Me lo presentan de una manera apoteósica. “Vas a darte cuenta enseguida, en cuanto abra la boca, que es la persona más generosa del mundo”. Y tenían razón: Andrés Salar infunde una energía poderosa que transmite bondad y ternura a raudales. Tiene 40 años y vive en Torres de Cotillas (Murcia), un pequeño pueblecito rodeado de campos y cielos acogedores. “A mi padre no le gustaban los perros y cuando era niño en casa nunca pude tener animales. Pero ya me fascinaban, desde que tengo uso de razón. Cuando veía a un perro por ahí sentía la imperiosa necesidad de estar a su lado y empezar a charlar con él y conocerle”.
Tanto es así que hace unos 15 años fundó El loco de los perros, un refugio para ofrecerles un futuro a los canes callejeros que goza de gran popularidad en la zona, y que ya cuenta con casi 18 mil seguidores en Instagram. Una protectora, además, que alberga en su propia casa, donde vive con su mujer, su hija y una cincuentena de peludos.
Con veintipocos años se echó pareja y enseguida tuvo tres perros.
Falleció uno de ellos. Lo pasé mal, yo soñaba con mi perro muerto. Se llamaba Cuco, era un cruce de husky con pastor belga. Por las noches se me aparecía y, a nivel onírico, me decía y me repetía insistentemente que mi misión en la vida era rescatar animales. Increíble historia aquella... Mi perro muerto me señalaba cuál tenía que ser mi camino vital para hallar un sentido a mi existencia. Ese sueño se repetía constantemente, y de eso ya hace 15 años.
Y a partir de aquellas misteriosas señales de Cuco protagonizando sus sueños, decidió pasar a la acción y tomar cartas en el asunto.
Me paso el día (y muchísimas noches enteras) rescatando perros callejeros que llevan años vagando por las calles y que están cargados de miedos y fantasmas. Casi no se atreven ni a acercarse a las personas… Son seres solitarios, muy poco sociables. Gracias a una jaula-trampa grande, dotada de un mando a distancia, suelo ponerles dentro pollo asado, caliente y humeante, y en cuanto un perro lo huele se mete en la jaula y en aquel instante la cierro. Y claro, una vez lo he cogido le busco una protectora o me lo lleva directamente a mi propio refugio.
Mi perro muerto me señalaba cuál tenía que ser mi camino vital para hallar un sentido a mi existencia
Su propia protectora y refugio se llama, ni más ni menos, El loco de los perros.
‘Loco’ significa apasionado, ilusionado, cuidador a ultranza de todos los perros que se cruzan por mi camino. Mi absoluta locura por los perros es alucinante. A menudo he ayudado a humanos y a la mínima de cambio me han traicionado. En cambio, los perros siempre son agradecidos, son éticos y moralmente increíbles. Son brutalmente nobles.
De hecho, en su pequeño pueblo, Las Torres de Cotillas, todos le conocen como El loco de los perros. Esa es la consigna, la frase mágica…
Dicen que soy la persona más generosa del mundo. Eso es lo que me dice alguna gente, los que me conocen de cerca. Lo cierto es que soy capaz de hacer literalmente cualquier cosa por un perro. Cualquier cosa, te lo juro. He hecho varios viajes lejanos, pasando días y días enteros hasta lograr cazar a un perro. Siempre lo acabo consiguiendo. Perros que están en las últimas, perros muy enfermos, terminales, incluso malheridos por balazos o porque los han intentado ahorcar y se han escapado…
Y salvarles la vida a seres desconocidos de cuatro patas también debe de ser un gasto...
A menudo veo a un perro que está muy enfermo y necesita varias intervenciones médicas. Saco de mi bolsillo el dinero suficiente, o lo consigo de donaciones y ayudas… Pero al final de la historia siempre consigo pagarlo todo para salvar al animal necesitado. Saqué a un perro de una perrera, me gasté 2000 mil euros para curarle una pata, y luego enfermó del corazón y pagué otros 4000 para que lo operaran. Salvamos su vida.
Es de admirar que hagas eso por un ser completamente desconocido, sin esperar nada a cambio.
Mira lo que te digo… Muy a menudo para mí la vida de un perro es más importante que la de un humano. Lo son todo para mí. En la Dana en Murcia —anterior a la de Valencia—, me pasé tres días y tres noches encharcado en el agua, hasta el cuello de fango… Y rescaté a perros, gallinas y gatos del agua. Construí una especie de balsa de madera rudimentaria y aquello parecía el Arca de Noé.
Dentro de casa convivimos con 20 perros y cuido de otros 30 en nuestro terreno; cada día me acuerdo de más de 40 perros muertos que para mí siguen vivos
¿Dirías que te ha cambiado la vida, desde que la dedicas a salvar perros?
Antes de saber que el cuidado de los perros era mi razón de ser, soy consciente de que era un tipo infeliz y que mis días carecían de sentido. Y ahora sé muy bien que el día que me muera todo habrá tenido mucho sentido, porque mi existencia en la tierra habrá servido para salvar miles y miles de vidas de perros, los verdaderos ángeles de esta Tierra.
Vives en una casa en el campo con tu mujer y tu hija.
Dentro de casa convivimos con 20 perros (los más enfermos y miedosos, los más problemáticos) y en nuestro terreno cuido de otros 30. Cuando se mueren los que he conocido no puedo olvidarlos nunca. Me acuerdo de sus miradas, de cómo eran. En mi cabeza, cada día, me acuerdo de más de 40 perros muertos que para mí siguen vivos, muy cerca de mí.
¿Te ves toda la vida rescatando perros?
Quizás dentro de un tiempo digan: ‘Mira, por ahí anda el loco de los perros, un vejete de 80 años’. Soy el loco de los perros porque mi verdadero Dios tiene forma de perro, soy capaz de morir y entregar mi alma para salvarlos. Mi vida no tiene valor sin ellos.