Conducir podría proteger el cerebro y reducir el riesgo de padecer Alzheimer, según la ciencia
Estudio científico
Un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard sugiere que las habilidades cognitivas requeridas al volante previenen el riesgo de enfermedades neurodegenerativas
La DGT alerta del riesgo de las benzodiacepinas: el 53% de los conductores muertos con positivo en psicofármacos las habían tomado
El estudio de la Universidad de Harvard sostiene que la conducción podría tener efectos positivos en la salud cerebral
Un estudio publicado en The BMJ por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard (Boston, Massachusetts, Estados Unidos), ha revelado que la conducción podría tener efectos positivos en la salud cerebral. La investigación sugiere que las habilidades cognitivas requeridas al volante, como la memoria espacial y la toma de decisiones rápidas, podrían ayudar a reducir el riesgo de sufrir enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer.
El equipo de investigadores analizó las tasas de mortalidad por Alzheimer de casi 9 millones de personas fallecidas en Estados Unidos entre 2020 y 2022, pertenecientes a 443 ocupaciones distintas. Se centraron específicamente en trabajos relacionados con el transporte, como conductores de autobús, pilotos de avión y capitanes de barco, para comparar a los taxistas y conductores de ambulancias con otros empleos que no requieren un nivel tan alto de habilidades de navegación intensivas en memoria.
Los resultados muestran que los conductores que pasan largas horas al volante en tareas que exigen una constante activación de la memoria espacial y la navegación tienen un menor riesgo de desarrollar Alzheimer en comparación con otros profesionales. En particular, los taxistas y conductores de ambulancias, al tener que afrontar rutas y situaciones que requieren un alto nivel de memoria espacial, parecen beneficiarse de este tipo de estimulación cognitiva.
Los taxistas y conductores de ambulancia son menos propensos a sufrir Alzheimer
No obstante, el estudio también destaca que los taxistas suelen tener una esperanza de vida más corta que la del trabajador promedio, probablemente debido a que pasar gran parte del tiempo sentado en un coche puede resultar prejudicial en otros aspectos de la salud.
El equipo dirigido por el profesor Vishal Patel se inspiró en investigaciones anteriores que habían demostrado cómo el entrenamiento para ser taxista en Londres cambia la estructura del cerebro. A medida que los futuros taxistas memorizan las calles de la capital británica, una región del cerebro llamada hipocampo -clave en la memoria espacial y la navegación- aumenta de tamaño. Este fenómeno refuerza la teoría sobre cómo ciertas actividades profesionales pueden moldear y beneficiar el cerebro, algo que abre nuevas perspectivas en la lucha contra las enfermedades neurodegenerativas.
Los investigadores también han comprobado que el hipocampo, que se ve afectado en las primeras fases del Alzheimer, puede beneficiarse de este tipo de actividades que fomentan su crecimiento. Este descubrimiento refuerza la idea de que la estimulación cognitiva constante, como la que requiere la conducción, podría ser una medida preventiva frente a enfermedades degenerativas como el Alzheimer.
La navegación y la memoria espacial estimulan la actividad cerebral al volante
El estudio también señala algunas limitaciones que deben tenerse en cuenta. La edad media de fallecimiento de los conductores de ambulancias y taxistas en el estudio fue de 64 y 68 años, respectivamente, mientras que en el resto de las ocupaciones analizadas la media fue de 74 años. Como bien apuntan los investigadores, esta diferencia es relevante porque el Alzheimer suele manifestarse a partir de los 65 años, lo que sugiere que, si estos trabajadores hubieran vivido más tiempo, podrían haber desarrollado la enfermedad.
Asimismo, la representación femenina en las profesiones de taxista y conductor de ambulancias era considerablemente baja (10% y 22%, respetivamente), en comparación con el 48% en otras ocupaciones. Esta disponibilidad es importante, ya que las mujeres tienen una mayor probabilidad de desarrollar Alzheimer que los hombres.
Aunque los autores intentaron ajustar los resultados para tener en cuenta estas diferencias, la falta de equilibrio de género limita la interpretación de los datos.