Rufino Lobato, fundador del refugio Orejotas: “A mi perro lo querían sacrificar porque no lo habían conseguido vender en la campaña de Navidad; cuando lo adopté me hice vegetariano y empecé a acoger a más animales”

Testimonios

Lobato es el fundador de Orejotas, protectora-refugio ubicada en Canals (València), que junto a diez voluntarias trabaja para dignificar la vida de los perros. “Veo a diario mucha crueldad, demasiadas personas han hecho de este mundo un infierno para los animales”, explica

Lobato adoptó a su perro hace 13 años.

Lobato adoptó a su perro hace 13 años. 

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Rufino Lobato es el fundador de Orejotas, protectora-refugio de animales ubicada en Canals (València), y a sus 44 años vive en una casa en el campo. A diario, de lunes a lunes, sin tiempo de ocio ni vacaciones, él y sus diez voluntarias hacen todo lo posible para dignificar la vida de tantos perros que son abandonados y maltratados a raíz de la crueldad humana.

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¿Sus padres siempre tuvieron animales en casa?

Sí, perros, gatos, pájaros, conejos e incluso caballos… Siempre he vivido, desde niño, con todo ese universo de animales a mi alrededor. Desde que tengo uso de razón recuerdo mi conexión profunda con todos ellos. Sabía leer su lenguaje, saber lo que necesitaban en cada momento. Me sentía muy conectado con su manera de fluir con la vida.

¿Cuál es el verdadero “clic”, la gran transformación animalista, por llamarlo de alguna manera?

Todo empezó hace 13 años. Adopté a un perro labrador bebé que iban a sacrificar, es decir, que habían decidido matar. Y todo cambió. Lo querían sacrificar porque era la campaña comercial de Navidad y en una tienda no lo habían conseguido vender, no se lo habían logrado sacar de encima, y les molestaba tenerlo por allí. Una verdadera locura, un sinsentido. Un cachorro de bebé sanísimo, precioso, iba a morir de manera salvaje con el argumento de que no habían conseguido “colocárselo” a ninguna familia en una campaña de ventas navideñas. Indignante. Parecía que estaban hablando de vender electrodomésticos.

Un cachorro de bebé sanísimo, precioso, iba a morir de manera salvaje con el argumento de que no habían conseguido “colocárselo” a ninguna familia

Rufino LobatoFundador de Orejotas

¿Cómo fueron aquellos primeros momentos?

Decidí adoptarlo y me lo llevé. Lo rescaté del veterinario que lo iba a matar. Recuerdo como si fuera ahora mismo que aquel día era el 13 de enero del año 2009. No lo olvidaré jamás.

¿Aquel perro, que era un bebé, sigue a su lado hoy?

Sí, es mi ángel de la guarda, mi sabio y mi guía. Lo llamé Neko (que en realidad significa gato en japonés). Mi sobrina me dijo que le pusiera Neko, que lo había oído en el cole y le encantaba ese nombre. Yo no sabía que significaba “gato”. Luego lo descubrí.

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Neko es su sombra, son inseparables…

Allí donde yo voy, siempre ha venido conmigo. Y donde él no podía ir, no he ido yo tampoco. Siempre ha estado a mi lado. Neko convive con doce perros más.

¿Cómo se produce su “iluminación”, aquella mágica epifanía?

De repente empecé a pensar que no podía preocuparme y cuidar tan solo de Neko, que tenía que hacer extensivo mi sentimiento protector a muchos otros perros y animales. Desde ese día me hice vegetariano, y empecé a adoptar a más y más animales. Todo empezó mirándole a él, observando a Neko, y una voz interior me dijo que había muchos animales que me necesitaban, y que tenía que darme a todos ellos.

Su pregunta interior obsesiva siempre era la misma…

Sí, una pregunta recurrente: “¿por qué a Neko sí, y a todos los demás animales no?”. Y a raíz de aquella constatación y toma de conciencia empecé a rescatar perros. Yo digo que Neko es el “orejotas original”, es decir, el primero, el punto cero, a partir del cual nace mi refugio-protectora Orejotas.

Creo que me llaman ‘el hombre de la mirada triste’ porque en mis ojos se ha colado la desesperación de todos los animales con los que convivo

Rufino LobatoFundador de Orejotas
Rufino dedica parte de su vida a cuidar de otros animales.

Rufino dedica parte de su vida a cuidar de otros animales. 

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¿A Neko se lo cuenta absolutamente todo?

Claro, a diario. Cuando discuto con alguien, cuando tengo un problema. Y cada vez que llama mi madre le digo a él “mira Neko, acaba de llamar tu abuela”. Pero Neko también me lo cuenta todo, a través del lenguaje de las mil y una miradas y expresiones. En cuanto lo veo, al instante, ya sé lo que le pasa y lo que va a necesitar. Y siempre acierto. Es muy claro en su comunicación.

Me han hablado de Rufino como “el hombre de la mirada triste”…

En realidad yo soy una persona positiva, incluso alegre, pero es muy posible que la mirada triste y melancólica se me haya quedado al estar en contacto con tantos animales que sufren, que viven existencias terribles, llenas de crueldad y horror.

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También lo definen como “el hombre cansado”.

Es que no paro ni un solo instante, todo el día, todos los días, de lunes a lunes, sin vacaciones ni ocio personal. He decidido entregar mi vida, cada uno de mis minutos, a los animales. Y suelo pensar que si yo no estoy ahí cada vez que me necesitan, ¿quién les atenderá? Vivo rodeado de miradas de tristeza de tantos animales con los que convivo, y esas miradas de desconsuelo se me han ido metiendo en mi propia mirada.

¿El proyecto Orejotas se inicia en Canals?

Sí, es mi protectora-refugio. Orejotas incluye a todos los animales, todos tienen “orejotas”, hasta los peces. En el refugio tenemos perros, gatos, gallinas y pavos, muchos rescatados de la terrible catástrofe de la Dana valenciana.

Y trabaja como peluquero canino en una clínica veterinaria…

Mucha gente viene a la clínica y con cualquier excusa, algunas de ellas surrealistas, me dicen que tienen que dejar a su animal. En definitiva, cualquier pretexto inventado les vale para sacarse de encima al animal con el que conviven. Y yo los rescato y me los llevo al refugio.

Mucha gente viene a la clínica y con cualquier excusa, algunas de ellas surrealistas, me dicen que tienen que dejar a su animal

Rufino LobatoFundador de Orejotas

¿Su teléfono no para de sonar cada día, verdad?

Es un no parar, a todas horas. A cada momento pasan cosas tremendas a las que tengo que hacer frente. Estoy cada día al pie del cañón. Y cada día, más de cinco personas me envían un WhatsApp argumentando cosas rarísimas para sacarse de encima a su perro.

¿Tiene el convencimiento de que a los animales hay que protegerlos de la maldad humana?

Así es. Veo a diario mucha crueldad, demasiadas personas han hecho de este mundo un infierno para los animales. Estoy convencido de que existe un germen de sadismo en todos esos comportamientos humanos. No les importa lo más mínimo el sufrimiento animal. De hecho, creo que una persona sádica que maltrata a un animal, en realidad también estaría a un paso de hacerlo con otro ser humano, pero no tiene el coraje de afrontarlo. Contra un animal les parece fácil, los ven vulnerables, frágiles.

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Cada día, especialmente en la clínica veterinaria en la que trabaja, ve a animales que mueren.

Es terrible. Contemplo esos ojos tristes que miran el mundo por última vez, y luego se cierran para siempre. A menudo muchas personas nos traen a sus animales a la clínica porque saben que van a morir y no tienen el coraje de ver como se van. Yo me quedo ahí, a su lado, y les acompaño a cada uno de ellos en su último viaje. Creo que su dignidad lo merece. Están muriendo y me miran, y yo los miro… Y se despiden de todo.

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