Hace un siglo, el ritual que constituía el registro en un hotel del paseo del Prado de Madrid era todo un acto de pompa y ceremonia. Expectación y recibimiento. Los huéspedes entregaban las maletas de cuero que habían cargado desde la estación del Mediodía, y no se sentía el más mínimo retraso entre el tintineo de la campanilla de recepción y el instante en que el viajero quedaba liberado de su equipaje y recibía la llave de hierro forjado.
Hoy, esa misma facilidad de acceso se percibe al hacer el check-in en el NH Madrid Nacional, aunque mucho más que el porte del botones ha cambiado a lo largo del tiempo. La estación del Mediodía es hoy la estación de Atocha; las llaves de hierro se han sustituido por tarjetas magnéticas; la climatización es personalizada; el servicio de habitaciones está disponible a cualquier hora, y el wifi, al igual que el tren que llega a la capital, es de alta velocidad.
El hotel vivió una edad dorada en los años 40 y 50, cuando por sus salones pasaron literatos y personas influyentes
El NH Madrid Nacional se ha adaptado a los tiempos. No todo lo que fue vanguardia en 1925 lo sigue siendo hoy, pero el hotel, en honor a su centenario, ha querido ofrecer a sus huéspedes la posibilidad de visitar su Suite 1925. Con todos los guiños a las comodidades de antaño, esta experiencia se ha ganado con razón el apodo de “La Habitación del Siglo”.
La experiencia, situada dentro del hotel, es una cápsula del tiempo cuidadosamente diseñada para recrear la experiencia de alojamiento de hace cien años. Los lujos que se ofrecían entonces eran abundantes: un armario completo y un espejo tríptico plegable para arreglarse, elegantes juegos de té, y doncellas, mozos y botones vestidos con impecable elegancia. Desde el perchero hasta el escritorio orientado al paseo del Prado, pasando por el biombo tras el que cambiarse de ropa, todo estaba elaborado con las maderas más nobles. En un rincón, un gran fonógrafo dejaba escapar música.
De los años veinte al presente
Mucho se ha escrito sobre los felices años veinte: una época de vida bohemia y libertad artística, sostenida por el deseo de ver mundo y dejar huella en él. En hoteles como este, los trotamundos sabían, desde el saludo inicial hasta la atención personalizada que recibían, que estaban encaminados a ese estilo de vida bohemio.
La exposición 1925 en el NH Madrid Nacional
Esta esencia ha estado presente en el hotel Madrid Nacional desde sus inicios. El edificio, obra del arquitecto Modesto López Otero, fue concebido a principios de la década de 1920 como parte del desarrollo del paseo del Prado.
Desde su inauguración, en febrero de 1925, su historia se ha entrelazado con la de su entorno, incluido el propio Prado. Si los primeros años fueron de esplendor, durante la Guerra Civil Española (1936–1939,) el hotel se transformó en hospital.
El edificio no salió indemne de aquel periodo: sufrió daños que fueron reparados en tiempos de paz mediante un proceso de restauración que conservó su fachada neoclásica, sus vidrieras interiores y su gran escalinata principal. Tras estos cambios, el hotel vivió una edad dorada en los años 40 y 50, cuando por sus salones pasaron literatos y personalidades influyentes en sus estancias en el corazón de la capital.
Las décadas de 1960 y 1970 fueron años más difíciles para el sector hotelero, y el edificio acabó cerrando sus puertas en 1975. No volvería a acoger huéspedes hasta 1998, cuando NH Hotels & Resorts adquirió la propiedad y la restauró con delicadeza, no para borrar su historia y arquitectura, sino para realzarlas, llevando la experiencia al siglo XXI.
Hoy, en plena era del AVE, el wifi, el aire acondicionado y el todo a demanda, el hotel ha logrado tender un puente entre lo antiguo y lo moderno. Al mostrar los conforts del presente junto a los de hace un siglo, la suite 1925 exhibe los lujos de ambas épocas, poniéndolos al alcance de todos aquellos huéspedes que deseen viajar en el tiempo.


