Arlet Andreu, 26 años, veterinaria de caballos en Irlanda: “No busqué ofertas en Catalunya; la situación es crítica, hay demasiados veterinarios y están muy mal pagados”

Catalanes en el mundo

La barcelonesa explica que no se plantea volver por las condiciones laborales precarias: “Una vez ves lo bueno que puedes tener fuera cuesta mucho volver”

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Arlet Andreu

Arlet Andreu

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Vivir en un pequeño pueblo de Irlanda en medio de la naturaleza y trabajar rodeado de caballos en campos verdes podría sonar como el sueño de mucha gente. Esta es la realidad de Arlet Andreu, una barcelonesa de 26 años que ya lleva tres trabajando como veterinaria de caballos en la isla irlandesa. “Vivo en una casa compartida en Fermoy, un pueblo a una media hora de Cork, en el sur de Irlanda”, explica en una entrevista en RAC1.cat.

La relación de Arlet con los caballos viene de lejos, desde que era una niña: “Empecé a montar cuando tenía cinco o seis años. De pequeña tenía un poni y desde hace más de diez años que tengo un caballo que ahora está en Irlanda conmigo”. Con todo, ella tenía claro que quería estudiar Medicina, y no Veterinaria: “Desde que tenía 12 o 13 años que tenía la idea de hacer Medicina, pero no saqué suficiente nota en la selectividad y entonces me apunté a Veterinaria. Vi que era una manera de combinar mi pasión por los caballos, mi hobby, con la medicina”.

De pequeña tenía un poni y desde hace más de diez años que tengo un caballo que ahora está en Irlanda conmigo

Contributing Writerveterinaria de caballos

Lo que sí sabía desde el principio es que quería dedicarse exclusivamente a los caballos: “En primero de carrera ya tenía muy claro que solo quería ser veterinaria de caballos. Los perros y gatos me gustan, pero el trabajo de veterinaria de pequeños animales no me llamaba”. Cuando acabó la carrera, Arlet ya tenía entre ceja y ceja irse a trabajar al extranjero: “En quinto de carrera tienes que hacer prácticas y aproveché para echarlas. Estuve seis semanas en Bélgica, en una clínica de caballos, y me gustó mucho”.

Arlet con su caballo

Arlet con su caballo

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La experiencia fue tan buena que tras graduarse ya empezó a buscar ofertas fuera de España: “Fui a una clínica de Irlanda a realizar prácticas dos semanas. En el mismo hospital, me ofrecieron una plaza para hacer un internado, que es como un posgrado, una mezcla entre trabajo y formación pagada”, explica. ”Me gradué en agosto y en diciembre empezaba ya el internado en Irlanda, y estuve un año allí”. Luego encontró trabajo directamente en otra clínica de caballos irlandesa, donde lleva ya dos años trabajando.

Las condiciones laborales en Catalunya contrastan con las de Irlanda

Al terminar la carrera, Arlet admite que ni siquiera buscó ofertas en Catalunya por las condiciones precarias: “No busqué mucho, porque ya sabía que la situación de la veterinaria en Catalunya, y en España es bastante crítica. Hay demasiados veterinarios y el trabajo está muy mal pagado”. Además, ser veterinario de caballos es muy complicado: “Para ser veterinario de perros y gatos vas a cualquier clínica de barrio y entras como un empleado más. Con los caballos, la mayoría de veterinarios en España son autónomos. Deben tener todo el material y coche propio. Si te acabas de graduar no tienes ningún medio para empezar por tu cuenta, necesitas mucho dinero para comprar el material”, lamenta.

Sabía que la situación de la veterinaria en Catalunya, y en España, es bastante crítica. Hay demasiados veterinarios y el trabajo está muy mal pagado

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En cambio, en Irlanda funciona muy diferente, también porque tienen una gran industria de caballos de carreras: “Aquí hay muchas más clínicas y hospitales en los que tú puedes entrar como un trabajador, también porque hay muchos más caballos y, por tanto, mucho más trabajo. Cuando te acabas de graduar entras como junior y hay veterinarios con experiencias que te ayudan. No tienes que pagar nada, te dan un coche y tienes todo el material del hospital. Es mucho más fácil entrar en el mundo laboral y cobras mucho, pero mucho, mejor de lo que cobrarías en España”.

La odisea logística de llevar un caballo hasta Irlanda

Un año después de marcharse a Irlanda, cuando ya tenía claro que se quedaría, Arlet decidió llevarse su caballo desde Catalunya. Fue un trayecto que duró días por la logística que comportaba: “Contraté una compañía de transporte que lo organizó todo. Me vinieron a recoger el caballo en la hípica de Torrelles de Llobregat, y me lo llevaron hasta aquí en camión. Atravesaron Francia, pasaron por el canal de la Manga hacia Inglaterra y desde allí a Irlanda en ferry. Fueron unos cuantos días, no sé si cuatro, porque deben ir haciendo paradas. No puedes tener un caballo en un camión 24 horas”, explica. “Ahora lo tengo en un establo cerca de casa, y voy a montar por las tardes”.

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En cuanto al trabajo de veterinaria de caballos, Arlet explica que cada día es diferente: “Pueden surgir urgencias, pero gran parte de lo que hago es todo el trabajo de veterinario de reproducción. Me desplazo a los yeguados, los lugares donde se crían los caballos, hago las ecografías y miro a todos los potros”, por si alguno está enfermo. Sin embargo, el trabajo es bastante estacional: ” De febrero a julio hay mucho trabajo porque es cuando todos los potros nacen y todas las yeguas se cubren, pero el resto del año es más tranquilo”. Además, explica las limitaciones que tiene como veterinaria de campo: “Si se deben realizar cirugías o tratamientos intensivos, derivamos al caballo al hospital”.

Arlet haciendo una exploración bucal a un caballo

Arlet haciendo una exploración bucal a un caballo

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Parte del trabajo es cuidar de los caballos, que mayoritariamente son pura sangre de carreras, pero también tratar con los propietarios: “A veces tu trabajo consiste más en convencer al propietario de que tiene que hacer lo que le dices que tratar a los animales. El animal no habla y no paga. Son como niños pequeños y tú les miras a los que les pasan cuando están enfermos. Algunas veces les dices que un caballo necesita un tratamiento y no están dispuestos a pagar ”.

A veces tu trabajo consiste más en convencer al propietario de que debe hacer lo que le dices que tratar a los animales

Contributing Writerveterinaria de caballos

La adaptación a Irlanda

En cuanto a las diferencias entre Catalunya e Irlanda, Arlet explica que no notó grandes choques culturales y que se ha sentido muy bien acogida. Aunque admite que a la gente le puede costar adaptarse a los horarios o al tiempo, dice que a ella no le ha costado nada: “Me he adaptado muy bien. Ahora vuelvo a casa y lo de cenar a las nueve o las diez de la noche se me pone fatal, ya me he acostumbrado a los horarios de aquí ya mí”.

A lo que sí le costó más a habituarse fue el acento marcado de los irlandeses: “Yo me saqué el C2 de inglés en el bachillerato. Tenía un nivel bueno y, sin embargo, la primera semana en Irlanda la sufrí. Ya no era solo hablar, que vas cogiendo práctica, sino que era entender a la gente, que fue complicado. Si no entendía alguna cosa pedía que me la repitieran, y no tenían ningún problema”.

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Una de las preguntas obligadas, y más teniendo en cuenta que por trabajo tiene que coger mucho el coche, es como lleva conducir por la izquierda. “Yo conduzco mucho y la verdad es que no me costó, me acostumbré rápidamente. Lo que me pasa ahora es que cuando vengo a Barcelona por vacaciones me cuesta conducir por la derecha. Tiene sentido porque al final cuando me fui a Irlanda llevaba cinco años conduciendo, pero ya llevo tres aquí”, explica Arlet.

Una vez ves lo bueno que puedes tener fuera cuesta mucho volver, con todo lo que comporta por tema de trabajo y salario

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Pese a que asegura que echa de menos a la familia ya los amigos, explica que viene a Catalunya a menudo: “Vengo al menos un par de veces al año y mis padres también vienen a verme. Al final solo estoy a dos horas y media en avión. No me siento tan lejos, y con las videollamadas todo se hace muy llevadero”. Y aunque admite que alguna vez se ha planteado volver, ahora no entra en sus planes: ”Una vez ves las cosas buenas que puedes tener fuera cuesta mucho volver, con todo lo que comporta por tema de trabajo y salario. Tengo muy buen trabajo y me gusta la vida que llevo aquí”, concluye.

Este artículo fue publicado originalmente en RAC1.

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