónicos de este verano eterno.
Cartagena de Indias

Barrio Getsemaní en Cartagena de Indias
La ciudad más importante del Caribe colombiano fue fundada en 1533 por el explorador Pedro de Heredia y, con el tiempo, se convertiría en el puerto español más importante del imperio. Para 1811, Cartagena de Indias sería la primera ciudad en declarar su independencia del Reino de España en América. Hoy, el pasado resuena en cada rincón de su casco antiguo histórico y universal, donde los balcones hinchados de vegetación tropical conversan con las fachadas de colores, las balconadas de madera, o emblemas históricos como su castillo o la torre del Reloj.
Delicatessen
Playa Blanca
Aunque Cartagena de Indias cuenta con playas urbanas como Bocagrande o La Boquilla, un pueblo de pescadores colmado de chiringuitos a los que acuden los locales en sus días libres; los grandes paraísos los encontramos en dos principales destinos: los 27 islotes que conforman el archipiélago del Rosario, ideal para descubrir ese Caribe exuberante donde practicar snorkel; o la isla de Barú y joyas como Playa Blanca, cuyo azul cautivador nos lleva a hacer noche en uno de sus hoteles sobre palafitos.
El parque nacional del Tayrona

Tayrona es una espectacular playa salvaje
Los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta realizan tres períodos de limpieza anuales en el parque nacional del Tayrona, a fin de permitir un descanso a la naturaleza y fortalecer el vínculo con la tierra. Una práctica holística que nos atrae a descubrir este hito natural del Caribe colombiano famoso por sus playas de aguas prístinas y sus tapices de cocoteros, con emblemas como el cabo San Juan, el lugar más popular y turístico. Más allá, también existen otras gemas escondidas como la bahía Concha o Arrecifes, ideales para perderse en el trópico y dormir por las noches sobre un chinchorro (hamaca típica) mirando el cielo estrellado.
Barranquilla

Barranquilla cobra vida las fechas de Carnaval para mover el esqueleto al más puro estilo Shakira
La ciudad originaria de Shakira permite un salto en la ruta durante gran parte del año… excepto en sus días de Carnaval. Durante cuatro días, Barranquilla se transforma en un universo de color, cultura y folclore a través de episodios históricos, ritmos de champeta o eventos como la Batalla de las Flores. Una celebración de la identidad que exhala su ¡Quién lo vive es quién es lo goza!, el mantra que flota por las calles barranquilleras durante toda la parranda.
Santa Marta

Taganga, en Santa Marta (Colombia)
Una de las ciudades más populares de la Colombia costeña no es precisamente la más bella de todas. Sin embargo, Santa Marta conserva ese carácter genuino en forma de su catedral basílica, la colonial Casa de la Aduana o playas cercanas como Taganga, uno de los mejores puntos para bucear de toda la costa. Además, la ciudad es el punto de partida perfecto a la hora de explorar otros encantos de la zona como Aracataca, el pueblo de Gabriel García Márquez; el ecoturismo de la Sierra Nevada y playas paradisíacas a un corto trayecto en autobús.
Ciudad Perdida

Ciudad Perdida, un enclave arqueológico detacado de la selva colombiana
Hablar de rutas de trekking y descubrimientos arqueológicos en el Caribe colombiano supone hacerlo de una caminata (más bien expedición) hasta las ruinas de la Ciudad Perdida, antiguo poblado de los tayrona construido en el siglo VIII y enclavado en el suroeste de la Sierra Nevada de Santa Marta. Un destino único que requiere de cuatro días de inmersión a través de la selva hasta alcanzar este conjunto de escaleras, terrazas y centros ceremoniales donde la naturaleza reclama su lugar.
Cabo de la Vela y Punta Gallinas

IUna playa de La Guajira, en el Caribe colombiano
Desde piratas ingleses hasta pescadores de perlas españoles, son muchos los foráneos que trataron de conquistar la península de la Guajira, defendida fielmente por sus indígenas. Hoy, este paisaje de dunas, playas remotas y carreteras polvorientas - aquí, lo de alquilar un coche hay que pensárselo - revela lugares como el cabo de la Vela. Un antiguo reducto wayuú donde las comunidades vivían en chozas hechas con cactus en torno a playas como Ojo del Agua o el Pilón, franqueada por acantilados marcianos. Otro lugar imperdible es Punta Gallinas, un desierto de dunas que alcanzan los 60 metros de altura hasta revelar el azul de la playa Taroa y los rebaños de cabras que corretean en el fin del mundo (de Colombia).
Palomino

Palomino, un chapuzón en compañía de los animales de la zona
Si decides quedarte unos días en la ciudad de Santa Marta, una de las zonas que no te puedes perder es la que engloba las playas de Palomino, ya en el departamento de La Guajira, un perfecto oasis donde entregarse a un verano de lo más “bacano”. Entre cientos de palmeras, el río Palomino abraza el mar Caribe para descubrirnos a pescadores wayuús desplegando sus redes a lo lejos como extraños dioses diurnos, caballos salvajes pastando en la selva y hostels bohemios totalmente integrados con el paraíso.