En el valle de Benasque, dentro del Parque Natural Posets-Maladeta, se encuentra un rincón que muchos comparan con un paisaje alpino de ensueño. El ibón de Escarpinosa, también conocido como Aigüeta de Batisielles, aparece entre montañas a más de 2.000 metros de altura y llama la atención por su belleza natural y su acceso relativamente sencillo para tratarse de un lugar tan elevado.
El encanto del ibón se refleja en sus alrededores, donde los senderos recorren bosques de hayas y abetos, se elevan hasta densos pinares de pino negro y cruzan zonas de tasca alpina. Escarpinosa destaca entre los ibones del Pirineo por contar con árboles en sus orillas, una rareza que añade calidez y profundidad al paisaje.
Un rincón de alta montaña con carácter alpino
Paisajes que cortan la respiración
Desde sus orillas, las vistas son sencillamente espectaculares. Al sur se elevan las esbeltas agujas de Ixeia, con su cima más alta alcanzando los 2.837 m. Al norte, los valles glaciares de Molseret y Perdiguero crean un horizonte cresteado, con numerosas tucas que superan los 2.700 metros. Es un balcón natural sobre el Pirineo más auténtico.
El camino hasta el ibón
La excursión parte desde el aparcamiento al inicio del valle de Estós, siguiendo el sendero señalizado S-3, que en muchos tramos coincide con el GR 11 y el PR-HU 31. Al principio, una pista forestal transcurre junto al río, ganando altura progresivamente hasta cruzar a la otra orilla al llegar a la palanca de Aiguacari.
Más adelante, el sendero se vuelve más técnico, ya que atraviesa la cabaña de Santa Ana, la fuente de Coronas y luego asciende “en zig‑zag” por la ladera boscosa. Se cruza el arroyo de la Aigüeta de Batisielles y, después de superar algún tramo rocoso, se alcanza la pleta del Ibonet y la cabaña de Batisielles. Desde ese punto, un sendero bien definido lleva directamente al ibón de Escarpinosa.
Todo el recorrido de ida y vuelta son unos 12 km, con un desnivel de subida y bajada de unos 720 m, y se estima que el trayecto completo dura alrededor de 4 horas y media, sin contar paradas.
Parece Suiza, pero está en España: el impresionante lago que enamora por sus aguas turquesas y montañas afiladas
Un valle que invita a más aventuras
Más allá del ibón: qué ver alrededor
Visitar Escarpinosa es también una excelente excusa para explorar más del Parque Natural Posets‑Maladeta, situado a muy poca distancia. Este espacio protegido abarca más de 33.000 hectáreas y alberga algunas de las cumbres más altas del Pirineo, como el Pico Aneto (3.404 m) o el Posets (3.369 m).
Aquí hay glaciares declarados Monumento Natural, formas de terreno glacial como morrenas, y un centenar de lagos de origen glaciar (ibones) que añaden un valor escénico y ecológico inmenso.
Por otro lado, muy cerca de Escarpinosa también se encuentran otros rincones para explorar. El Valle de Benasque, con su pueblo lleno de encanto, es punto de partida perfecto para rutas variadas.
Además, para quienes viajan en familia o quieren conocer de verdad cómo se vive en el Pirineo encuentran en las actividades de Vivir el Pirineo una puerta de entrada perfecta. Proponen paseos para descubrir las plantas del entorno, salidas para observar la fauna que habita estos valles y experiencias rurales que permiten, por un día, “vivir el trabajo de los ganaderos”. Son propuestas sencillas y muy cercanas que ayudan a entender mejor este territorio y a mirar el paisaje con más respeto y curiosidad.
El ibón de Escarpinosa deja en muchos visitantes algo más que una postal hermosa. Entre el sonido del agua, el bosque y las vistas del valle, es fácil entender por qué tanta gente lo tiene entre sus excursiones favoritas. Muchos repiten la caminata cada verano, ya sea para disfrutar del paisaje, para desconectar un rato o simplemente porque es uno de esos lugares del Pirineo que siempre apetece volver a ver.



