Todos tenemos ese amigo al que acudimos en busca de recomendaciones de hoteles o rutas de viaje. Júlia Juste es, sin duda, ese tipo de amiga. Su teléfono está repleto de listas de alojamientos, itinerarios y restaurantes repartidos por todo el mundo: algunos que ya ha visitado y otros que forman parte de su lista de deseos.
Su pasión por los viajes es hereditaria. Creció explorando el mundo y recorriendo los pueblos y rincones de Cataluña junto a sus padres, también apasionados del turismo. “Cuando tenía ocho años, ambos decidieron crear un libro de selección de casas rurales y cada fin de semana los acompañaba junto a mi hermano para evaluar si cada alojamiento merecía figurar en la publicación”, explica a La Vanguardia. De aquellas escapadas nació su sensibilidad —y vocación— por descubrir lugares con alma y compartirlos con los demás.
Primero lo hizo a través de Instagram, donde compartía hoteles que despertaban su curiosidad: habitaciones rústicas, jardines infinitos, terrazas en las que perder la noción del tiempo o cocinas de ensueño. Decidió llamarlo Outliers, un término que significa “aquello que se sale de la norma”, en alusión a su manera de viajar y de elegir lugares únicos, diferentes y con personalidad propia. Si existiera un museo de alojamientos, Outliers sería su galería más cuidada.
Júlia Juste junto a su familia
Durante el confinamiento dio un paso más y creó una web con el mismo nombre para facilitar la búsqueda de esos rincones especiales. Comenzó centrada en España, con el objetivo de dar visibilidad a proyectos pequeños y familiares, pero con el tiempo Outliers evolucionó hasta transformarse en una cuidada guía de alojamientos singulares en todo el mundo. Desde La Vanguardia hablamos con Juste para conocer de cerca la historia de su proyecto y algunos consejos prácticos en los que fijarnos a la hora de buscar alojamiento al viajar.
¿Cuándo vio que recomendar hoteles podría convertirse en su profesión?
La idea de la web nació como una wish list personal, un espacio donde reunir los lugares a los que me gustaría ir y que antes guardaba en mapas o listas que compartía con mis amigos. Quiero aclarar que no todos los alojamientos que aparecen son sitios en los que he estado, sino una selección curada de lugares que me inspiran y a los que me encantaría viajar. A raíz de este proyecto comenzaron a surgir nuevas oportunidades: gestionar redes sociales vinculadas al mundo de los viajes o trabajar como localizadora para shootings, ya que muchas personas valoraban mi criterio a la hora de elegir espacios con encanto. En ese momento todavía trabajaba en una multinacional, pero como los proyectos freelance empezaban a crecer —y aún vivía con mis padres— decidí arriesgarme y apostar por esto a tiempo completo. Ahora mismo, aunque no puedo revelar muchos detalles, estoy trabajando en el rediseño de la web: una nueva versión que capture mejor la esencia de Outliers y marque el inicio de una etapa aún más ambiciosa.
Casa Cusa, Delta de l’Ebre, recomendada en Outliers
¿Qué le llevó a poner el foco inicialmente en los hoteles de España?
Después de años viajando lejos —viví en Hong Kong, estuve en la India y siempre buscaba destinos exóticos— me di cuenta de que apenas conocía mi propio país. Pensé: “Guau, nunca he estado en Extremadura, Asturias o Cantabria, y hay lugares espectaculares”. Así que decidí empezar por ahí, descubriendo y compartiendo rincones únicos de España.
Ir a Extremadura, Asturias o al sur puede ser tan enriquecedor como ir a la otra punta del mundo
No hace falta irse lejos para vivir un viaje transformador. A veces pensamos que si no volamos muchas horas no estamos viajando “de verdad”, pero en España hay una diversidad cultural enorme. Ir a Extremadura, Asturias o al sur puede ser tan enriquecedor como ir a la otra punta del mundo: descubres nuevas costumbres, paisajes y gastronomías distintas a las tuyas. En solo unos días puedes sentir la misma emoción y conexión humana que en un viaje largo, pero mucho más cerca de casa.
Hotel Landa, en Burgos, recomendado por Outliers
¿Qué criterios usa para seleccionar los hoteles?
No se trata solo de hoteles de lujo o de los típicos lugares que aparecen en todos los listados. Me interesa descubrir y recomendar sitios con alma, esos que normalmente te costaría horas encontrar y que se sienten como un secreto que te cuenta un amigo.
Me gusta recomendar sitios que normalmente te costaría horas encontrar y que se sienten como un secreto que te cuenta un amigo
Son alojamientos únicos, muchas veces pequeños, auténticos y con una fuerte conexión con el lugar donde están. Hoy en día hay muchos espacios que podrían estar en cualquier parte del mundo, pero a mí me interesa justo lo contrario: que los materiales del espacio provengan del entorno, que los colores, la comida y la gente que te atiende reflejen la esencia del lugar. Eso es lo que convierte un alojamiento en una experiencia auténtica. Creo que eso es lo que hace especial a Outliers: una selección más amplia y genuina, centrada en la autenticidad y en la emoción de descubrir.
Hotel Adrere Amellal, Egipto, recomendado por Outliers
¿Cree que un hotel con encanto siempre tiene que ser caro o se puede encontrar esa magia también en lugares más sencillos?
Para mí, uno de los mayores retos cuando hago estas búsquedas es encontrar alojamientos auténticos y asequibles. Por ejemplo, recuerdo buscar en Fiyi, un destino conocido por sus resorts de lujo y hoteles de luna de miel, y no parar hasta dar con un lugar regentado por locales que costaba entre 50 y 100 euros la noche. Siempre intento demostrar que también existen opciones más sencillas, gestionadas por gente del lugar, con el mismo encanto —o incluso más— que los grandes hoteles de lujo.
Un lugar puede ser precioso, pero si detrás hay personas con una calidad humana auténtica, eso transforma por completo la experiencia
Además, creo que el tipo de viajero que sigue mi proyecto valora más la experiencia que el precio. Independientemente de su presupuesto, le gusta combinar distintos tipos de alojamiento: desde los más rústicos y sencillos hasta los más exclusivos. Muchas veces alguien puede permitirse un hotel de mil euros la noche, pero decide pasar parte del viaje en un alojamiento local, más conectado con la vida y la cultura del destino, y luego darse un capricho al final. Esa mezcla es lo que hace que un viaje sea realmente especial.
Hotel Mashpi Lodge, Ecuador, recomendado por Outliers
¿Qué importancia tiene el factor humano en los hoteles?
Para mí, el factor humano es incluso más importante que la estética. Un lugar puede ser precioso, pero si detrás hay personas con una calidad humana auténtica, eso transforma por completo la experiencia. Es como cuando conoces a alguien y ves su alma: te enamora y te parece aún más especial. Lo mismo ocurre con la hospitalidad sincera, esa que te hace sentir en casa y recibe a cada huésped con ilusión. Los lugares que realmente me marcan siempre tienen detrás a personas que hacen que el viaje cobre un sentido diferente.
La gente que viaja como yo ya no busca solo un lugar bonito, sino alojamientos con alma, donde se sienta el cuidado y la atención en los pequeños detalles
Creo que la forma de viajar y de elegir hoteles ha cambiado muchísimo. La gente que viaja como yo ya no busca solo un lugar bonito o de moda, sino alojamientos con alma, donde se sienta el cuidado y la atención en los pequeños detalles. En el mundo siguen abriendo hoteles enormes en destinos saturados, pero lo que realmente marca la diferencia —al menos para mí y mi comunidad— son las personas que hay detrás y su forma de hacerte sentir especial.
Casa en Puqio, Perú, recomendada por Outliers
¿Qué detalles marcan la diferencia?
Me encanta cuando un alojamiento va un paso más allá: que te enciendan una vela por la noche, que el desayuno esté preparado con mimo o que cada día te sorprendan con algo distinto. Recuerdo un hotel en Egipto donde cada cena era en un rincón nuevo del jardín, o una casa en Marruecos donde, por 100 euros la noche, una familia local encendía cien velas y preparaba la cena en un lugar diferente cada día. Esa dedicación y hospitalidad sincera, más allá del precio o el lujo, es lo que hace que un viaje se convierta en una experiencia realmente especial.
En Perú hay una casa de una señora local de 50 con un pequeño taller textil que ofrece alojamiento
¿Alguna vez ha temido recomendar un hotel local y que se masifique o suban mucho los precios?
La verdad es que no. Es un dilema que me he planteado muchas veces, pero confío en la comunidad que me sigue. Sé que la mayoría son el tipo de viajeros que estos pequeños proyectos buscan: respetuosos, curiosos y conscientes. Al final, lo que hago es dar visibilidad a alojamientos que muchas veces no tienen los recursos para aparecer en grandes medios o plataformas.
Me gusta pensar que conecto a esos viajeros con lugares que realmente merecen ser descubiertos. Así que, más que miedo, siento que aporto algo positivo. Por ejemplo, en Perú hay una casa de una señora local con un pequeño taller textil que también ofrece alojamiento. Tiene unos 50 años y apenas usa Instagram. La conocí gracias a mis padres, que participaron en un viaje organizado por Talleres Nómadas, un proyecto que organiza rutas para descubrir la artesanía local en distintos lugares del mundo. Me encanta poder darle visibilidad y contar que se puede ir, quedarse en su casa y vivir una experiencia auténtica.
Comunidad de mujeres tejedoras Pumaqwasin en el Valle Sagrado, Perú
¿Escucha el feedback de su comunidad?
Sí, totalmente. Priorizar proyectos locales, pequeños e independientes es uno de los pilares de lo que hago. Es verdad que en la búsqueda online hay cosas que se pierden: puedes intuir mucho por la web, el número de habitaciones o la historia que cuentan, pero hay sensaciones que solo se perciben al estar allí. A veces un lugar parece ideal y luego la experiencia no encaja.
Por eso valoro mucho el feedback de mi comunidad. Cuando alguien me escribe diciendo que un sitio no cumple con lo que transmite, lo reviso e incluso he llegado a quitarlo de la selección. Aun así, en algunos destinos incluyo también alojamientos de cadenas si realmente aportan valor o están bien hechos, pero siempre con el criterio de que sean lugares donde yo misma me quedaría.


