Como cada año, la red de Pueblos Mágicos de España ha anunciado a los ganadores de los premios nacionales y regionales del 2026. El galardón más esperado siempre es el del Pueblo Mágico del Año, que en esta ocasión ha sido para Brihuega. Gracias a los votos de más de 250.000 personas, el pueblo ha conseguido esta distinción que reconoce su apuesta por la sostenibilidad, el cuidado del patrimonio y la proyección internacional.
Con una población de apenas 2.800 habitantes, este pueblo, que parece sacado de un cuento, destaca tanto por su casco histórico con aire medieval como por los paisajes que lo envuelven, donde los campos de lavanda son los auténticos protagonistas. Situado en el corazón de la provincia de Guadalajara y a solo una hora de Madrid, Brihuega se ha convertido en uno de los destinos de turismo rural más destacados de España.
Un calle del pueblo medieval de Brihuega, en la Alcarria
Un centro histórico con aire medieval
En Brihuega, la magia no es solo una etiqueta turística, sino que se puede sentir por todas sus calles y entre sus antiguas murallas. Miles de personas cada año descubren en esta villa un refugio de paz y belleza, donde el tiempo parece detenerse. Su centro urbano está considerado conjunto histórico-artístico, lo que demuestra la belleza de sus calles empedradas, dominadas por las ruinas del Castillo de Peña Bermeja. Esta fortificación de origen medieval se erige en lo más alto del pueblo y se permite ver la plaza de toros y el Convento de San José.
Esta villa de la comarca de Alcarria cuenta con tres iglesias que datan del siglo XIII: la de San Miguel, Santa María de la Peña, y la de San Felipe, que cuenta con un bonito rosetón de seis puntas, además de su belleza, tiene una tormentosa historia, ya que sufrió daños en la guerra de Sucesión, un incendio en 1904 y quedó prácticamente destruida durante la Guerra Civil, cuando se utilizaba como almacén.
Restos de las antiguas murallas árabes de Brihuega
La torre de San Felipe se alzó como parte de la antigua muralla y posteriormente, se adaptó como torre de la iglesia. Perdiéndose por sus calles se llega a la plaza de Herradores, donde la fuente de los Doce Caños y los antiguos lavaderos son una muestra de la riqueza de la zona en manantiales y que el agua es uno de los grandes tesoros del pueblo. Solo unos metros más abajo está la iglesia de San Simón, que se cree que está construida sobre una mezquita.
La Real Fábrica de Baños y sus jardines
Otro de los rincones imperdibles es la plaza del Coso, donde están las cuevas árabes, un laberinto subterráneo cargado de historia y misterio y muestra de la presencia musulmana en la península ibérica. Se estima que hay unas galerías de 8 quilómetros que tienen más de 800 años. Por las calles de Brihuega también se pueden distinguir algunos tramos de sus antiguas murallas y del arco de Cazagón, una de las dos puertas de acceso al pueblo que han aguantado el paso de los años.
Además, otra de las joyas de esta villa cuenta es la Real Fábrica de Baños, ubicada en un edificio del siglo XVIII y que llegó a acoger casi un centenar de telares. Junto a ella están los jardines de estilo francés que, según afirmó Camilo José Cela en su Viaje a la Alcarria, eran “para morir de amor”. Actualmente, el conjunto es un balneario y el primer cinco estrellas de la provincia.
El hotel Castilla Termal Brihuega ocupa un edificio histórico de Brihuega
Brihuega, donde el aire huele a lavanda
A poco más de una hora de Madrid, situado en el valle del río Tajuña y bautizado como el jardín de la Alcarria, Brihuega atrae a miles de turistas cada año. Sin embargo, la afluencia de visitantes aumenta a finales del mes de junio y principios de julio porque vienen a ver la floración de la lavanda de sus campos. Ante el interés que despertaba este momento, hace 10 años nació el Festival de la Lavanda, unos días en los que las calles del pueblo se llenan de puestecitos de productos de artesanía, gastronomía y decoración relacionados con la lavanda. Además, se organizan visitas guiadas a los campos.
También se pueden hacer visitas privadas donde se puede ver la elaboración de aceites y derivados en una de las destilerías del pueblo. Los más atrevidos pueden observar este manto morado desde el cielo, o bien en un vuelo en globo a primera hora de la mañana, o incluso lanzándose en parapente.
Campos de lavanda de Brihuega.
Estos millones de flores moradas son recolectadas cada año para extraer su esencia y contribuir a elaborar perfumes, cosméticos o cremas. La historia, las calles medievales y los campos de lavando convierten a Brihuega en un destino perfecto para huir de la rutina y el estrés de la ciudad.
