Los hoteles boutique se caracterizan por poseer un cuidado diseño que pretende ser más que una decoración y un mobiliario con mucho gusto. En realidad, son proyectos de interiorismo capaces de plasmar la personalidad de cada establecimiento. Así ocurre en el hotel Arbaso de San Sebastián cuyo diseño ante todo transmite la idea de hogar. Y no un hogar cualquiera, la impresión al atravesar el umbral de su puerta en la calle Hondarribia, 24, es la de entrar a una acogedora casona vasca.
Hasta las mesillas de las habitaciones evocan las piedras que elevan los forzudos 'harrijasotzailes' en sus competiciones
Tal vez el edificio decimonónico en pleno centro donostiarra imponga una sensación más distante. Pero en cuanto se pisa la recepción, el feeling cambia radicalmente. No es un espacio grande, ni recargado. Ni siquiera un mostrador da la bienvenida a los recién llegados. A cambio aguarda una larga mesa baja de nogal, una invitación cercana para el primer contacto con los trabajadores del establecimiento, tan imbuidos de esa hospitalidad casera que puede que hagan el check in sentados en los sofás del pequeño lobby.
Si el día está lluvioso o refresca, es ideal calentarse en esos tresillos de cuero ubicados junto a la lumbre de una chimenea que es un icono del hotel Arbaso. Una obra del artista Aitor Ortiz a medio camino entre la escultura y la fotografía que recuerda las canteras vizcaínas de mármol en Markina. Un detalle más que delata que el hospedaje se vincula con el paisaje y la cultura vascos. Algo que alcanza hasta el vestuario del personal, ya que es fácil notar que el aparcacoches que toma las llaves de nuestro automóvil luce bajo su chaleco un cinturón que recuerda al gerriko de los pelotaris.

Recepción con la chimenea y el mural artístico creado por Aitor Ortiz
Este tipo de homenajes a lo vasco se suceden por todo el hotel. Desde las bancadas corridas de la cafetería que recuerdan a los txokos de las típicas sociedades gastronómicas hasta las mesillas de las habitaciones que evocan las piedras que elevan los forzudos harrijasotzailes en sus competiciones de levantamiento de rocas. Eso sí, siempre pasado por el tamiz de la modernidad que aplican estudios vascos como Atari o Arkaia.
No obstante, lo local se funde con el cosmopolitismo que busca el Arbaso. Aquí y allá aparecen lámparas de Santa & Code, sillas de Carl Hansen & Son, además de piezas firmadas por Norman Foster, Tapiovaara o Isamu Noguchi. Referentes del diseño internacional, conocidos por gran parte de la clientela que frecuenta, el hotel Arbaso, en un alto porcentaje, llegada de países europeos y también del otro lado del charco, especialmente norteamericanos.
Los huéspedes venidos de lejos y de cerca disponen de 50 habitaciones con 10 categorías distintas, desde las más pequeñas de 23 m² hasta las habitaciones prémium con vistas a la catedral donostiarra, los áticos dúplex o las suites con varios dormitorios y salón.

Habitación con vistas a la plaza de la Catedral
Ninguna igual a la de al lado, ya que cuando se reconvirtió el edificio del siglo XIX se respetó escrupulosamente su estructura y eso supuso que cada espacio tenga su peculiaridad. Aun así, todas las habitaciones tienen en común que quieren ser embajadoras de las esencias vascas para que sus ocupantes conecten con la ciudad que visitan.
Un restaurante de altura

El chef Iñigo Peña está al cargo del restaurante Narru
Tanto desde el hall del hotel como desde la calle se puede acceder al restaurante Narru, el punto de unión entre los huéspedes, los donostiarras y los turistas de San Sebastián en general. Al fin y al cabo, Narru, con el chef Iñigo Peña al frente, comparte gran parte de los ideales del hotel Arbaso.
De ahí que, en su cocina, ante los ojos de los comensales, se elaboren unos platos basados en la tradición vasca y en los productos de cercanía, pero trasladando sus sabores a las tendencias más actuales.
Y además
¿Qué significa Arbaso?
Las tres hermanas propietarias del hotel quisieron denominarlo con la palabra Arbaso que en euskera significa antepasados, en un sentido homenaje a la familia, a sus raíces y, en especial, a su padre.
Contra los desperdicios
Entre las distintas políticas de sostenibilidad del hotel aparece su lucha contra los desperdicios. Por ello no ofrece el típico desayuno de bufet, sino un contundente y saludable desayuno degustación en el interior del restaurante Narru.
Sin cuadros
Un detalle diferenciador del Arbaso pasa desapercibido para muchos de sus huéspedes. Ni en los pasillos de sus cinco plantas, ni en las paredes verdes de sus habitaciones cuelgan cuadros.
Vistas a la catedral
Al Arbaso se accede por la calle Hondarribia, pero un lateral del edificio da a la plaza de la catedral donostiarra. De ahí que un buen número de sus habitaciones tengan vistas a este monumental templo neogótico construido tan solo dos décadas antes que el hotel.