No todo lo que alivia en un momento determinado sirve como tratamiento. Tampoco en animales. Los conocidos como protectores gástricos, usados a menudo en perros y gatos con acidez o reflujo, no están pensados para un uso prolongado.
Aunque parezcan inocuos, pueden alterar de forma importante el funcionamiento digestivo si se administran sin control. Medicamentos como el omeprazol o la famotidina están diseñados para reducir la producción de ácido en el estómago, pero cuando se recetan sin haber investigado la causa del problema, pueden generar el efecto contrario al deseado.

Administrar fármacos digestivos sin diagnóstico, basándose en el uso en humanos o en recomendaciones informales, puede agravar los síntomas
Lo más común es que estos fármacos se usen como solución rápida ante síntomas molestos. Sin embargo, detrás del reflujo, los eructos o la irritación gástrica puede haber un desequilibrio más complejo que no se resuelve tapando los síntomas. En lugar de aliviar, lo que hacen es cronificar el malestar.
Puede acabar agravando
Confiar en tratamientos humanos para animales puede salir caro
La veterinaria Raquel Pavo lo explicó con claridad en una publicación en redes sociales, en la que alertaba sobre el uso frecuente de este tipo de tratamientos: “La acidez y el reflujo suelen ser síntomas de algo más”.
En esa misma línea, detalló que este tipo de medicamentos deberían emplearse únicamente en casos puntuales, como úlceras gástricas, y no como recurso habitual frente a cualquier molestia digestiva.
Cuando se abusa de ellos, la reducción de ácido puede impedir que la válvula entre el estómago y el esófago funcione correctamente, lo que favorece aún más el reflujo. Según explicaba en el mismo mensaje, “el uso crónico de estos mal llamados protectores de estómago perpetúa el problema, no lo soluciona”.
Uno de los errores más frecuentes es confiar en que estos medicamentos son inofensivos por el simple hecho de que también se utilizan en humanos. Sin un diagnóstico veterinario adecuado, el riesgo de agravar la situación es alto. Muchos tutores los administran por costumbre o por recomendación informal, sin saber que están complicando el problema digestivo del animal.
Antes de recurrir al omeprazol, la famotidina o el vetgastril como solución automática, conviene revisar la dieta del animal, sus hábitos, su estado general y realizar pruebas si es necesario. Tratar un síntoma sin saber su causa no solo no ayuda, sino que puede empeorar la situación.