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Kevin Lao, tetrapléjico por un accidente en bicicleta, 31 años: “Intenté mover el dedo gordo del pie, pero no sabía si lo hacía, y cuando le pregunté al enfermero y no respondió, me di cuenta de que era grave”

Entrevista

Con 18 años, justo al finalizar Bachillerato, sufrió un accidente que alteró por completo sus planes de futuro; actualmente, trabaja en el departamento de comunicación del Instituto Guttmann y da charlas para concienciar a los jóvenes sobre las consecuencias de un siniestro de tráfico

Con 18 años, Kevin Lao sufrió un accidente de tráfico en bicicleta que le provocó una lesión medular cervical

LV

Kevin Lao tiene 31 años y trabaja en el departamento de comunicación del Instituto Guttmann, en Badalona. Cuando accedió a este lugar de trabajo, en septiembre de 2024, el sitio no le fue del todo desconocido. Trece años antes, había ingresado allí como paciente tras sufrir un accidente en bicicleta que le provocó una lesión medular cervical.

En la actualidad se dedica a explicar en los colegios su historia y la de otros pacientes, con el objetivo de concienciar sobre las consecuencias de los accidentes de tráfico.

¿Cómo fue aquel accidente?

Iba en bicicleta por una acera bastante amplia, y justo cuando pasaba, un coche salió de un parking. La conductora miró a su izquierda, por donde venían los coches, pero no se dio cuenta de que por la derecha venía yo. Salió sin mirar a ambos lados y, de repente, me tiró encima. Lo único que pude hacer fue frenar instintivamente.

Aun así, no pudiste evitar el impacto.

Intenté frenar, pero lo único que hice fue como una especie de caballito invertido. Salí disparado y me di un golpe en la cabeza contra el coche. No iba muy rápido, no creo que llegara ni a los 10 km/h, pero el golpe fue fuerte, y me causó un latigazo cervical que acabó me causó una lesión medular cervical.

Kevin Lao trabaja en el Instituto Guttmann y da charlas para concienciar a los jóvenes sobre las consecuencias que pueden conllevar los accidentes de tráfico LV

¿Qué pasó después?

En el momento del golpe perdí la conciencia y cuando desperté, aproximadamente un minuto después, me encontraba tirado en el suelo sin poder moverme. Al principio no entendía muy bien qué me estaba ocurriendo. La chica con la que tuve el accidente, hizo bien en no tocarme, me dejó en el suelo y llamó a la ambulancia. Cuando llegaron los sanitarios, lo primero que me preguntaron fue si podía mover el dedo gordo del pie. Intenté moverlo, pero no sabía si lo hacía realmente. Le pregunté al enfermero si se movía, pero no me respondió y fue entonces cuando empecé a darme cuenta de que la situación era grave.

¿Qué más recuerdas de ese fatídico momento?

En cuanto al dolor, no recuerdo gran cosa. Hay gente que estaba allí y que después he hablado con ellos, y me han contado que yo gritaba mucho y me quejaba del dolor en el cuello, que fue la zona afectada en el impacto. Sin embargo, yo no lo recuerdo en absoluto. También me dijeron que estaba insultando a la conductora, pero de eso tampoco tengo memoria. Los médicos me explicaron que el cerebro tiene una forma de bloquear ciertos recuerdos, sobre todo aquellos que son muy dolorosos, para que no sigan aflorando. Aunque estuve consciente todo el rato y no me indujeron el coma, no tengo ningún recuerdo claro del dolor en el cuello en ese momento.

Intenté mover el dedo del pie, pero no sabía si lo hacía, y cuando le pregunté al enfermero y no respondió, me di cuenta de que el accidente era grave”

Kevin Lao

Del suelo y la atención de los sanitario, al hospital.

Sí, a Vall d’Hebrón. A mis padres les dijeron que la lesión era muy grave, que si salía del quirófano con vida, probablemente no podría moverme del cuello hacia abajo. Pero cuando me abrieron, los médicos vieron que no estaba tan mal como pensaban y que aún tenía una oportunidad. Creo que los médicos inicialmente optaron por el diagnóstico más grave, por si acaso, pero al final, aunque la situación era seria, no fue tan mala como parecía en un principio.

¿Cuánto tiempo estuviste ingresado?

Desde mayo hasta julio, la fase más aguda, estuve en Vall d’Hebrón. En julio me trasladaron al Instituto Guttmann, donde estuve ingresado hasta octubre, y luego, entre octubre y diciembre, pasé a tratamiento ambulatorio.

Un accidente de tráfico y, en un instante, la vida cambia de un día para otro…

Sí, la vida cambia radicalmente en un momento. Yo tenía 18 años, justo el día del accidente había hecho el último examen de 2º de Bachillerato, que aprobé, por cierto, y conseguí el título. Mi idea era estudiar Educación Física y convertirme en monitor, pero todo eso cambió. Ya no iba a poder practicar deporte de la misma manera, sino adaptado, y eso no era lo mismo.

Kevin Lao, en una sesión de rehabilitación, da pasos con ayuda de un caminador LV

¿Y qué hiciste entonces?

Entonces decidí estudiar realización audiovisual. Dejé pasar un año y al inicio del curso siguiente, en septiembre de 2013, comencé con eso. Tenía que coger el autobús cada día para ir a clase y esto fue un estímulo para mí. Quería normalizar mi vida lo antes posible.

Valor para superar las adversidades no te falta…

Fue un proceso de tener que rehacer mi vida, de pasar de ser una persona completamente independiente a necesitar ayuda para las cosas más simples. Al principio, me ayudaban con casi todo, lo que cambia tu perspectiva de la vida. La discapacidad te condiciona, pero también he aprendido que se puede tener una vida normal y feliz, solo que de una manera diferente. Esto me lo recalcaron tanto en Vall d’Hebrón como en el Instituto Guttmann y la verdad es que es así.

¿Con qué mensaje te quedas?

Aunque no lo veía en ese momento, ni tampoco mis padres, nos decían que había luz al final del túnel. Es una suerte contar con personal tan positivo, que te asegura que no te preocupes, que todo llegará y que será cuestión de tiempo. Y, con el tiempo, resulta que tenían razón. Al final, acabas teniendo una vida normal: trabajo, amigos, gimnasio… Cualquier cosa como cualquier otra persona. Al principio cuesta, pero, con el tiempo, te das cuenta de que esto es parte de la vida de todos, siempre hay algo nuevo por lo que empezar.

La discapacidad te condiciona, pero también he aprendido que se puede tener una vida normal y feliz, solo que de una manera diferente”

Kevin Lao

¿Qué importancia tienen la familia y los amigos en todo ello?

Sobre todo, la familia. Tener un vínculo familiar tan fuerte con mis padres y mi hermana me ayudó muchísimo. Ellos me empujaban, literalmente, a mover la silla, y aunque en ese momento parecía que todo era muy difícil, también sentía que luchaba por ellos. Fue un apoyo fundamental. Me pilló con 18 años, justo en una etapa de cambio, cuando la gente empieza la universidad y puede haber algo de distancia con algunos amigos, pero en mi caso, los más cercanos estuvieron siempre conmigo, cada día, cada año. Ellos no solo me apoyaron en la parte física, sino también en la emocional, lo que me ayudó a no rendirme.

¿Cómo recuerdas tu paso como paciente por el Instituto Guttmann?

Desde el momento en que entras en Guttmann, se crea un vínculo muy fuerte con todos. Médicos, psicólogos, enfermeros, auxiliares, fisios… La Unidad de Enfermería es brutal, porque al final conviven con nosotros. Quienes están allí al pie del cañón con las personas ingresadas son los enfermeros y los auxiliares de enfermería. Están siempre allí para todo lo que necesitas. Es una suerte que, desde el equipo de comunicación hasta el personal de admisiones, se cree un vínculo muy fuerte, porque no son ingresos de unos pocos días o semanas, son estancias largas, de meses. Quien menos está allí un par de meses. Son profesionales, cariñosos, cercanos, empáticos... Saben cómo acompañarte y guiarte hasta el lugar adecuado, y siempre insisten con que aunque el camino sea largo, puedes salir adelante.

¿Cómo es el día a día de un paciente en el Instituto Guttmann?

Por la mañana, desde primera hora, te pones en marcha y desayunas. A partir de las 10, ya empiezas el trabajo físico en el gimnasio, que dura hasta las 2. Después tienes una parada para comer, y luego continúas con más rehabilitación hasta las 5 de la tarde. Si estás ingresado, a partir de entonces recibes las visitas, y si estás en tratamiento ambulatorio, ya puedes irte a casa. Así cada día, de lunes a viernes.

El accidente cambió la vida de Lao, pero se ha adaptado a su situación LV

¿Cómo son las habitaciones en Guttmann?

Hay dos unidades de lesión medular y otras dos de daños cerebrales. Normalmente, compartes habitación con una persona que tiene un perfil similar al tuyo en cuanto al tipo de lesión y también de edad. Esto ayuda mucho, porque puedes compartir experiencias y crear un vínculo más cercano con alguien que está pasando por lo mismo.

¿Recuerdas algún ejercicio o habilidad que te costara más aprender?

Más que ejercicios en sí, lo que recuerdo es el aprendizaje de las habilidades de la vida diaria: salir de la cama, vestirte, asearte... Piensa que hay cosas que antes hacías sin pensar, de forma automática, y que ahora te obligan a organizarte y a ir con tiempo. Lo peor de todo es cuando te despiertas. No puedes pensar en quedarte cinco minutos más en la cama y luego compensarlo yendo un poco más rápido. Yo no puedo recuperar ese tiempo. Necesito como mínimo entre 45 minutos y una hora para salir de casa. Tienes que acostumbrarte a espabilarte desde el primer minuto, porque si no arrancas a tope, estás perdido.

Si los conductores fueran conscientes del daño que pueden hacer al volante, seguro que cambiarían su comportamiento”

Kevin Lao

Ahora te dedicas a concienciar a los jóvenes sobre los accidentes de tráfico y la discapacidad.

Sí, estuve seis años en Mediapro y desde septiembre de 2024 estoy en Guttmann con el programa de charlas Game Over. Vamos a escuelas de toda Catalunya con un grupo de 30 monitores. En 2024 hicimos 998 charlas y llegamos a 45.000 alumnos, en más de 550 centros. Se trata de sesiones de sensibilización que hacemos junto al Servei Català de Trànsit. Hablamos de las causas de los accidentes, de las consecuencias y también intentamos normalizar la discapacidad. Cada año hacemos encuestas de satisfacción y las responde más del 90 % del alumnado, y la mayoría dice estar muy contento.

Tú mismo, como conductor, seguro que les puedes explicar las imprudencias que ves al volante…

Me siento seguro conduciendo yo, pero no por la gente que tengo alrededor. Me estoy dando cuenta de que no se respetan los límites de velocidad, que se toca mucho el móvil, que se habla por él… Lo he visto en las Rondes de Barcelona, a 80 km/h, y piensas que pueden tener un accidente muy grave. He evitado muchos accidentes por estar atento con gente que va distraída. Si todo el mundo estuviera atento a la carretera no habría tantos accidentes. Las distracciones se tendrían que controlar más. Son muy fáciles de ver. Hay otras cosas como el alcohol o las drogas que son más difíciles de detectar, pero esto de las distracciones salta a la vista. Si la gente fuera consciente del daño que puede hacer, seguro que cambiaría su comportamiento. Cuando veo una moto que circula entre los coches, al llegar a mi altura me aparto instintivamente para dejarle algo más de espacio, porque si se cae, el golpe será muy duro.

¿Te fue difícil sacarte el carnet?

Era algo que tenía muchas ganas de hacer. Justo la semana anterior al accidente me había examinado del carnet, pero suspendí, y tenía cita para volver a presentarme a la semana siguiente. Por una semana no me lo pude sacar. Al año siguiente lo volví a intentar. Hice prácticas en una autoescuela con un coche adaptado y en junio me saqué el carnet. Si ya lo hubiera tenido antes del accidente, solo habría tenido que hacer una reconversión, pero al no tenerlo aún, tuve que hacer examen de circulación.

¿Cómo son las reconversiones de tu coche?

En mi caso, llevo un pomo en el volante para poder girarlo con la mano izquierda, y en la mano derecha tengo una palanca que acciona tanto el acelerador como el freno. Hay otras adaptaciones, pero estas son las fundamentales, y la verdad es que me siento muy seguro.

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