“Los gatos no interpretan el castigo como una corrección, sino como una amenaza; no es que no te escuchen, pero no les interesa obedecer órdenes porque su naturaleza es independiente y territorial”

Cuidados

Según el veterinario Santiago García Caraballo, la clave está en comprender que el gato no responde a jerarquías ni busca agradar a un líder; para él, compartir la casa con un humano es una elección basada en el confort y la seguridad, no una relación de subordinación

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Muchas personas se frustran cuando intentan aplicar con su gato los mismos métodos que funcionaron con su perro. 

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¿Alguna vez has pensado que tu gato te ignora a propósito? ¿O has sentido que no te hace caso? No eres el único. Muchas personas sienten frustración cuando intentan aplicar con su gato los mismos métodos que funcionaron con su perro. Pero esa comparación, aunque tentadora, es profundamente equivocada.

Según el veterinario Santiago García Caraballo, autor de Cómo tener un gato y no tirarlo por la ventana, la clave está en comprender que el gato no responde a jerarquías ni busca agradar a un líder. Mientras los perros evolucionaron de lobos que vivían en manada, los gatos descienden del Felis lybica, un cazador solitario. Y eso lo cambia todo.

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No es que tu gato no te escuche o no entienda: simplemente no le interesa obedecer órdenes, porque su naturaleza es independiente y territorial. Para él, compartir la casa con un humano es una elección basada en el confort y la seguridad, no una relación de subordinación.

No lo castigues: el gato no entiende ese lenguaje

Uno de los errores más graves que cometemos es recurrir al castigo. Gritarle o encerrarlo puede parecer una solución, pero lo único que vas a lograr es que se estrese aún más y que repita o empeore el comportamiento. Los gatos no interpretan el castigo como una corrección, sino como una amenaza. Si se esconden o te huyen después de un reto, es porque sienten miedo, no culpa. Como explica García Caraballo en un artículo del sitio web Muy Interesante, “para un gato un castigo no es disciplina: es una agresión, y como tal reaccionará a su vez escondiéndose o huyendo, cuando no defendiéndose”.

Comportamientos como marcar con orina, maullar sin parar o arañar los sillones suelen estar vinculados al estrés

Comportamientos como marcar con orina, maullar sin parar o arañar los sillones suelen estar vinculados al estrés. Cualquier cambio en el ambiente, por mínimo que sea, puede alterarlos: una mudanza, un nuevo mueble, un invitado, otro gato. Y cuando eso pasa, necesitan reafirmar su presencia: marcan con olores, frotan sus mejillas en las paredes o rasguñan objetos. Esto no es rebeldía, sino una forma de reconectar con su espacio y calmarse.

Son cazadores natos, no mascotas pasivas

Desde su anatomía hasta su comportamiento, todo en el gato está diseñado para cazar. Incluso si vive en un piso con comida a disposición, su instinto lo empuja a perseguir, observar y atrapar. Esa es la razón por la que juega con tu pie, se esconde para sorprenderte o acecha sombras en la pared. Educar a un gato exige entender su lenguaje: ofrecerle lugares para trepar, juguetes para cazar, y espacios donde pueda sentirse seguro y en control.

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Por eso, en vez de intentar que tu gato se comporte como tú quieres, hay que intentar observar qué necesita él para estar tranquilo y feliz. Estas son algunas claves:

  • No lo castigues: corrige con paciencia y cambios en el entorno.
  • Respeta su espacio: si se esconde, no lo fuerces.
  • Evita los cambios bruscos y mantén sus rutinas.
  • Juega con él todos los días: necesita estimulación

Y consulta con un veterinario si ves cambios de comportamiento repentinos. El mensaje es claro: tu gato no te ignora, simplemente vive en otro universo emocional y biológico. No se trata de imponer reglas, sino de adaptar tu mirada a él.

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