Les deja un plato de paso sin vigilar a sus perros y su esfuerzo para no comerla es digno de admirar: “Lucharon contra sus demonios”
Autocontrol
Aunque ninguno de los dos perros se atreve a dar el primer paso, la tensión es evidente en cada uno de sus gestos, especialmente cuando uno se acerca ligeramente al plato y el otro permanece inmóvil
Un perro sobrevivió días con un cubo encajado en la cabeza sin comida ni agua y logró salir adelante: “Le encanta la gente y dar besos”
El instante en que la comida queda sin vigilancia desencadena una tensión evidente entre los perros, que se observan de reojo
En cuanto hay comida de por medio, la mayoría de los perros actúan por impulso. No esperan y no dudan. Si algo huele bien y está al alcance, lo habitual es que lo cojan sin pensárselo. No importa si es un filete en la encimera o una croqueta olvidada en la mesa del salón. La prioridad es comer, sin más. Por eso sorprende cualquier escena donde logren contenerse ante algo tan atractivo como un plato lleno de pasta.
En este sentido, una joven grabó a sus dos perros en una situación que normalmente desata el caos en cualquier casa con mascotas. Colocó un cuenco lleno de pasta sobre una mesa baja, justo a la altura de los animales. Uno de ellos es de pelaje marrón y tamaño mediano. El otro, algo más pequeño, es blanco y está en el sofá. El objetivo del vídeo era comprobar cuánto aguantaban sin probar bocado mientras ella se ausentaba de la habitación.
Sin vigilancia
Quietos como estatuas, pero con muchas ganas de pecar
Desde el primer segundo en que la chica se aparta, los dos perros se quedan mirando el plato. No apartan la vista ni un momento. Uno de ellos comienza a mover la cabeza nervioso, como si no supiera dónde colocarse. El otro se queda completamente inmóvil, solo con la mirada fija en la comida. Ninguno retrocede, pero tampoco se lanzan. Durante unos segundos parece que todo va a descontrolarse, sobre todo cuando el marrón se acerca unos centímetros más de la cuenta.
La cámara muestra cómo ambos contienen las ganas de lanzarse a por la pasta. En algunos momentos, se les ve abrir un poco la boca, como si estuvieran a punto de hacerlo. El más grande enseña los dientes brevemente, sin llegar a morder nada. Todo queda en una especie de pulso interno, donde el impulso tropieza con una mínima norma aprendida: esperar.
Aunque no hubo ninguna instrucción en voz alta ni gesto que les indicara qué hacer, los dos perros mantuvieron la postura y lograron imponerse a sus instintos más primarios. “Lucharon contra sus demonios”, dijo un usuario que vio el vídeo. La prueba, que ha llamado la atención por lo poco habitual, muestra hasta qué punto algunos animales pueden llegar a contenerse cuando se han acostumbrado a ciertas reglas dentro de casa.