Liko, un gato noble y herido por la desconfianza, busca un hogar donde sanar y a volver creer en las personas

Liko apareció en el zoosanitario de Málaga, solo y desorientado, sin que nadie preguntara por él. Su aspecto era desolador: delgado, triste y sin fuerzas, aunque aún encontraba un pequeño consuelo en jugar con cuerdas o disfrutar de alguna chuche. Prefería mantener la distancia con personas, pero convivía sin problema con otros gatos. Tras más de un año en la protectora, llegó lo que parecía ser su final feliz: fue adoptado. Sin embargo, su historia dio un giro amargo. La persona que lo adoptó, conociendo su carácter, decidió devolverlo dos años después e incluso intentó abandonarlo. Cuando Liko volvió, apenas lo reconocieron en la protectora: estaba en los huesos, con el pelo deteriorado, asustado y profundamente triste. 

Hoy, Liko intenta recomponerse en el patio, aunque no logra adaptarse del todo. Come poco, pasa gran parte del día escondido y su mirada refleja la desconfianza de quien ha sido defraudado más de una vez. Aun así, sigue mostrando destellos de su verdadera esencia: un gato noble, respetuoso y sensible que solo necesita tiempo para sentirse seguro. 

Le encantan las chuches y los juegos con cuerdas, momentos en los que asoma la parte más alegre de sí mismo, recordando que dentro de él vive un gato con ganas de disfrutar. 

Liko es compatible con otros gatos, ya que siempre ha convivido con ellos con calma y respeto. Lo que realmente necesita es una familia paciente, empática y consciente de su historia, un hogar tranquilo donde pueda avanzar a su rimo y volver a confiar sin miedo. Desde la protectora creen que con cariño, espacio y mucha paciencia, Liko puede recuperar su luz y descubrir, esta vez sí, lo que significa un hogar. “Nuestro pequeño solo espera que alguien vea más allá de sus miedos y le dé, al fin, la vida serena y feliz que tanto merece”.