El control de los esfínteres es uno de los aprendizajes más lentos del desarrollo animal. En los primeros meses de vida, el organismo de un cachorro todavía no ha madurado lo suficiente como para mantener la orina durante mucho tiempo, de modo que el proceso de aprendizaje se vuelve exigente para quienes conviven con él.
Las micciones frecuentes pueden llegar a desesperar a los cuidadores, que interpretan los pequeños accidentes domésticos como un signo de desobediencia, aunque en realidad responden a una cuestión biológica. Solo con el paso del tiempo, y con una educación adecuada, el cachorro aprende a avisar y a adaptar su ritmo a las salidas. Esa fase, común en todos los perros jóvenes, es la que el Kennel Club ha querido explicar con detalle.
Evitar castigos
La educación del perro requiere constancia y empatía para que el aprendizaje funcione
Según esta organización, la paciencia es esencial durante las primeras semanas de adiestramiento. El Kennel Club insiste en que “la constancia y la comprensión son las mejores aliadas” cuando se enseña a un cachorro a hacer sus necesidades fuera de casa. La entidad recuerda que los fallos son inevitables y que no deben interpretarse como mala conducta.
Además, recomienda ajustar los horarios de paseo al nivel de desarrollo del animal y evitar los castigos, ya que el miedo puede agravar el problema. Con una rutina predecible, las probabilidades de éxito aumentan y el cachorro aprende a asociar el exterior con el momento adecuado para orinar.
Perro pipi
La explicación científica es sencilla: los perros jóvenes tienen una vejiga mucho más pequeña que la de los adultos, por lo que se llena con rapidez. Su metabolismo también es más alto, y eso genera una mayor producción de orina. A esa etapa de crecimiento se suman los estímulos del entorno, que pueden alterar el control del cuerpo.
El resultado es una necesidad frecuente de vaciar la vejiga, especialmente después de comer, jugar o despertarse. A medida que el animal crece, los intervalos entre micciones se amplían y el proceso de control voluntario se consolida.
Adiestramiento con diferencias
La edad, la raza y la energía del perro determinan cuánto tarda en aprender
La edad y la raza influyen en la rapidez de ese aprendizaje. Un cachorro de menos de tres meses suele necesitar salir cada hora, mientras que los de entre tres y seis meses pueden aguantar hasta cuatro horas. En el caso de los perros pequeños, la frecuencia es mayor porque sus órganos son proporcionalmente más reducidos. Las razas grandes, en cambio, disponen de una vejiga con mayor capacidad y pueden mantener la orina durante más tiempo. Esa diferencia explica por qué los métodos de adiestramiento deben adaptarse a las características de cada perro.
Otros factores, como la actividad física o la excitación, también modifican los tiempos entre paseos. Los perros muy juguetones suelen orinar más a menudo porque gastan más energía y se hidratan con frecuencia. Además, la emoción del juego o la llegada de una visita puede provocar micciones de alegría.
El Kennel Club recomienda anticiparse a esas situaciones llevando al cachorro al exterior antes y después de los momentos de mayor movimiento. De ese modo, se reduce la posibilidad de accidentes en casa y se facilita la consolidación de un hábito que, con el crecimiento, se vuelve natural.
