Hector Carmona, educador canino: “Con la llegada del bebé, pasamos por alto señales de incomodidad del perro, como los bostezos, la rigidez corporal o las miradas evitativas”
HIJOS
El educador canino advierte que la llegada del bebé puede generar estrés en el perro si no se le acompaña con calma, empatía y rutinas claras
Selfie de Hector Carmona con su mascota.
La llegada de un bebé transforma por completo la vida en casa: cambian los horarios, las rutinas y la energía del hogar. Pero ese terremoto emocional no solo afecta a los padres, también al perro, que de repente se enfrenta a nuevos olores, sonidos, visitas y a un pequeño humano que acapara toda la atención. Aunque no comprende cognitivamente lo que ocurre, sí percibe cada cambio y cada emoción. Para él, el bebé es una novedad intensa que altera su entorno y pone a prueba su equilibrio.
Preparar al perro para esa transición es tan importante como preparar la habitación del bebé. Según el educador canino HectorCarmona, no se trata de adiestrarlo, sino de acompañarlo: fortalecer su calma, su tolerancia y su capacidad de adaptación. De cómo gestionemos nosotros esa convivencia dependerá que el perro viva la llegada del bebé con serenidad o con estrés. Y ahí está la clave: integrar, no excluir; guiar, no sobreproteger.
A menudo pasamos por alto señales clave como los bostezos repetitivos, la rigidez corporal o las miradas evitativas cuando el perro se acerca al bebé
“Los perros no racionalizan, integran todo con el tiempo, y según cómo los humanos gestionen la transición, el perro lo gestionará mejor o peor”.
¿Qué percibe realmente un perro cuando llega un bebé a casa? ¿Entiende que es una persona pequeña o lo interpreta como un nuevo estímulo en su entorno?
Realmente, un perro no comprende que ha llegado un humano pequeño en el sentido cognitivo que tenemos los humanos, pero sí percibe un cambio profundo en el entorno: nuevos colores, sonidos, rutinas y la energía emocional del hogar. El bebé representa una novedad porque huele distinto, se mueve de manera diferente y provoca reacciones emocionales muy fuertes en sus tutores. Todo eso el perro lo capta; son animales muy observadores y atentos. A través de esta observación y de las experiencias que viven con ese nuevo miembro del grupo social, él actúa. Eso sí, hay que estar muy pendientes: los perros no racionalizan, integran todo con el tiempo, y según cómo los humanos gestionen la transición, el perro lo gestionará mejor o peor.
¿Se puede “entrenar” la paciencia o la tolerancia del perro antes de que nazca el bebé?
Sí, y de hecho, es lo más recomendable. Yo siempre aconsejo incluso comprar un muñeco del tamaño aproximado del bebé, para poder similar algunas situaciones. El embarazo es un momento ideal para preparar al perro: no se trata de adiestrarlo, sino de fortalecer habilidades emocionales que lo doten de autocontrol, calma, gestión a la frustración, tolerancia, manipulación y estabilidad frente a esos nuevos estímulos.
El embarazo es un momento ideal para preparar al perro: no se trata de adiestrarlo, sino de fortalecer habilidades emocionales
¿Qué tipo de ejercicios o dinámicas recomiendas empezar durante el embarazo?
Se puede trabajar la calma emocional del perro. Muchas veces, mientras atendemos al bebé porque llora, el perro está cerca y puede frustrarse porque no para. Por eso es importante enseñarle a gestionar esa emoción mediante lo que llamo “un cuarto de regulación emocional”: una zona de la casa a la que el perro sabe que puede ir mientras atendemos al bebé. También es habitual que surjan problemas cuando hay visitas para ver al bebé, ya que el perro puede alterarse y mostrar reactividad o agresividad. Incluso ocurre con personas que se acercan al bebé porque sienten que se le da demasiada atención: para el perro, el bebé puede convertirse en un “objeto” que debe proteger.
Por eso es clave acostumbrar al perro a la sensibilidad del contacto, ayudarle a adaptarse a cambios de posición, a los llantos y ritualizar las situaciones, para que todo le quede muy claro y se sienta seguro.
Historias animales
‘Peludos en la ciudad’
En La Vanguardia queremos recoger tu historia con tu mascota en la ciudad. ¿Te has encontrado con dificultades a la hora de desarrollar tu día a día con tu animal en la urbe? ¿Has tenido que migrar de tu hogar y tu perro o gato te ha ayudado a adaptarte? ¿Eres artista callejero o practicas yoga y junto a tu compañero peludo formáis un tándem irrompible? Nos puedes hacer llegar tu experiencia a peludos@lavanguardia.es.
El olfato del perro lo cambia todo: ¿cómo podemos usar el olor del bebé para que la transición sea más natural?
Es importante familiarizar al perro con el olor del bebé antes de su llegada, por ejemplo, usando una mantita o una prenda que se haya usado en el hospital. A veces es difícil controlar esto, pero en general pueden aplicarlo las personas que pasen una o dos noches en el hospital tras el parto. En algunos casos recomiendo que el perro no reciba al bebé en casa, sino que pase unos días en casa de un familiar mientras se le van introduciendo poco a poco prendas del bebé. Cuando el bebé vaya a entrar en casa, lo ideal es que el perro no esté presente; que sea el niño quien entre primero.
También es importante observar la reacción del perro al acercarle la prenda: no hace falta restregarla en su nariz, basta con ponerla cerca. ¿La olfatea? ¿Ladra? ¿Está tranquilo y calmado? Todo esto nos da información valiosa sobre cómo puede ser la llegada del bebé.
¿Qué errores suelen cometer los tutores con el perro en ese proceso y cómo se pueden prevenir?
Un error muy común es empezar a excluir al perro de los paseos o de la rutina familiar. Cuando llega el bebé, muchas veces se deja al perro al margen, ya sea por falta de preparación o de tiempo. Sin embargo, es fundamental mantenerlo incluido en las dinámicas diarias, porque cuando se le aparta comienzan los problemas de competencia: el perro se aburre, deja de recibir atención, no sale a pasear y se descuida su enriquecimiento ambiental.
Muchos padres tienden a “proteger” al bebé del perro, pero ¿hasta qué punto eso puede generar el efecto contrario, es decir, celos o frustración en el animal?
Proteger siempre es necesario, pero la sobreprotección solo genera distancia emocional. Si cada vez que el perro se acerca al bebé hay tensión, gritos o nerviosismo, acabará asociando su presencia con algo negativo. En lugar de prohibir, conviene guiar: permitir que observe, que se acostumbre poco a poco. No recomiendo acercar intencionadamente al bebé para que el perro lo huela, puede ser contraproducente o incluso peligroso. También es normal que algunos perros eviten al bebé al principio; no pasa nada. Muchos se interesan más cuando empieza a gatear, aunque entonces hay que tener especial cuidado, porque los bebés pueden ser muy bruscos.
A nivel emocional, el perro también vive un pequeño duelo: pasa de ser el centro de atención a compartir espacio con alguien que acapara todo el cariño. ¿Cómo se puede acompañar ese proceso?
Muchos perros atraviesan una especie de duelo: pasan de ser el centro de atención a compartir el cariño con alguien más. Aunque son animales sociales, algunos desarrollan hiperapego —una demanda excesiva de atención—, y eso conviene trabajarlo desde el principio. Si ya existen problemas de comportamiento, ansiedad o desequilibrios emocionales, la llegada del bebé puede agravarlos. Lo fundamental no es regañar, sino validar su proceso, ofrecer momentos de calma y mantener espacios de juego compartido. Y, sobre todo, no se trata de compensarlo con premios o snacks.
Cuando el bebé vaya a entrar en casa, lo ideal es que el perro no esté presente; que sea el niño quien entre primero
¿Qué señales de alerta nos pueden indicar que el perro está estresado, incómodo o inseguro con el bebé? Y sobre todo, ¿cómo debemos actuar si las detectamos?
A menudo pasamos por alto señales clave como los bostezos repetitivos, la rigidez corporal o las miradas evitativas cuando el perro se acerca al bebé. Todas son manifestaciones de incomodidad. También hay que prestar atención a comportamientos como lamerse el hocico, moverse de un lado a otro o, en casos más intensos, gruñir o quedarse bloqueado. Ante esas situaciones, lo ideal es no regañar ni forzar el contacto: no acerques al bebé y respeta la distancia que el perro pide. Llévalo a su espacio seguro y reintroduce las rutinas poco a poco, cuando el ambiente esté más tranquilo. Si esos comportamientos se repiten, es importante consultar con un educador o etólogo.
¿Hay algún truco de convivencia que suelas recomendar para mejorar la relación entre perro y bebé?
Siempre recomiendo asociar los momentos compartidos con el bebé a experiencias positivas para el perro. Por ejemplo, mientras se cambia el pañal o se da de comer al bebé, puede ser útil ofrecerle un snack, una toalla olfativa o su propia comida. Así aprenderá que cuando el bebé está presente también ocurren cosas agradables, lo que reducirá su ansiedad y favorecerá una convivencia armoniosa. También fomentar la empatía desde el principio, especialmente en los niños. Deben aprender a relacionarse con respeto: no pueden pegar, tirar del pelo o las orejas, gritar, perseguir, quitarle los juguetes o molestarlo mientras descansa. Tampoco deben acercarse a su plato de comida. Si se guía esa convivencia desde los primeros momentos, el perro se sentirá seguro, comprendido y tranquilo.
“Siempre recomiendo asociar los momentos compartidos con el bebé a experiencias positivas para el perro”.
¿Qué podemos hacer desde el principio para fomentar una relación sana y respetuosa entre ambos?
Realmente la gente quiere que el perro acepte al bebé desde el primer momento, pero la verdad es que muchos no lo hacen. Y más que por el bebé en sí, es por todo lo que pasa alrededor: hay más visitas, más personas nuevas, más mimos, llantos, gritos o efusividad en casa. Todo eso puede estresar al perro, y dependerá mucho del tipo de perro que tengamos.
Si es un perro temeroso, inseguro o miedoso, la situación puede convertirse en un caos total. En cambio, si es más seguro y tranquilo, si le gustan las visitas, probablemente lo lleve mucho mejor. Pero todo parte de conocer bien a nuestro perro: saber qué tipo de perro tengo, cuáles son sus carencias, sus habilidades y cómo puedo potenciarlas según lo que se avecina, que serán las visitas, las salidas al médico con el bebé y los cambios en la rutina. Hay que acompañar y vincular mucho al perro en todas las actividades que se hacen con el bebé.